Quince años en la LFP
UD almería
El 29 de junio se cumplió lustro y medio desde que la UDA abandonara las catacumbas del fútbol
Fue el éxito de un equipo con sello local, que conectaba con la grada
Por suerte, Luis Miguel Ramis enderezó hace unos meses la pésima trayectoria de una Unión Deportiva Almería que iba cuesta abajo y sin frenos hacia Segunda División B, categoría que abandonó un caluroso sábado 29 de junio de 2002 en uno de los campos más vetustos, por entonces, del fútbol nacional: Pasarón, en la otra punta de España, Pontevedra.
La historia contemporánea de la UDA la empezaron a escribir un grupo de jugadores semiprofesionales, la mayoría de acento almeriense, que contaba con el cariño de la grada por su raza y su gen competitivo. Después de muchas temporadas con la ciudad dividida entre dos clubes, pasando penurias en el cementerio de elefantes que para el balompié son Tercera y Segunda B, la Almería futbolística apostó por la fusión de Poli y Club de Fútbol. Ni pantalón azul ni blanco, uno rojo con un escudo en el que el indalo simbolizase esa reunificación de sentimientos. Y para ello, nada mejor que José Ortiz Bernal (Club de Fútbol) y Francisco Rodríguez Vílchez (Poli Almería) comandando la delantera.
Eran tiempos de comerse la cabeza durante la semana para cuadrar el presupuesto y diversión sobre el césped los fines de semana. Costaba un mundo pagar las nóminas a los jugadores, los ingresos eran mínimos, pero las victorias, y victorias, y más victorias de los domingos hacían que todo fuera miel sobre hojuelas. El Campo Municipal a secas, todavía sin el merecido recuerdo a Juan Rojas, era parte fundamental de aquel proyecto que tenía como objetivo asentarse en el grupo IV de Segunda División B y que dio con sus huesos en la categoría de plata, que no pisaba un club capitalino desde la campaña 1996-97.
Las vallas, la megafonía entrecortada, el olor a césped recién cortado y regado, la cercanía del juez de línea al que prácticamente se podía tocar estirando el brazo, las porterías a rebosar de rollos de papel higiénico y el confetti cuando salían los equipos o el histórico marcador con algunas luces amarillas y otras rojas, forman parte de ese halo entre viejo y mágico que envuelve a la milagrosa temporada 2001-02. Todo iba a comenzar en agosto de 2001con una pequeña decepción, que luego no sería tal, ante el Cartagonova. El Almería iba ganando todo el encuentro por 1-0 con gol de Raúl y en los últimos cinco minutos empataban los murcianos gracias a Marcos. Sin embargo, entonces hasta los rojiblancos tenían un servicio jurídico que funcionaba y recurrieron por alineación indebida del blanquinegro Dani, sancionado de la temporada anterior. Eran los tres primeros puntos de los 73 que iban a sumar los de Casuco, entrenador que había sustituido la temporada anterior a José María Salmerón en el banquillo, a cuatro puntos de la zona de salvación, y que no sólo iba a asentar a la recién nacida UDA, sino que la iba a llevar a la Liga de Fútbol Profesional.
Poco tiene que ver ese grupo IV con el actual. Presidentes todopoderosos como Murado (Motril) o Quique Pina (Ciudad de Murcia), y ayuntamientos que sostenían a históricos como Ceuta, Mérida, Granada... Frente a eso, un gato bajo palos del Parador, un mago en la medular de La Mojonera junto a su mejor escudero de Roquetas, un goleador de Los Ángeles, un habilidoso extremo del Zapillo, un ratoncillo en la mediapunta del Plus Ultra... ¿Recuerdan cómo acabó todo? Pregunten si no a Borja Fernández, futbolista de la UDA hasta hace unas semanas, que vivió con el Madrid B en sus carnes el orgullo de aquel equipo.
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