LA CONSULTA DEL ESPECIALISTA
Mis bodas de plata con la bata
La consulta del especialista
Almería/La salida es el momento más mágico de una prueba, digo mágico no gratificante, porque nada es tan satisfactorio como cruzar la línea de meta. Aunque estés rodeado de miles de personas, estás solo. Solo con tus miedos, con tus fantasmas, con dudas o alegrías, pero solo. Te encuentras en el cajón o corral de salida, codo con codo con atletas que buscan lo mismo que tú.
Con el paso de las carreras y, sobre todo, de las maratones, he aprendido a disfrutar de ese momento. Lo que antes era ansia y nervio, ahora es agradecimiento. No estoy nervioso, pero sí muy emocionado y sensible. Cae alguna lagrimilla. Tengo suerte, toneladas de suerte de poder ser de la partida, de poder correr, de hacerlo por los que no pueden o no son tan afortunados.
Me gusta dar las gracias a Dios por permitirme otra carrera. Gracias a mi cuerpo por haber aguantado las largas sesiones de entreno y gracias a mi mente por haber tirado del carro cuando el cansancio pasaba factura. Me acuerdo de mis seres queridos. Quiero que se sientan orgullosos de mi en esta batalla personal contra mi mismo.
Fernando Lara, 46 años: El correr una carrera no debe entenderse como un sufrimiento, ya que es algo que cada uno elige voluntariamente. Cuando las fuerzas flaqueen, no pienses que esto es sufrir; piensa que el que sufre es el que padece una grave enfermedad, y eso no se elige. Cuando estoy en carrera intento recordar eso, y funciona.
Francisco T. Fernández Segura, 42 años: Suelo experimentar alegría y motivación. Es curioso porque los días estoy asustado, pero el mismo día de la prueba me encuentro con ganas, deseando correr y confiado, como si la mente se preparara para la batalla, una especie de protección para lo que viene.
Ana B. Sánchez, 45 años: Siento una felicidad inmensa por poder colocarme un dorsal y correr, por estar ahí, por poder permitírmelo tanto económica como físicamente al no estar lesionada. Siento ilusión por la prueba que voy a realizar. Intento estar muy concentrada en mí misma.
Guillermo Nievas, 40 años: Pienso en el proceso para llegar ahí. No paro de visualizar la llegada y lo que ocurrirá de positivo si llego a la meta. Pienso en todos los sacrificios para poder estar en esa salida. También en la familia y en todo el feedback positivo de la gente cuando cruce la línea de meta.
Ana Raya, 50 años: Correr una maratón es un reto más mental que físico. Cuando estoy en mi corral, sola, esperando el comienzo de la prueba, mis sentimientos están totalmente descontrolados. Desde un miedo atroz que me paraliza hasta una emoción contenida. Siento respeto por lo que significa la prueba; admiración por todas las personas que tomamos la salida y siento orgullo de mí misma por querer trascender y retar mis límites físicos y mentales. Me siento la persona más vulnerable pero más libre por elegir vivir y sentir. Agradecida a la vida.
Francisco Martín (Tractorman), 41 años: Todo depende del reto al que te enfrentes. Si es grande o importante, me produce más incertidumbre por si no voy a conseguirlo, por si me falla el cuerpo o no he entrenado lo suficiente. Todo esto hasta que suena el pistoletazo, entonces solo voy a disfrutar.
María del Mar Pomares, 44 años: Siento emoción en vez de miedo. Para llegar a estar ahí hay una preparación y que ha llegado el momento de dar lo mejor de mí. Cada salida te conduce a una nueva experiencia como corredora.
Francis Ruiz Martín, 50 años: Siento miedo y emoción a partes iguales. Todo el mundo debería experimentar algo así por lo emocionante que es.
Milagrosa Malo, 45 años: Me siento afortunada de estar en la línea de salida. Estoy nerviosa porque ha llegado el día que tanto esperaba ya que he ido libremente a la prueba y emocionada porque estoy a punto de hacer una cosa que me apasiona. Mi meta es competir contra mí misma y contra mis problemas de salud.
Pedro Vera, 55 años: Siento alegría por tener amigos alrededor. Por hacer una cosa que me gusta y todo el camino recorrido compartiendo entrenos. El pistoletazo hace que se me escape un suspiro pensando: “vamos a por ello”.
Eva Moratalla, 44 años: Estar en una línea de salida es como encontrarme frente a mí, como una cita conmigo misma. Justo en ese momento descubro como me siento y según esté emocionalmente y lo que crea en mí, así serán mis sensaciones en esos instantes.
David Gómez, 49 años: Siento miedo a sufrir más de la cuenta, o que ocurra algo que no me permita acabar la prueba. Incertidumbre sobre como saldrá y nervios. Pienso: “ahora es el momento de la verdad”. Por otro lado, alegría al haber llegado el día por fin.
Rodrigo Borrego, 43 años: Hago un repaso mental de todo lo que llevo, visualizando la carrera. Se me ponen los pelos de punta y echo alguna "agrimilla" al recordar a la gente que me ha ayudado a estar ahí. Hay un momento de desconexión del mundo. Cuando suena el pistoletazo dejas de pensar en lo que ha sido y te centras en lo que viene.
Eduardo Medina, 41 años: La mente se queda en blanco. Hay como silencio, paz y tranquilidad. Se pierden los nervios y las dudas de los días previos. Sin embargo, el momento más mágico es la entrada a meta.
Marimi García, 46 años: Siento nervios y estoy muy concentrada visualizando la prueba. No es miedo sino incertidumbre mezclada con alegría, sobre si seré capaz de terminar.
José Manuel Jiménez, 64 años: Si vas a correr una carrera con la que soñabas, excitación. Si es una que ya conoces, alegría y felicidad. Miedo sólo cuando sales de una lesión y tienes dudas.
Antonio M. Medina, 44 años: Depende de la prueba y de la preparación. Casi siempre ansiedad por empezar, pero no por ello exceso de confianza. Además ilusión; sin ella no se corre.
Luis Hita: Cada carrera es un momento diferente. Al principio lo único que pensaba era en acabar lo mejor posible. Ahora pienso en disfrutar cada paso, cada momento.
"A pesar de estar rodeado de multitud de personas, estás a solas contigo pensando en el camino recorrido hasta el momento. Repasas mentalmente el plan y dices que todo está bien".
Juanjo Muriana, 42 años: Cierras los ojos y respiras profundamente. A pesar de estar rodeado de multitud de personas, estás a solas contigo pensando en el camino recorrido hasta el momento. Repasas mentalmente el plan y dices que todo está bien. Piensas en tu familia, en tus amigos y compañeros de entreno…te emocionas. Eres un privilegiado. Pase lo que pase es una historia, porque no hay dos carreras iguales.
Emilio Baeza, 50 años: Siento emoción y ansiedad por sacar fuera esos entrenamientos. Siento nervios por el rendimiento y la fatiga. Siempre hay dudas: ¿me habré quedado corto en los entrenos? Y también ansiedad si salimos de alguna lesión o por las condiciones del tiempo.
Roberto Iglesias, 52 años: Siento un subidón de adrenalina acompañado de emociones, todas positivas. El día de la carrera es el colofón a meses de esfuerzo. En esos segundos se pasan por la cabeza las sensaciones de los entrenos más duros, recuerdos de personas. Estás disfrutando en el cajón pero con el motor revolucionado como un Fórmula 1.
Jesús Alcalá, 42 años: Me siento sorprendido al comprobar que algo tan simple y natural como correr, sea capaz de generar valores y capacidades que de otra forma, no las habríamos adquirido. Me siento orgulloso del esfuerzo y compromiso para llegar a esa línea de salida, y estoy agradecido a los que me han ayudado y también sufrido.
José Javier Ramos, 43 años: No suelo experimentar miedo o nervios. La mente se evade de la realidad para protegernos de esas inseguridades. La noche de antes duermo mal pensando y visualizando la carrera. Todo depende del listón que cada uno se haya puesto y de los sueños mientras la entrenas.
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