El disfrute antes que las medallas

Cristina Trejo, pese a triunfar en su disciplina, da prioridad a su satisfacción personal antes que a los logros deportivos "Ir a los Juegos Olímpicos es el mayor sueño de mi vida", confiesa

Cristina Trejo reproduce en el Estadio de los Juegos Mediterráneos su método de lanzamiento.
Cristina Trejo reproduce en el Estadio de los Juegos Mediterráneos su método de lanzamiento.
Jesús Noguera Almería

30 de julio 2016 - 05:02

Hasta que uno no tiene en su mano la bola, que parece pesar bastante más de cuatro kilos, no aprecia verdaderamente la hazaña de esta almeriense de 17 años. Si pecas de osadía y la lanzas, alcanzando con suerte los tres metros, es cuando eres plenamente consciente de que proyectarla doce debería estar considerado como una heroicidad.

El exitoso viaje deportivo de Cristina Trejo comenzó hace solamente cuatro años. Un corto periplo que tuvo su cénit este pasado junio cuando se proclamó campeona de España de lanzamiento de peso. Una disciplina a la que llegó tras pasar por el balonmano y el kick boxing. En esa coyuntura, una bonita casulidad le hizo decantarse por esta especialidad y a día de hoy aún está agradecida por ello. "Empecé saltando longitud, haciendo salto de vallas, velocidad...Un día mi profesor me dijo que era de peso. Poco a poco iba entrenando, sin imaginar que iba a llegar a algún campeonato", recuerda.

Cuando aún daba sus primeros pasos en el lanzamiento de peso realizó la mínima para el Campeonato de Andalucía. Poco después hizo la propio para el torneo nacional. Ahora, con perspectiva, Trejo rememora sus primeras experencias a gran escala. "Pagué la novatada, estaba perdida y con nervios. Me sirvió para coger experiencia y fue una vivencia genial", explica sonriente.

Sus primeras gestas no eran fruto de un día y por eso no le hizo falta mucho tiempo más para hacerse una habitual de los podios andaluces y nacionales. Unos metales que le allanaron el camino hacia la cima, esa que tocó en Castellón hace algo más de veinte días. En su temporada más compleja, no ha sido una labor sencilla preparar su desembarco en la universidad, el oro acarició su cuello. Un momento que perdurará en su memoria hasta el final de los días. "Yo iba primera en la clasificación y en la mejora lanzaba la última. Cuando lanzó la segunda y no me superó se me cayó el mundo encima. Empecé a temblar, aunque llevaba todo el torneo haciéndolo, y mi último lanzamiento es en el que verdaderamente disfruté", recuerda de ese instante. Aunque cualquiera soñaría con meterse en su piel y vivir esos segundos como propios, ella no guarda una felicidad plena de esa vivencia. "Quedar campeona de España ha tenido un sabor agridulce. Sabía que podía dar mucho más de mí, mi marca no ha sido ni mucho menos lo que esperaba", explica ahora. Ese hambre voraz le hace ser autoexigente hasta tal límite, aunque sus palabras invitan a la reflexión. "Fisícamente estaba preparada para más, pensábamos que podía llegar a 12.60. ¿Qué pasa? Iba primera y creía que podía quedar campeona. Nunca me había puesto nerviosa, pero esta vez sí. Eso me hizo cometer muchos fallos", recapitula como si en su mente lo viviera de forma paralela.

Pese a ello, su alegría al remermorarle el logro es mayúscula, aunque admite no haberse saboreado aún con profundidad las mieles del triunfo. "Sinceramente no lo he asimilado mucho, porque muchas veces he deseado ser primera. Cuando me estaban dando la medalla pensaba que eso no podía estar pasando", evoca con palabras llenas de entusiasmo.

Con la fortuna a su favor, ahora su gran anhelo es poder entrar a formar parte del Centro de Alto Rendimiento Deportivo de León, donde sería tutelada por el mismo entrenador del glorioso Manolo Martínez. "Sería dejarlo todo para perseguir un sueño. En lo deportivo no tengo ni palabras. Entrenar con los mejores de España y de Europa sería un premio enorme", reconoce. Con la sapiencia de la dificultad que implica poder entrar, una negativa en su solicitud no significaría un paso atrás. "La beca sería como un premio, por eso no me desmotivaría quedarme aquí. Estoy muy a gusto con mi familia y con mi entrenador de siempre. El mayor premio para mí es disfrutar del deporte", comenta con una calma evidiable.

La cercanía de los Juegos Olímpicos de Río obliga a que el acontecimiento aparezca en la conversación. Los ojos de Cristina se iluminan al hablar del evento por antonomasia del deporte. "Son muy grandes porque hasta tus ídolos lloran. Que me pase a mí es el mayor sueño de mi vida", dice. Tal es el deseo, que no le importaría renunciar a muchas cosas. "El premio final merece el camino", confiesa.

A su corta edad sorprende su madurez mental y su capacidad de superación, aunque quizá ahí resida la receta de su éxito. Una gloria que está para que la paladeen personas con tales principios. La cima es su sitio.

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