Los guardias del Apóstol

Senderismo

Jaime y José Miguel, dos Policías Locales, unen Almería y Santiago a pie a través del Camino Mozárabe, la Vía de la Plata y el Camino Francés

Pablo Laynez

27 de octubre 2017 - 02:33

El Camino Mozárabe
El Camino Mozárabe

Desde el pasado 17 de octubre, el Apóstol tiene su particular guardia santiaguina, dos Policías Locales de Almería que, ni cortos ni perezosos, decidieron hacer el auténtico Camino, según la ley del peregino: salir desde la puerta de tu casa para llegar a la tumba de Santiago el Mayor. Fueron 1.430 kilómetros los andados a lo largo de 47 días, con lo que recortaron en una semana las previsiones que tenían bien estudiadas. Decenas de municipio vistos, centenares peregrinos a los que saludaban al grito de "Buen Camino" y miles de pasos dados primero por el Camino Mozárabe (Almería-Mérida), luego por la Vía de la Plata (Mérida-Astorga) y finalmente por el concurrido Camino Francés (Astorga-Santiago). Todo ello, faltaría más, bajo el sol de justicia y el interminable verano con el que comenzaron el día 1 de septiembre en la Catedral de Almería hasta que entraron en la Plaza del Obradoiro el pasado día 17. Los grados pesaban más que las mochilas.

Todo comenzó para Jaime y José Miguel con un reportaje televisivo sobre el Camino de Santiago, pocos días antes de la tradicional Subida a Canjáyar. Esos 44 kilómetros le supieron a poco a ambos, compañeros de escudo y uniforme, que se lanzaron a por el reto que les pedía su intrépida mente. "Nos levantábamos todos los días a las seis de la mañana para andar y entrenar. Los compañeros muchas veces nos veían y nos decían que estábamos locos", recuerda orgulloso y con el deber cumplido José Miguel.

Por poco común que parezca, el Camino Mozárabe desde Almería comienza a tener sus peregrinos. Así, los dos policías no tardaron en encontrar compañeros de ampollas. "En Rioja nos juntamos con cuatro franceses y un italiano, todos mayores", a la par que comprobaron que la orografía local es dura. "Las sierras de la provincia en dirección a Granada son muy exigentes, es todo subida y bajada", llegando los primeros problemas no lejos de aquí: "En La Peza recorrimos 38 kilómetros sin nada alrededor, ni un solo grifo de agua".

Y así fueron quemando etapas, visitando albergues, cruzándose con jabalíes en Guadix, atravesando fincas privadas por la Vía de la Plata, donde tenían que abrir y cerrar las puertas de la propiedad, y hasta tuvieron un encontronazo sorpresa con un mastín que no entendía mucho de peregrinos. Por desgracia, Galicia los iba a recibir calcinada por culpa de unos inconscientes. "Desde O'Cebreiro ya se notaban los incendios, se veía el resplandor a lo lejos. En Melide se veía el sol fucsia, los ojos escocían y los bancos de las pulperías estaban llenos de cenizas".

Último esfuerzo, Santiago ya espera con esa agradable neblina que hace tiritar al peregrino madrugador. La Plaza del Obradoiro luce radiante (lástima del maldito andamio en el pórtico de la Catedral), el botafumeiro los espera, pero en la misa no cabía una vieira más. "Estaba llena, no dejaban entrar a nadie, pero nos topamos con dos sacerdotes muy agradables. Les dijimos que veníamos desde Almería y resulta que el mejor amigo de uno de ellos es de Macael y nos permitieron entrar", para darle el esperado abrazo al Apóstol y convertirse en su guardia almeriense.

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