El sentimiento rojiblanco echa raíces al fin en Almería
UD ALMERÍA
Llamó la atención en las celebraciones que una gran mayoría de simpatizantes portasen la camiseta del equipo y que en las mismas se vieran cientos y cientos de jóvenes y niños presumir de colores
Almería/Este ascenso de 2022 ha tenido connotaciones distintas a los de 2007 y 2013. Si en el primero hubo una explosión de júbilo facilitada por un cuarto de siglo de sequía en Primera y el segundo se tomó como el regreso de una entidad que venía haciendo las cosas bien desde su fundación en 2001, el actual ha tenido la peculiaridad de haber sumado para la causa a una gran cantidad de simpatizantes entre el público juvenil e infantil.
En 2007 tal vez se viera una masa de aficionados mayor en la rúa de los jugadores con el bus descapotable facilitada porque cayó en fin de semana en lugar de en día laborable y porque se venía de años de penuria, pero ni ese año ni en 2013 se vieron a tantas personas uniformadas con la elástica rojiblanca, presumiendo de colores.
Ese sentimiento de pertenencia no supo cultivarlo Alfonso García con su gestión, más encaminada a la rentabilidad económica que a fomentar la masa social. Tuvo dos ocasiones de oro el empresario murciano para sumar adeptos a la causa, pero en la primera pecó de avaricia subiendo el precio de los abonos de forma desorbitada en el regreso a la élite y en la segunda ya acusaba síntomas de desgaste, confeccionando un plantel que apenas aguantó dos años entre los mejores. Lo que nunca se le podrá afear es haber mantenido a la UDA dentro de la LFP, su verdadero leit motiv, pese a juguetear tres años en el alambre de Segunda B.
Ese guante ha sabido recogerlo Turki Al-Sheikh quien, sin problemas financieros a la vista dada su condición de billonario, supo centrar el foco en que la ciudad se identificase con su equipo por encima de la clásica simpatía por Barça o Madrid. El jeque árabe no ha escatimado esfuerzos para tal fin con todo tipo de eventos (conciertos para jóvenes), promociones (sorteos de coches al descanso de los partidos) o actos solidarios (donaciones durante la época del coronavirus) y el resultado ya empieza a evidenciarse.
Los más viejos del lugar no recuerdan estampas de tantos niños y adolescentes presumiendo de los colores rojiblancos para ir al colegio o transitar por las calles de la ciudad. Esos abonados de rancio abolengo tampoco habían vivido mareas rojiblancas como las efectuadas esta temporada en Málaga o Leganés (sí desplazamientos masivos, pero no esas jornadas de comunión), 'busianas' para recibir al equipo o, tal vez lo más distintivo, hacer propio un himno al que en su estreno hace años se le tildó de 'sevillano' por su aire aflamencado y ahora todos cantan a capella con orgullo.
Todas estas circunstancias, unidas a la posibilidad cierta de ver al equipo de tu tierra por fin pasearse por los campos de Europa, están generando un caldo de cultivo que va a dejar pequeño el recién renombrado Power Horse Stadium -hoy entra en vigor dicha denominación- en la vuelta a Primera mientras no se acometa la segunda fase de la remodelación del recinto, encaminada a ampliar el aforo con las obras en la pista de atletismo.
Y es que ahora más que nunca ha enraizado el sentimiento rojiblanco y como dice una de las estrofas de su himno, por fin "el deseo desde niño va a empezar" y "vamos todos juntos a soñar".
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