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Atletismo
Almería/Hablar de Emilia Paunica es hacerlo sobre atletismo, siendo toda una institución para el deporte almeriense en esta disciplina. Aunque es nacida en Rumanía, es toda una almeriense más después de más de dos décadas afincada en esta zona del sureste español. Una historia, la de su llegada a esta tierra que encoge el corazón de cualquiera. Ahora, después de un tiempo en el que su nombre no estaba sonando tanto está empezando a resurgir, como se vio a comienzos de mes en el Campeonato de España de Clubes Máster de Segunda División que tuvo lugar en Almería y en el que colaboró para que el Club Atletismo Nutrisport Biznaga Málaga, con el que su club está afiliado, lograra imponerse en dicha competición y lograr el ascenso de categoría.
La década de los 90, aunque lejana para algunos Emilia Paunica la tiene muy presente. En ella tomó la decisión que cambió su vida por completo. Toda una atleta profesional, que comenzó a los siete años en este deporte tras ganar en la escuela un cross, en Rumanía dejaba su vida atrás para emprender rumbo a España en un camino lleno de obstáculos. El futuro en su país no era para nada halagüeño y no dudó en arriesgarlo todo.
"Yo fui deportista de élite con Rumanía, acabé INEF en Rumanía y esto que se rompe la burbuja de vivir bien por el régimen que teníamos en Rumanía y de repente te ves que eres profesora de Educación Física ganando 150 euros al mes", es el comienzo de la narración de su historia de cómo llegó hasta Almería. Un camino en el que tenía lo justo para comer, el dinero escaseaba y cuyas condiciones, durmiendo en el bosque cuando no podían costearse un hotel barato, en absoluto eran adecuadas para toda una deportista profesional.
En el camino se había encontrado todo tipo de adversidades, pero en su llegada a tierras almerienses y más en concreto a Balerma tampoco iba a resultar sencilla. Sin conocer el idioma y sin un hogar, comenta que "encontró una colchoneta en la basura y durmió en un cortijo, tenía que empezar de cero". Toda una atleta de élite se encontraba en unas condiciones inimaginables para ojos de cualquiera que conociera su historia previa en el deporte rumano.
A pesar de las pésimas condiciones, Emilia tenía un sueño, "seguir siendo otra vez atleta aquí en España" y no iba a desistir hasta conseguirlo. Comenzando a trabajar en la agricultura, recogiendo verduras como tomates o pepinos, Paunica se las apañaba para mantener la forma física como fuera. "Como no tenía medio transporte, a las siete de la noche, cuando terminaba de cargar camiones de pepino y de tomate, pues me ponía mis zapatillas y me iba 8 kilómetros a la casa donde alquilé para entrenar. Hacía cambios de ritmos, hasta que conseguí ponerme otra vez en forma y vine aquí en Almería para poder empezar a entrenar con un entrenador", cuenta la deportista originaria de Rumanía.
Paunica recuerda que empezó a entrenar en Almería con Antonio Zarauz y más tarde con Antonio Orta, quien hoy en día es director del Patronato Municipal de Deportes de Almería. Pero Emilio Campra, o mejor dicho don Emilio Campra como ella le llama, sería la persona que le marcaría para siempre. Ya no solo en la relación deportiva, convirtiéndose prácticamente en la figura de un "padre". "Yo tenía mucha ilusión de entrenar con don Emilio Campra porque en la Universidad de Rumanía aprendimos la técnica de Emilio Campra", menciona Paunica. "Un día hablé con él y empezamos a entrenar juntos. Él me tenía solo a mí y entrenábamos los dos. Fue para mí como mi padre", explica la atleta.
Homologado también su título de profesora de Educación Física, decidió dar el paso de ser también entrenadora, preparando a más de 3.500 personas en Almería en los últimos 25 años para las oposición de policía, bomberos, guardia civil, etc. Pero el atletismo iba a seguir presente en su vida, fundando hace doce años su equipo, el Paunic Team. Un equipo que nació con fin solidario, como fue el de ayudar a Sergio, un padre de un niño con parálisis cerebral al que conoció en un curso de Vigilancia de Seguridad de la Junta de Andalucía y al que no dudó en ayudar.
"Como solamente sé correr decidimos hacer una carrera para el niño para ganar dinero. No se me ocurrió nada más y nada menos que decir que voy a correr 24 horas por tu hijo", relata Emilia Paunica. Una prueba que le llevó a decidirse por "hacer todos los años una carrera benéfica en el Cortijo del Fraile de Níjar" para "todo el dinero recaudado dárselo a alguien que lo necesita" y en la que "hay más de 500 corredores en un entorno natural".
Claramente no entiende su vida si no es ligada al atletismo. "Para mí correr es pasión, es una forma de vida, es crear una disciplina, un hábito saludable y estoy entrenando cinco veces a la semana todavía y compitiendo a nivel internacional y nacional y andaluz con en categoría máster junto con mis compañeras de equipo de Paunic Team que competimos todavía", cuenta Emilia Paunica, quien le da también mucha importancia a la mente.
Alejada un tiempo del máximo nivel al tener que cuidar de su madre que padece Alzheimer en su último grado, poco a poco está volviendo a resurgir si bien nunca dejó de entrenar. Así, fue una de los más de 350 atletas participantes en el pasado Campeonato de España de Clubes Máster que acogió Almería a comienzos de mes. "Me dio mucha alegría que el equipo de Nutrisport me convocó y participamos en 200 metros y en relevo de cuatro por cien participé yo y este club con este resultado que quedamos primeros va a subir a Primera División", señala Emilia sobre esta experiencia que vivió gracias al acuerdo que tiene su club con el malagueño.
Además, ya tiene su mente puesta también en el Campeonato de Europa que se celebrará en Pescara (Italia) entre finales de septiembre y octubre y en el que se dará cita. "Tengo la ilusión de ir a competir, me voy a inscribir que hasta el 10 de agosto las inscripciones y quiero ir a participar, espero ir y estar en forma e ir a participar porque la verdad que me encanta correr, me encanta participar y adoro el atletismo" cuenta Emilia Paunica.
Una atleta que siempre tendrá presente la figura de Emilio Campra. "Para mí ha sido como mi padre porque yo aquí estuve sola hace años, terminaba de entrenar e íbamos juntos, yo estaba, ha sido mi consejero, para mí ha sido una gran bendición de poder entrenar con él, conociéndolo de los libros, me ha aportado muchísimo y ha estado conmigo en cualquier momento, lo he echo mucho de menos cada vez que hablo de él todavía tengo ganas de llorar", rememora Emilia Paunica.
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