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España no supo imponer su fútbol frente a Portugal. Lo logró ya en la prórroga, en la que su juego sí se asemejó al que cosechó los más encendidos y justos elogios hace cuatro años. Ocurrió cuando el rival, fatigado, dejó de apretar y Del Bosque, por fin, soltó algo sus miedos para enviar a sus hombres al ataque. Jesús Navas y Pedro provocaron que el absurdo juego de control del balón que está caracterizando a la selección en el torneo mutase en un fútbol más profundo, con la portería rival como su natural objetivo. Porque, nadie olvide, este juego fue creado para meter goles, algo que el seleccionador español, como todos sus colegas si se exceptúa a Löw, parece haber olvidado.
Defensa
España es el mejor equipo en el aspecto defensivo y de ello no sólo da fe que haya encajado un solo gol en cinco partidos, sino que Portugal se fuese del partido, igual que le ocurriese a Francia, sin crear una ocasión clara de gol. Hubo acercamientos peligrosos, lógicos en 120 minutos, debido a pérdidas de balón en el medio (una de Busquets) o cerca de la banda derecha española, abortados con la entrada de Jesús Navas, quien refrescó el ataque e incluso ayudó a Arbeloa. Con todo, la solidaridad del equipo en este punto es digna de elogio, pues pudo verse a Xavi y Silva, los dos peores futbolistas de España porque han llegado con la reserva encendida, en sendas ayudas defensivas de mucho mérito tras correr varios metros hacia atrás.
A ello, sólo hay que añadirle a un central que nunca se apura, como Piqué, y a un Jordi Alba que jamás vende su espalda, algo que ayer le copió Arbeloa. ¿Sergio Ramos? Estamos, sin duda alguna, ante el mejor defensa central que hay hoy en el balompié.
Ataque
España se ha olvidado de atacar. Los miedos de Del Bosque tienen al equipo acoquinado y sólo en los estertores del partido se sintió seguro para soltar amarras. Hasta entonces jugó a lo que quiso Portugal, quien no es que le discutiera la posesión del balón pero sí obligó a los hombres de Del Bosque a arriesgarlo más de la cuenta y, sobre todo, a jugar donde quisieron los de Paulo Bento, es decir, en la banda derecha de España. Allí se concentraron Arbeloa, el menos ducho con el balón, y Cristiano Ronaldo, el más peligroso en el bando portugués.
Tan poco llegó España al área lusa que cuando lo hizo Xavi y Cesc confundieron los términos y lanzaron desde lejos con escasa fe y con opciones de haber combinado. Sólo los amagos e internadas de Jesús Navas en una banda y los interiores de Pedro en la otra significaron una apuesta de verdad por el partido. Pero tardó en llegar esa ocasión clara de verdad.
virtudes
No pasar apuros en 120 minutos.
talón de aquiles
El equipo se ha vulgarizado y el manejo del banquillo es escaso y muy deficiente. Iniesta llegó medio fresco y ya asoma cansado.
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