Osteosarcoma, esa palabra maldita
LA CONSULTA DEL ESPECIALISTA
En Oncología relacionada con huesos y articulaciones, ese cáncer es el enemigo público número 1, resistente a casi todo, que atosiga al pequeño paciente hasta que éste pierde la batalla
Almería/ESTA palabra que define a una enfermedad maldita se encuentra en el ojo del huracán en este momento. La enfermedad de Xana, la hija del exentrenador de Barcelona Luis Enrique, con final triste, copa las portadas de la prensa nacional y deportiva así como de los telediarios y las radios. Han sido meses de una batalla en solitario contra un enemigo implacable en el que la biología maligna ha sido la vencedora contra la química y la cirugía. Ese fue el motivo por el que el exseleccionador decidió dejar de lado cualquier cosa y centrarse en la enfermedad de su hija, sabedor que este partido iba ser duro, muy duro. No se han hecho público detalles de la enfermedad durante el tiempo que ha durado el tratamiento hasta que la pequeña Xana no ha podido más. No ha hecho falta. Todo el mundo intuía una enfermedad realmente seria.
El responsable de este fatal desenlace se llama osteosarcoma. Cualquier traumatólogo que escucha ese nombre da un respingo. En Oncología relacionada con huesos y articulaciones, ese cáncer es el enemigo público número 1. Es un asesino despiadado, implacable, resistente a todo o casi todo, que acosa y atosiga el pequeño paciente hasta que éste pierde la batalla. Es un tipo de tumor raro pero con un pico de incidencia entre los 10 y 16 años. No se le conoce motivo ni causa, ni siquiera una predisposición genética a la que poder enfocar la investigación en su contra. Simplemente llama a tu puerta, sin avisar y para quedarse. Se forma en las células inmaduras del esqueleto por eso su predilección por los que se están creciendo, adolescentes sobre todo, y se localiza en los extremos de los huesos largos como es la tibia, fémur y húmero. He tenido la desgracia de diagnosticar varios casos de osteosarcoma. Recuerdo niños con dolor y la presencia del temido “bulto” en el codo, la rodilla o la cadera. La cosa empieza de forma insidiosa, sibilina, sin ruido, como una molestia. Para cuando el niño advierte a sus padres, a veces ya es demasiado tarde. El 80% de las veces en el momento del diagnóstico, ya hay metástasis implantadas a lo largo de la anatomía, y lo que es peor, sólo se detectan el 20%, al menos al comienzo. Cuando esto ocurre, la esperanza de vida se reduce mucho.
El estudio con radiografías o TAC suele ser suficiente para diagnosticar, las imágenes son esclarecedoras de sobra. La imagen que da en la radiografía es como el fogonazo de un rayo sobre una noche oscura. El que lo ve una vez no lo olvida. La cirugía con frecuencia conlleva la amputación de la extremidad para salvar al resto, aunque a veces no es suficiente si quiera. La quimioterapia también está indicada para ayudar a contener la enfermedad. La supervivencia ronda el 50% de los casos.
Los tumores malignos de hueso son agresivos y en ocasiones son los vencedores de la batalla: sarcoma de Ewing, tumor de células gigantes, condrosarcoma entre otros. No son frecuentes ya que representan el 1% del total de tumores del cuerpo. En los niños, solo el 5% del total. Por suerte son raros.
¿Podemos hacer algo en nuestra vida diaria para tener menor riesgo de sufrir esta enfermedad?
Se sabe que la actividad deportiva como vida saludable, reduce el riesgo de sufrir cáncer, pero no todos. El tabaco, alcohol, la alimentación, todo eso tiene una influencia determinante en casi la mayoría de los tumores, pero no en estos tumores óseos o en algunos que afectan al sistema nervioso como los astrocitomas, simplemente te toca. Pero eso no quita que podamos llevar una vida saludable que reduzca la posibilidad de aparición de esa enfermedad de nombre maldito.
El ejercicio físico contribuye a reducir el riesgo de sufrir procesos oncológicos:
-Dificulta el almacenamiento graso, facilita su movilización, reduciendo el peso corporal.
-Mejor respuesta al stress al disminuir las catecolaminas, como la adrenalina. Esto, de forma indirecta, reducirá la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y respiratoria.
-Aumenta el metabolismo de riñón e hígado, depurando todos los tóxicos del organismo así como los productos de desecho como son los radicales libres, que son los primeros responsables de producir la mutación de las células sanas y convirtiéndolas en células tumorales.
Menor tendencia a formar trombos en arterias. El tono de las arterias es mayor que en el paciente sedentario. Además, debido a la reducción del colesterol “malo” y un incremento del colesterol “bueno”, también se reduce el riesgo de sufrir la formación de una placa de ateroma que a la larga, crea un trombo.
-Mayor capacidad inmunitaria, disminuyendo la aparición de catarros e infecciones, sobre todo, de las vías respiratorias.
-Mejora de la circulación periférica.
-Aumento del HDL y descenso del LDL. El HDL es el colesterol “bueno” que reduce la incidencia de sufrir un ataque al corazón o un infarto o trombosis cerebral. El LDL es el colesterol “malo”, es el que provoca la arterioesclerosis y acúmulo de placas de ateroma en las paredes de las arterias, sobre todo de las coronarias.
-Aumento del peristaltismo, reduciendo la posibilidad de estreñimiento.
-Disminución de la frecuencia cardíaca en reposo y con ejercicio. Un corazón más grande: podrá impulsar más sangre en cada latido. Un corazón mas fuerte: podrá impulsar con más potencia la sangre. Un corazón menos graso: será más eficiente en cada latido.
-Mejora del retorno venoso (previene varices). Las paredes de las venas se hacen más resistentes y duras y de esta manera se evita que se dilaten y se provoquen varices.
Muchos autores afirman que una persona de 65 años que haga ejercicio físico a diario tiene una mayor capacidad física y vital que una persona de 45 años que no realiza ninguna actividad física. Estamos hablando de retrasar muchas variables del envejecimiento casi 20 años, dependiendo de cada persona, eso sí.
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