Me duele todo, mañana llueve
Síntomas. Los huesos y articulaciones se revelan contra la meteorología y protestan ante lluvia, viento y frío Población. Tiene sentido, sobre todo en pacientes que sufren de artrosis
Esa frase que parece un tópico la escucho con frecuencia en mi consulta en determinadas épocad del año, sobre todo en gente de cierta edad o en aquellos que han sufrido recientemente alguna fractura. Es como si los huesos y articulaciones se revelaran contra la meteorología y protestaran ante la lluvia, el viento o el frío. ¿Hay alguna razón científica en ello o es simple sugestión de los pacientes?
Este comentario tiene sentido, sobre todo en los pacientes que sufren de artrosis, cuando las articulaciones se desgastan. La artrosis es la forma de discapacidad musculoesquelética crónica más frecuente sobre todo cuando afecta a cadera y rodilla. Dentro de las enfermedades osteoarticulares, es una de las más frecuentes y su incidencia y prevalencia irá en aumento al aumentar en valor absoluto y relativo el porcentaje de personas mayores de 65 años en nuestra población. Puede afectar a 1 de cada 5 personas que se encuentren en estas edades, llegando a invalidar al 10% de la población que la padece.
Definimos artrosis como el resultado de eventos mecánicos y biológicos que desestabilizan el proceso de creación y destrucción de los condrocitos, de la matriz extracelular y del hueso subcondral, pudiendo llegar a provocar en sus estadíos más avanzados, dolor, inflamación, crepitación, pérdida del rango de movilidad y de función articular.
Dependiendo de que se conozca la causa o no que inicia la enfermedad, hablaríamos de artrosis primarias o idiomáticas y de artrosis secundarias a alguna causa, como por ejemplo una fractura intraticular.
Por orden de frecuencia, las articulaciones de las manos las de la columna vertebral, la rodilla, la cadera y la metatarsofalángica del primer dedo del pie, son las más frecuentes. La progresión de esta enfermedad es exponencial dado el aumento en la prevalencia de la población anciana en nuestro días. Se estima que el número de artroplastias totales de rodilla se incrementará en un 10% en los próximos años y las de cadera en un 2.5%.
En cuanto a las causas implicadas en el inicio y desarrollo de la enfermedad, varios factores se han postulado como los posibles causantes el peso corporal, la edad, el sexo, la actividad laboral, la práctica deportiva, la densidad mineral ósea, la terapia hormonal sustitutiva, las lesiones previas, factores genéticos etc…
El dolor es el motivo de consulta más frecuente del paciente artrósico. Se exacerba con el uso (mecánico) y se alivia con el reposo. Puede empeorar con el cambio de tiempo, con el frío, y suele mejorar con el calor seco local, y un clima caluroso y seco. La rigidez es el segundo motivo de consulta al médico. Suele ser matutina o bien cuando el paciente ha estado en reposo unos minutos tras haber realizado una caminata o alguna actividad. El enfermo refiere que es una sensación como si la musculatura y todo el tejido periarticular los tuvieran pegados al hueso y eso le impide moverse con normalidad. La limitación en la función de la articulación es otra de las manifestaciones clínicas. El paciente no puede realizar sus actividades de la vida cotidiana como puede ser su aseo personal, realizar ejercicio físico o simplemente ponerse unos calcetines. A veces la causa de esa discapacidad es el dolor, otras veces es debida al estrechamiento de las superficies articulares o al malalineamiento de una extremidad como ocurre en la gonartrosis severa; otras veces por la debilidad muscular asociada a la artrosis que puede provocar cierto grado de inestabilidad. Otro signo puede ser la inflamación de la articulación debida a la reagudización de la enfermedad y la coexistencia con una artritis, lo que provoca además del hidrartros, calor, enrojecimiento y dolor no sólo con el movimiento sino en reposo y sobre todo, por la noche, impidiendo el descanso nocturno.
"El dolor y la incapacidad funcional son los principales predictores de la evolución hacia una artroplastia; y ambos son los mayores determinantes de pérdida de calidad de vida de los pacientes".
¿Cómo influye el clima en el dolor articular?
Hay varios factores meteológicos que sin duda intervienen para que el paciente se encuentre peor, sobre todo en primavera y otoño donde los cambios de tiempo son más bruscos y podemos pasar del frío al calor y viceversa de un día para otro.
-Cambios de temperatura: si pasamos de una situación de calor a frío o viceversa, nuestro organismo debe adaptarse a tal circunstancia, y los mecanismos reguladores que se encuentran en el cerebro actuar para que la temperatura corporal no varíe. Hay dos grupos de edad especialmente susceptibles: los ancianos y los niños. En ellos, la termorregulación es más dificultosa y tarde más en lograr ese equilibrio por lo que la musculatura tienda a contraerse provocando dolores de espalda o rodillas.
-Cambios de presión atmosférica: es otro factor clave. Igual que los oidos se taponan al subir o bajar bruscamente, el líquido articular también cambia de consistencia y viscosidad provocando molestias y crujidos sobre todo en los pacientes mayores cuyo líquido sinovial es menos resistente que en aquellos pacientes más jóvenes.
-Humedad: los que viven cerca del mar refieren tener mayor frecuencia de dolor articular que los que viven en zonas más secas. Por eso no se recomienda a personas con enfermedades reumáticas la cercanía al mar ya que se agrava su sintomatología.
¿Cómo conseguir que la artrosis no duela?
La terapia en artrosis debe incluir un tratamiento personalizado (la percepción del dolor en esta enfermedad varía entre individuos), debe ser continuada en el tiempo y no sólo en los períodos con dolor, y es importante informar al paciente y a su entorno acerca de dicha patología degenerativa.
Lo primero a la hora de prescribir un tratamiento es:
-¿Cómo es el paciente?: la edad, comorbilidades y la medicación actual concomitante.
-¿Cómo es la artrosis?: hay que valorar el grado de incapacidad, los tratamientos previos administrados, su eficacia y valorar el estadío radiológico de la enfermedad.
Los analgésicos tradicionales asociados con cremas analgésicas o parches de aplicación local ayudan a aliviar el dolor en los momentos malos. El ejercicio físico en los momentos donde no hay dolor para poder fortalecer la musculatura que rodea las articulaciones, mejorando el equilibrio, la calidad ósea y la coordinación.
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