Que se besen, que se besen en El Arcángel (1-1)

Córdoba cf - ud almería

El Almería se salva pese a la estupidez de Lolo Reyes al descanso y gracias al triunfo del Girona en Ponferrada con gol del exrojiblanco Cristian Herrera. Los 15 últimos minutos fueron un pacto de no agresión entre andaluces.

Que se besen, que se besen en El Arcángel (1-1)
Paco Gregorio

04 de junio 2016 - 18:15

Todo siguió el guión previsto, con dramatismo a borbotones, pero el previsto: el Mallorca se salvó ganando en Valladolid pese al maquillaje inicial del tanto local, Almería y Córdoba ejecutaron un tácito pacto de no agresión entre andaluces cuando vieron que la igualada en efecto les servía a ambos y la Ponferradina daba con sus huesos en Segunda B al caer en casa ante el Girona gracias a un gol del exrojiblanco Cristian Herrera, a quien habrá que agradecerle eternamente los servicios prestados.

Dicho así pareciera todo muy sencillo, pero la tarde tuvo sus dosis de angustia y sufrimiento desbocado para que cristalizara la permanencia en la última jornada después de haber estado nada menos que 30 metidos en el infierno. Era un duelo a todo o nada, a cara o cruz, y para ello Soriano confió en la versión currante del equipo, con el trivote Azeez-Lolo-Vélez.

Lo cierto es que los rojiblancos fueron netamente superiores a un Córdoba muy mermado por las bajas durante la primera mitad. Tras unos minutos de tanteo, las ocasiones empezaron a sucederse en la cuenta visitante, pero no había acierto rematador en los metros finales.

Dubarbier, bien a balón parado, bien con cabalgadas por su banda y centros al área, fue el auténtico ejecutor de la ofensiva. Una volea de Michel en el segundo palo tras córner botado por el argentino desató las hostilidades, respondidas por una acción de Fidel en la que Pedro Ríos no llega por poco a culminar.

Eso fue todo lo ofrecido por los de Oltra en el primer acto porque el Almería empujó más y mejor cimentado en un Azeez sobresaliente en la zona ancha. Un pase en profundidad del nigeriano a Michel acaba con taconazo del brasileño rozando el gol. En otra jugada bien trenzada por Kalu Uche y Dubarbier era Quique quien recibía en el área, pero su remate a bocajarro y sin dirección se topaba con Falcón. El gol se palpaba en el ambiente e iba a llegar por medio de Quique al aprovechar un despiste defensivo de Abel Moreno para sacarse un zurdazo desde la frontal ajustado al palo.

Las mil gargantas almerienses que había en El Arcángel estallaban en júbilo y se las prometían felices hasta que Lolo Reyes entró en escena cometiendo una soberana estupidez que casi cuesta un serio disgusto.

Al borde del descanso el chileno se enzarza de forma absurda con Pedro Ríos en las narices del árbitro y tras un empujón inicial le lanza el antebrazo por dos veces a la altura del rostro sin venir a cuento. Extraño cuando menos.

Arcediano Monescillo se saca la tarjeta roja del bolsillo y se la planta en la cara. Llegados a este punto huelga reproducir los comentarios escuchados en la redacción, pero baste con señalar que su supina idiotez fue tendencia de inmediato en redes.

Por delante restaban 45 minutos que con un efectivo menos y ante un Córdoba necesitado de marcar para entrar en el play-off por los resultados que se daban en otros campos podían hacerse muy cuesta arriba.

Y así aconteció. Soriano no movió ficha, reordenó al equipo montando una línea de cuatro en la media don doble pivote en lugar del trivote y Uche para pescarlas en punta. Oltra sí arriesgó más introduciendo a Pineda por un desdibujado Markovic. Dio en la tecla. La primera acción del recién ingresado fue un remate cruzado que no vio puerta por poco y en la siguiente asistía a De Tomás para que este fusilara a Casto ganándole la acción a Saveljich, su marcador.

El partido entraba en un nuevo escenario, muy fastidioso para los intereses rojiblancos, ya que un tanto de la Ponferradina en El Toralín los mandaba al hoyo. En esos instantes, con Uche incapaz de culminar una contra por su falta de velocidad, quizá la situación hubiera demandado la entrada de Chuli para aguantar balones arriba, fajarse con los contrarios y oxigenar a sus compañeros, pero Soriano andaba con la mirada perdida en el banquillo, ensimismado, como superado por la situación de tensión que se estaba viviendo.

De repente a alguien se le encendió la bombilla. Había que perder tiempo como fuese para alargar el partido en la prolongación y ver cómo acababa el choque del Bierzo, pudiendo especular así con el resultado propio. Azeez perdió un par de minutos antes de dejar su sitio a José Ángel y Dubarbier hizo lo propio minutos después.

Esos impases sirvieron para intercambiar impresiones en el campo entre jugadores de uno y otro equipo. El Córdoba ya era sabedor de que con el empate les valía y renunció a hacer sangre porque con uno menos el Almería no estaba para florituras. Rondaba el minuto 70 cuando el pacto de no agresión andaluz se hizo efectivo.

Fue un armisticio en toda regla porque el balón ya no llegó a ningún área, sin moverse de la línea del centro del campo. La grada disfrutaba con lo que a ojos de un aficionado ajeno al convite era un timo solo comparable al Alemania Federal contra Austria del Mundial de España 82. En El Arcángel solo faltó gritar el famoso 'que se besen, que se besen', pero rondó por la mente de todos.

Con la salvación en el bolsillo toca hacer limpia. Hay una docena de piezas válidas, el resto deberán ser cercenadas. Es hora de que Alfonso y Soriano se sienten a planificar un equipo y no una pandilla de bailarinas.

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