Un banco de pirañas

El Acta de Vivancos

Casto niega culpabilidad en el claro penalti sobre Iván Martos / Javier Alonso
Ramón Gómez-Vivancos García

28 de octubre 2019 - 00:02

Almería/Bienvenidos a la Segunda División. No lo digo por la afición almeriense, que ya sabe cómo se las gasta esta categoría, sino más bien por ciertos jugadores rojiblancos que, si pretenden desplegar su calidad sobre el terreno de juego, van a tener que hacer un esfuerzo extra. Puede que en Primera los Vada, Coric o Darwin se sientan más cómodos, pero antes de eso hay que solventar un trance complicado.

Y si no que se lo digan al Zaragoza, Girona, Rayo o Las Palmas que, como la actual versión de la UDA, son conjuntos con un perfil demasiado exquisito para este infierno de presión y trabajo. En el curso anterior los de Fran Fernández hacían de Extremadura, de Mirandés o de Ponferradina, peleaban, corrían y todos muy juntitos achicaban los espacios a base de sacrificio.

Faltó una pizca de lo que poseen los equipos más técnicos, de ese toque final que permite subir un escalón más. Sin embargo, numerosos conjuntos dotados técnicamente se han ido quedando en el camino de una categoría que te devora si no estás atento, como si ejercieran los más modestos de pirañas futbolísticas.

En la rentrée victoriosa de los de Emanuel, el equipo que vestía de rojiblanco intentaba jugar de forma pausada, sin ejercer presión alguna al contrario. El equipo que vestía de oscuro no paraba de presionar con dos y hasta con tres jugadores sobre el oponente. Aun así salieron victoriosos los rojiblancos por ciertos detalles de Lazo o de Coric, por ejemplo.

Lo ocurrido durante todo el choque ha sido un aviso, más allá de los goles del final. O cumples con la ley que impera, o si no los mejores lo pasarán mal. Una vez que se iguala lo físico, lo técnico arrasa. Así ascendió, por ejemplo, Osasuna hace unos meses.

Aunar ambos mundos es labor del técnico almeriense, si no desea ver cómo se desesperan jugadores que deben marcar las diferencias y que a buen seguro se desenvolverían mucho mejor en la máxima categoría. La segunda plaza debe dar la pausa necesaria en busca de ese equilibrio que permita salir airoso del trance que supone competir en esta categoría

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