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La consulta del especialista
Todos los veranos, en plena ola de calor leemos noticias acerca de fallecimientos relacionados por el calor. Unos caen fulminados mientras se ejercitaban a horas intempestivas, o cuando un niño o una mascota quedan olvidados en vehículos a pleno sol con consecuencias tan dramáticas como evitables.
El ser humano está mejor adaptado para hacer frente a ambientes cálidos que a fríos. Sin embargo, de sobra es conocido a lo largo de la historia el desastre que supuso para ejércitos y poblaciones la presencia de olas de calor.
El golpe de calor es la tercera causa de muerte más frecuente entre los deportistas, por detrás de las lesiones medulares y la muerte súbita. Es importante conocer los mecanismos por los que se regula la temperatura para poder prevenir estos problemas.
La temperatura en el organismo no es uniforme en todas las regiones, depende de la profundidad a la que se encuentren, por lo que es distinta la temperatura central con respecto a la periférica. La central es la que tiene órganos como el cerebro o los pulmones y es de 37º C, no debiendo variar más de medio grado al día ya que está regulado de forma muy precisa.
Cuando dicha temperatura central se modifica en exceso o por defecto, desde los 35 a los 40 grados, se producen trastornos muy graves para el organismo. La temperatura periférica medida en la piel, oscila entre los 32 y 34 y sí puede variar de forma más amplia que la central. La regulación de la temperatura es debida a la interacción de la piel, el sistema cardiovascular y el cerebro.
La información recogida por los receptores de la piel se trasmite hasta la médula y de ahí al cerebro; en concreto, al hipotálamo, donde se encuentra el centro regulador de la temperatura. Dicho centro se activa cuando la temperatura central supera los 37 grados.
Entonces, se inicia una cascada de respuestas en el organismo para evitar que dicha temperatura ascienda. Por ejemplo, se produce una vasodilatación en la piel, se ponen en funcionamiento las glándulas sudoríparas y, comenzamos a sudar. De esta manera, el cuerpo se enfría.
El ascenso de la temperatura corporal durante el ejercicio depende de la temperatura ambiente. Si hacemos deporte a una temperatura de 20 grados, el cuerpo puede llegar a subir a 38 grados. Si la temperatura ambiente es de 36 grados, podemos alcanzar los 40 grados dentro de nuestro organismo.
El corazón durante el ejercicio envía sangre a los músculos para que funcionen, pero al haber un ambiente extremadamente caluroso, la piel necesita también un aporte extra de sangre para poder enfriar al cuerpo y comenzar a sudar. Entonces se produce un problema al no disponer de suficiente sangre para ambas funciones:
-El músculo se fatigará al no recibir la cantidad de sangre adecuada que se encuentra en la piel. El ritmo de sudoración puede llegar hasta 1.5 litros a la hora durante el esfuerzo prologando. Esto hace que el cuerpo tenga una cantidad menor de líquido circulando en su interior, con lo que se agrava el problema.
-O bien la piel se queda sin sangre, que es desviada al músculo, por lo que la temperatura corporal puede aumentar de forma peligrosa. Si a eso le sumamos el calor, la humedad y la imposibilidad de enfriar la temperatura, se instaura la hipertermia.
Es la situación más grave debida a la exposición al calor. Su mortalidad puede alcanzar el 70% de los casos, por lo que se trata de una urgencia vital. El golpe de calor clásico consiste en un mal enfriamiento de la temperatura corporal y suele aparecer en pacientes ancianos o en aquellos con enfermedades crónicas.
El golpe de calor debido al esfuerzo se debe a una excesiva producción de calor por parte del cuerpo. Suele afectar a jóvenes poco entrenados y debido a la realización de un ejercicio intenso o a personas que permanecen en un ambiente excesivamente caluroso sin ventilación ni hidratación. No tiene por qué hacer mucho calor, basta con que haya una humedad relativa alta para que lo precipite. La temperatura corporal puede llegar a 41 grados.
El exceso de calor provoca una desnaturalización de las proteínas, lípidos y de las funciones principales de los órganos más importantes del cuerpo, pero sobre todo afecta al cerebro. Se suele manifestar como:
-Confusión y agitación que puede llegar al coma. Dificultad para hablar e incluso convulsiones.
-Hipotensión con taquicardia. Se aprecia una deshidratación marcada, pudiendo llegar a producirse un shock debido a una arritmia cardíaca.
-Alteración de la coagulación pudiendo provocar sangrado por la nariz u otras hemorragias espontáneas.
-Curiosamente el paciente no suda debido a la alteración de los mecanismos de regulación del sudor.
-Fracaso renal y respiratorio.
El tratamiento urgente consiste en la reducción de la temperatura corporal por debajo de los 39 grados. Debemos retirar la ropa, ventilar al enfermo con abanicos o lo que se tenga a mano y mantener la piel mojada. El traslado al hospital debe hacerse cuanto antes.
-Importante conocer la temperatura ambiente y las condiciones climatológicas donde vamos a realizar la actividad deportiva o donde vayamos a permanecer.
-Aclimatación durante 7-10 días en el sitio donde se realice la prueba, si vamos a realizar un esfuerzo físico intenso.
-Hidratación. La deshidratación progresiva reduce la capacidad de sudoración así como una menor cantidad de sangre que va a la piel y enfría al organismo. ¿Cómo podemos saber cuanto tenemos que beber? Es importante saber cuánto peso hemos perdido al realizar pruebas similares. Con el cálculo de la pérdida podemos valorar el líquido a reponer. Además, debemos reponer los iones con bebidas isotónicas. Al menos debemos beber cada 20 o 30 minutos incluso sin tener sed. Cuando ésta aparece puede ser demasiado tarde y estar comenzando el proceso de deshidratación.
-La vestimenta durante el ejercicio debe ser transpirable, permitiendo que el sudor se evapore y enfriando el cuerpo.
Ojalá el verano que viene no tengamos que leer sucesos tan desagradables como evitables relacionados con el calor.
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