El gran poder de la mente

La consulta del especialista

Un golpe o hueso roto afecta a la zona dañada y también a nuestro cerebro

Centro de investigación de la mente.
Antonio Ríos

09 de diciembre 2018 - 06:00

¿Quién no se ha caído alguna vez y ha sufrido un traumatismo, ya sea más o menos serio, pudiendo llegar a fracturar un hueso? Prácticamente todo el mundo. Contrariamente a lo que se podía pensar, un golpe o un hueso roto no solo afectan a la zona dañada, sino también tiene repercusión en nuestro cerebro, así como suena.

Esta idea me la refirió mi amigo y entrenador personal Lorenzo García mientras “me maltrataba” con uno de sus ejercicios. Al terminar la sesión me envió el artículo realmente interesante. Loren, como popularmente le llamamos sus amigos, es un tipo preparado y en constante estudio. La revista se llama Neuromecánica Lab y en el número de enero de este año expone un concepto fascinante: imaginería motora.

Si salimos a caminar de forma regular, estaremos fortaleciendo de forma directa los músculos, pero también estamos estimulando las redes neuronales, las zonas del cerebro donde se representan esos músculos y articulaciones

Se sabe que cada rincón del cuerpo humano tiene su representación en una zona concreta de nuestro cerebro, y en esas áreas las neuronas se unen formando redes que son grupos de neuronas conectadas unas con otras. Si salimos a caminar de forma regular, estaremos fortaleciendo de forma directa los músculos de las piernas como son los gemelos, los de los brazos al ir acompañando el movimiento de andar, pero también estamos estimulando las redes neuronales, las zonas del cerebro donde se representan esos músculos y articulaciones, provocando un incremento de la coordinación muscular, de la velocidad de reacción y de la propiocepción que es el sentido que tiene el cerebro de la posición de nuestras articulaciones sin necesidad de estar mirándolas. Entonces, si una persona se fractura una pierna, al igual que los músculos se atrofian por el reposo y el dolor, también lo hacen de alguna manera las redes neuronales correspondientes, perdiendo eficiencia en el aspecto motor, de coordinación y de la propiocepción. Se produce lo que se llama una inhibición motora a nivel de cerebro causada por los receptores del dolor presentes en todas las partes del cuerpo. Las conexiones neuronales se enlentecen y contribuyen a empeorar la situación.

¿Por qué se produce esta respuesta?

Es una medida de protección. Si los receptores del dolor (nociceptores) han informado al cerebro de un daño muscular, óseo o de cualquier otra naturaleza, el cerebro deja de enviar estímulos a esas zonas dañadas evitando que se produzcan contracciones o movimientos que puedan agravar el daño. Es como si se cerrara la zona a estímulos cerebrales, un apagón neurológico.

Imagen de un cerebro humano.

Y ahí es donde entra la imaginería motora. La imaginación mental es infinita, no tiene límite. Podemos imaginar cualquier cosa por imposible que parezca. En el deporte y en la medicina hace tiempo que se utiliza. Si visualizamos una carrera antes que se produzca, un partido, una intervención quirúrgica o un músico visualizando esa partitura compleja y los movimientos de sus manos, los resultados son mucho mejores, habrá mejores sensaciones y posiblemente estaremos preparados para cualquier eventualidad que pueda surgir el día que sí corramos esa carrera o juguemos ese partido. La imaginería motora consiste en imaginar mentalmente movimientos de músculos y articulaciones de nuestra anatomía. Es una representación mental, no conlleva la realización del movimiento en sí, sólo nos lo imaginamos. Esas áreas del cerebro que estimulamos realizando mentalmente los movimientos o ejercicios, son las mismas que luego se encargan de mover físicamente las zonas que hemos imaginado. Se ha visto que, si se ejecutan mentalmente, no físicamente, determinados ejercicios sobre la zona que ha sufrido el daño, la recuperación es más rápida y la pérdida de fuerza, coordinación muscular y articular así como la propiocepción se incrementan entre un 10 y un 35% comparados con la no realización de dichos ejercicios mentales.

Ejemplo

Imaginemos que sufrimos un esguince de tobillo, la lesión más frecuente que se produce en el ámbito deportivo. Es de una envergadura tal que requiere una inmovilización con férula durante dos o tres semanas. La movilidad del tobillo se reduce a cero. En respuesta a la lesión, los músculos de la pantorrilla, y del pie comienzan a atrofiarse y a perder tono en el mismo momento. Lo mismo les ocurre a las redes neuronales donde se representa el tobillo. Sin embargo, vamos a realizar un experimento. Con la férula puesta sobre el tobillo, el paciente debe visualizar su tobillo realizando una contracción intensa de la musculatura de la pantorilla que dure varios segundos, sólo la realizamos mentalmente, no físicamente. Lo mismo con el movimiento de tobillo hacia arriba y hacia abajo o los lados. Imaginamos que mantenemos la contracción intensa durante varios segundos. Eso se repite durante alrededor de 15 minutos y un mínimo de tres veces a la semana. La evolución una vez se retira la férula y se comienza la rehabilitación es sorprendente, acortándose los plazos de recuperación y limitando los daños en la velocidad de transmisión del impulso nervioso a los músculos, la capacidad de contracción y la propiocepción.

La imaginería motora es una herramienta fundamental para mejorar la conexión cerebro-músculo-articulación

Pero esta imaginería motora no sólo se puede aplicar cuando hay una lesión, también se puede usar como herramienta para un entrenamiento normal, como ayuda a los ejercicios de fuerza que se realizan. Se observan incrementos en el rendimiento físico comparados con grupos donde no se ejecutan estos ejercicios mentales. Así que tanto en el deportista sano como en el lesionado, la imaginería motora es una herramienta fundamental para mejorar la conexión cerebro-músculo-articulación incrementando la eficiencia neuronal, la conexión con otras neuronas, los impulsos hacia los músculos, ligamentos y articulaciones.

Otro uso que cada es más extendido se da en los pacientes que han sufrido un ictus. Si han perdido la movilidad de una mitad del cuerpo, se les invita a imaginarse realizando los movimientos de la mano o del pie que se encuentra paralizado, aunque físicamente no puedan. De esta manera se activa la red neuronal responsable de dar movilidad a esa zona concreta, intentando recuperar esa zona del cerebro dañada por el ictus.

La inmovilidad es el enemigo. Y como muchas otras cosas, podemos vencerla con la mente, convertirla en nuestra aliada en lugar que sea un enemigo. El poder de la mente es infinito.

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