Opinión
Súplicas a los indepes
La consulta del especialista
EL cartílago articular constituye un tejido altamente especializado que proporciona una superficie dinámica a los extremos articulares de los huesos que forman las articulaciones. Es como si fuera la funda que recubre los huesos que forman las articulaciones para que éstas puedan realizar el movimiento con la menor fricción y roce posible. Posee una gran capacidad para resistir, distribuir y transmitir las cargas compresivas y las fuerzas de cizallamiento a las que se someten las articulaciones durante la vida diaria, como ocurre cuando caminamos o saltamos, debido a su especial viscoelasticidad y su increíble durabilidad. No tiene terminaciones nerviosas ni tampoco vascularización, y se nutre por el soporte que le da el líquido articular. La superficie de contacto es lisa en cada extremo y se encuentra perfectamente lubricada, hecho que facilita el rozamiento entre superficies y que la natural resistencia al mismo que tienen dos cuerpos, sea escasa lo que alarga la durabilidad del contacto. La célula que lo forma se llama condrocito.
PROPIEDADES
Estas propiedades tienen muchas ventajas pero también suponen inconvenientes: ante una lesión traumática o degenerativa, el cartílago tiene escasa o nula capacidad de reparación, avocando a la articulación en cuestión hacia un proceso degenerativo con dolor y pérdida de función articular como principal exponente.
PRINCIPALES MECANISMOS DE LESIÓN
Suele presentarse en varones, deportistas relacionados con deportes de impacto como la carrera continua, fútbol y deportes de salto como baloncesto. Hay un tipo de lesión del cartílago que se presenta en la rodilla del niño entre los 10 y 15 años. Es la llamada osteocondritis disecante.
Como ocurre en la mayoría de las situaciones relacionadas con una lesión, un traumatismo suele ser el origen de la mayoría de las lesiones. Una caída sobre la rodilla, una torcedura de tobillo son causa suficiente para provocar el daño. Las regiones más frecuentemente lesionadas son las articulaciones que soportan la mayor parte del peso como son la rodilla y el tobillo, ambas en su parte interna. Es relativamente frecuente que se asocie a otras lesiones como las meniscales o las del ligamento cruzado anterior. El deportista suele notar dolor y le impide seguir realizando la actividad deportiva en eses momento. Sin embargo y en ocasiones, traumatismos repetidos sobre las mismas localizaciones, pueden provocar una lesión por fatiga de la superficie articular. El deportista nota molestias que poco a poco se incrementan, hasta el punto de no poder realizar la práctica deportiva.
El estudio con radiografía debe ser la técnica a realizar en primer lugar. No es fácil reconocer la presencia de una lesión de este tipo en ellas. La prueba más sensible y específica es la resonancia magnética. En ellas podremos valorar, no sólo el estado del cartílago articular, sino que se pueden apreciar si hay lesiones asociadas. Lo más frecuente es encontrar una lesión a modo de úlcera que deja al descubierto el hueso desnudo que hay debajo del cartílago.
TRATAMIENTO
Como el cartílago es un tejido que no es capaz de reparase por sí solo, las técnicas de reparación buscan crean un tejido que repare la lesión y que restaure la superficie articular a través de la formación de un nuevo tejido que estructural, funcional e idéntico al cartílago articular que sustituye, reduciendo de este modo, la incidencia y prevalencia de lesiones degenerativas en pacientes jóvenes y así de la artrosis.
Durante las últimas décadas se ha desarrollado diversos procedimientos quirúrgicos destinados a reparar las lesiones del cartílago. La utilización de condrocitos y otras células, combinadas con el desarrollo de nuevas tecnologías como es la ingeniería de tejidos y la terapia génica, pueden hacer que en un futuro a corto o medio plazo, se podría llegar a la regeneración definitiva de las lesiones del cartílago.
TÉCNICAS DE REPARACIÓN
Múltiples técnicas se han desarrollado para intentar dar solución a dichas lesiones en mayor o menor medida.
1.- Perforaciones con lavado y limpieza de la úlcera.
Mediante una artroscopia lo que se pretende es estimular al hueso que hay expuesto y permitir que las células madre del hueso esponjoso ( las que están en el lecho de hueso sobre el que reposa el cartílago) remodelaran y formaran un tapón de tejido que cubriera dicha lesión, como si fuera una costra que tapa la úlcera. Esto se realiza mediante un raspado de la zona dañada y provocando el sangrado de la misma.
2.- Mosaicoplastia
Esta técnica se basa en la obtención de uno o más cilindros obtenidos de áreas o zonas articulares de escasa carga procedentes de la rodilla e injertarlas en las zonas correspondientes al defecto, permitiendo rellenar el defecto mediante una matriz cartilaginosa perfectamente formada y organizada, restaurando así la superficie articular con mayor efectividad que la respuesta regenerativa obtenida por el primer grupo de técnicas.
3.- Cultivo autólogo de condrocitos.
Otra alternativa para la reparación es el cultivo de condrocitos autólogos (ACI), basado en la implantación de células del cartílago previamente cultivados, sobre los defectos articulares. Las lesiones del cartílago de tamaño importante tienen muy pocas posibilidades de solucionarse de forma autónoma, ya que aunque hay condrocitos en el cartílago vecino, son insuficientes en número como para reparar el defecto. Esto se intenta solucionar con el cultivo de condrocitos, introduciendo un gran número de células que reparen la lesión existente. El principal inconveniente es la necesidad de realizar dos internveciones, una para extraer las células y una segunda para implantarlas. El rango de edad es para pacientes entre 18 y 55 años, con un defecto o lesión condral entre 1 y 10 cm2 .
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