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OBITUARIO
Almería/"Nuestra camiseta lleva el rojo de la pasión, el de la lucha en cada partido, y el verde de la esperanza, la que tengo de ver algún día a este equipo en Primera División", fueron las emotivas palabras que pronunció Tito Pedro en la Delegación de la Junta, en el Paseo de Almería, cuando recibió, hace ya más de una década, el Reconocimiento del Pueblo Andaluz por su entrega a la causa de la libertad y la democracia, la misma que mostró también con el fútbol formativo durante toda su vida. Una vida que se apagó en la noche de este jueves a los 93 años de edad, dejando un gran dolor en el mundo del balompié almeriense en el que, tras ser un auténtico pionero en años en los que era muy complicado poner una primera piedra, deja una huella imborrable como una de sus piezas claves.
Pedro Pérez, por todos conocidos cariñosamente como Tito Pedro, padre de tres hijos, pasó sus últimos años en la Residencia de Mayores Ballesol, donde siempre contaba a todo aquel que le visitaba miles de recuerdos y anécdotas vividas desde que decidiera darles un balón a los chavales de la Plaza Pavía que veía corretear desde la peluquería de Pedro Mesas, donde aprendió su profesión cuando tenía sólo 12 años. Allí, en la trastienda de dicho negocio, fundó en los 50 al histórico UD Pavía y donde apostó, junto a Javier Verdejo, por poner la primera piedra del fútbol veterano en la provincia.
Tito Pedro nació en la calle Regocijos el 9 de febrero de 1926, en El Quemadero, hijo de Pedro Pérez Castillo, socialista y sindicalista, hombre importante en la UGT de Almería en aquella época que "por defender a la clase trabajadora", como siempre recordaba su hijo, cumplió pena de cárcel. Siempre fue el modelo a seguir para Tito Pedro, que sufrió muy de cerca las consecuencias de la Guerra Civil. Pero con el fin del conflicto, llegaba la hora de recuperar la sonrisa y este precoz peluquero lo hizo con el fútbol, deporte con el que contagió de felicidad a decenas de chavales del barrio de Pescadería que pusieron de moda con el paso de los años la elástica arlequinada.
El fútbol siempre fue la senda de la estabilidad en la agitada vida de este luchador incansable que fue padre y abuelo de cientos de críos que soñaban, y aún sueñan, ser amantes de la pelota. Durante mucho tiempo tuvo la espinita clavada de no poder ver jugar en su barrio de fundación al Pavía y vivió intensamente la salida de los equipos arlequinados de El Seminario, quedándose los canteranos del Pavía huérfanos de campo. En aquel viejo terreno de juego que estaba bajo el amparo de los curas, las tapas de lomo que él mismo hacía en la plancha del ambigú se hicieron casi internacionales.
La historia de la UD Pavía abría un nuevo capítulo en 2004 cuando se inauguró su nuevo campo, unas modernas instalaciones que, como no podía ser de otra forma, llevan el nombre de Tito Pedro, el almeriense de las mil y una historias sobre el balompié, un humilde peluquero que dio una vía distinta a la calle a numerosos jóvenes. En la redacción de este periódico se escucharon atentamente sus reflexiones cuando realizaba su habitual visita. Casi siempre lo hacía para saludar y descansar un poco las piernas tras varias horas caminando por la ciudad para pegar los carteles del próximo partido de su Pavía.
Almería entera se pone el crespón negro por su marcha, en agradecimiento a toda una vida dedicada al fútbol base almeriense, movido siempre por el corazón y jamás por la ambición. Como bien dijo en una de sus últimas entrevistas concedidas a Diario de Almería en su habitación de la Residencia Ballesol, desde donde perdía cada día su mirada sobre el verde de la Ciudad Deportiva de Los Ángeles, "si hay otro mundo, creo que tengo un puesto ganado". Descanse en paz, Tito Pedro.
El sentido del humor fue una de las grandes y más visibles virtudes de Tito Pedro, incluso cuando su salud empezaba ya a flaquear. Prueba de ello fue la versión erótica que realizó del drama romántico Don Juan Tenorio, publicado en 1844 por José Zorilla. Tras cambiar cuidadosamente algunas frases de la trama de esta joya de la literatura española, dándoles un toque personal picante, pero siempre con una elegancia muy característica, Tito Pedro imprimió varias copias de dicha versión erótica para regalarlas varias personas, entre ellas a tres periodistas de Diario de Almería. Su constante lenguaje irónico y su ácida pluma alegró muchas mañanas la redacción de este periódico.
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