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Fútbol I 2ª RFEF
Juan Gabriel Cortés Fernández, Gabri, cuando se pone las botas y salta al terreno de juego, es uno de esos futbolistas al que le dicen que hay que ir a jugar un partido al desierto del Gobi en verano y él va. Y si le proponen una pachanga en Alaska en medio de una glaciación, se pone una térmica y también la juega. Es un enamorado del fútbol, uno de esos jugadores de los que los clubes echan mano en los momentos económicamente complicados, ayudan a reflotar la nave pero, al final, no reciben el reconocimiento que se merecen precisamente por su naturaleza humilde.
¿Se imaginan una dura jornada de trabajo en la obra y por la noche, cuando apetece descansar, coger el macuto e irte a entrenar? ¿Y tener que hacer a diario 340 kilómetros entre Adra y Pulpí, con su respectiva vuelta a casa? Pues ésa fue la rutina de Gabri durante cuatro temporadas y media: cuatro vistiendo de celeste y media de rojinegro, puesto que firmó por el Real Jaén a mitad de esa campaña. Normal que el abderitano, un pura sangre en el centro del campo, portara con orgullo el brazalete de CD El Ejido y Atlético Pulpileño.
Ahora en el Adra, lejos del fútbol profesional que casi consigue la pasada campaña en las filas del Linares, el abderitano vivirá este fin de semana el primer choque oficial en la categoría de sus dos exequipos. “Un derbi siempre es un partido especial, que se vive con mucha tensión. No es un Ejido-Almería, que es el derbi provincial que más hemos vivido, pero sí que va a ser bonito a ver quién puede ser el segundo equipo de la provincia”, dice el futbolista, que conserva un viejo conocido en el vestuario del Pulpileño, Emilio, no así en el del CD El Ejido.
De ambas etapas guarda muy buenos recuerdos. Primero vistió de celeste. “Fueron mis mejores momentos futbolísticos, me hice un nombre en el mundo del fútbol gracias al CD El Ejido. Conseguimos el histórico ascenso de Tercera a Segunda, fue una auténtica gesta. Había equipos mucho más fuerte que nosotros, como el Malagueño, y nosotros éramos niños de El Ejido, Vícar, Adra, La Mojonera... Llegábamos al vestuario con las botas de la obra, nos cambiábamos y a entrenar”, recuerda con cariño.Tras llegar a Segunda B y jugar grandes partidos, el abderitano bajó una categoría para aportar también su granito de arena en San Miguel. “Es un club humilde, pero un club señor. Se portaron muy bien conmigo pese a que estuve poco tiempo. Había un vestuario muy bueno y me dolió tener que dejarlo, estaba muy a gusto, pero es que el viaje diario desde Adra era complicado. Tardaba hora y media en ir y hora y media en volver, de noche ya después de entrenar. Repito que el Pulpileño se portó muy bien, que incluso me ofreció una casa donde dormir, pero tenía que estar en la mía y al final se me hacía muy difícil el viaje”, dice con la tristeza de no haber podido ofrecer en Pulpí todo lo que tenía dentro.
"Al ser del Poniente, me tira algo más el celeste, pero es que al Pulpileño le deseo lo mejor, quiero que cumpla sus objetivos”
Con la perspectiva que da el tiempo, el portador de ambos brazaletes espera que este fin de semana se vea un gran espectáculo en Santo Domingo. “Voy a intentar ver el partido por Internet, creo que va a ser de los mejores de esta nueva categoría. Al ser del Poniente, me tira algo más el celeste, pero es que al Pulpileño le deseo lo mejor, quiero que cumpla sus objetivos y se salve al final de la temporada”, finaliza el abderitano que aunque se sigue quitando el gusanillo del fútbol en Miramar, todavía mira de reojillo alguna posible propuesta: “No sé si volverá a irme, me gusta mucho el fútbol, pero ahora la familia me necesita aquí”.
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