Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Representación taurina
La consulta del especialista
Almería/Es un trastorno cada vez más frecuente. Antes era más propio de personas a partir de los 50 años, más frecuente en mujeres, pero ahora son los adolescentes los más propensos a sufrir este trastorno. Amaxofobia se denomina al miedo a conducir. Aquellas personas que lo experimentan con mayor intensidad pueden llegar a tener miedo incluso a ir de copiloto, a subirse en un tren o en un avión. El 70% de los jóvenes que se acaban de sacarse el carné de conducir la padecen. A la mitad de ellos, el miedo les llega a paralizar de tal manera que se considera una fobia, algo que les paraliza.
La más frecuente es haber sufrido una experiencia traumática ya sea al volante o estando dentro del vehículo, o haber padecido la pérdida de un familiar como consecuencia de un accidente. Algunas personas que la padecen son aquellas con baja autoestima o excesivamente sensibles, perfeccionistas, que quieren hacerlo todo perfecto pero que colisionan con la manera de conducir del resto. Un ejemplo sería no rebasar el límite de velocidad legal en un tramo, que provoca una marcha lenta a pesar de ser lo justo, con la desesperación, pitidos y recriminaciones del resto de conductores que se saltan las reglas.
Otra razón puede ser la desconfianza por la merma de alguno de los sentidos como la visión o el oído, por causas naturales o por las debidas a la toma de medicación ansiolítica, analgésica o de alcohol y drogas. Se puede dar en personas que están predispuestas como aquellas que sufren otras fobias como miedo a los espacios cerrados (claustrofobia), hipocondría (miedo a padecer una enfermedad) o agorafobia (miedo a los espacios abiertos o concurridos). Otros conductores pueden tener una amaxofobia parcial: personas que pueden conducir sin problema por una autovía o autopista, pero que una ciudad concurrida, con tráfico, semáforos y un ambiente mucho más complejo que requiere una atención más intensa, les puede paralizar.
Parece que ahora es más frecuente entre los jóvenes. Hasta la fecha la década entre los 50 y 60 años era la diana para sufrir miedo al volante. En este rango de edad, seis de cada diez son mujeres y cuatro son hombres. A partir de los 60 años, la ratio se iguala al 50% hombres y mujeres. El 50% de los que la sufren llegan a tener un miedo paralizante a conducir. Esto puede provocar la incomprensión del entorno de familia y amigos, pudiendo generar un sentimiento de culpa en la propia persona que lo sufre.
Pues como cualquier situación en la que el miedo/pánico sea el protagonista. Taquicardia, sudoración profusa (axilar y de manos incluida), sequedad de boca, inquietud, dolor de estómago, retortijones, temblor entre otros. También se puede dar una ansiedad anticipatoria: saber que luego o mañana hay un viaje planeado y hay que conducir, lo que provoca insomnio, diarrea, falta de aire o dolor en el pecho, como si tuviéramos una losa de plomo sobre el esternón.
Pueden darse pensamientos de naturaleza catastrofista como: voy a tener un accidente, tengo miedo a rayar el coche de mi padre, o no voy a ser capaz de subir esa cuesta, el coche se va a "calar" y los demás conductores van a comenzar a pitar, histéricos perdidos. Todo ello puede acarrear la negativa para conducir o incluso detener el vehículo en medio de la vía y apearse ante la imposibilidad de continuar con la conducción.
Como casi todo en la vida, la amaxofobia se puede curar o al menos poder sobrellevarlo de la mejor manera posible. El apoyo familiar y del entorno del afectado es clave. La persona se debe sentir apoyada y comprendida. Es importante que los padres o la pareja conduzcan y expliquen de manera tranquila los pormenores de una conducción básica con la persona afectada de copiloto. No debe haber reproches, nerviosismo o malos rollos porque podemos minar la confianza.
Hay un término que se usa mucho en el tratamiento de las fobias, se llama DESENSIBILIZACIÓN PROGRESIVA. Consiste en ir poco a poco: nos subimos al coche mientras está parado y nos familiarizamos con todos los mecanismos, sensores, pedales del vehículo. El segundo paso es ir de copiloto observando el entorno y las circunstancias de una conducción tranquila en una zona ya conocida. A continuación, repetir ese corto trayecto pero que sea la persona afectada la que lo realice.
Se va aumentando el tiempo, la distancia, la velocidad y la complejidad hasta que se puede considerar una conducción segura, efectiva y tranquila. El último paso es que la persona conduzca sola. La ayuda de un profesional de la Psicología es básica a la hora de proporcionar soluciones, salidas a situaciones complejas en momentos de pánico y de normalizar un problema al que se le puede dar salida. La realidad virtual o simuladores son de gran ayuda a la hora de "simular" escenarios y de acostumbrar a la persona que sufre de amaxofobia a poder manejarse en situaciones y circunstancias similares a las de la vida real pero dentro de un entorno completamente seguro.
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