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Ganan la inmortalidad (3-0)
Almería-girona
El Almería abre las puertas de la gloria avasallando al Girona. Aleix inaugura el marcador al cuarto de hora y Charles sentencia con doblete. El Mediterráneo, lleno, estalla de euforia.
El ascenso del Almería no disminuirá la larga lista del paro en la provincia, tampoco hará retornar a quienes marcharon a Alemania en busca de un futuro más próspero. Pero inevitablemente servirá para que los primeros puedan presumir de equipo con sus compañeros de Real Madrid o Barça en las tertulias de los lunes al sol o para que los segundos les digan a los fritzde turno a boca llena que su equipo, el de ese pequeño rincón del sureste español, es de Primera.
El ascenso del Almería no acabará con la crisis, pero el subidón de autoestima permitirá a quienes la padecen en sus carnes darse unos días de alegría desbordada y levantarse por un tiempo con otra sensación distinta a la de esperar que las agujas del reloj giren más deprisa.
El fútbol es especial porque consigue estas pequeñas a la vez que grandes cosas en vísperas de una noche de San Juan ya inolvidable para Almería y su provincia, que pasará a los libros de historia como lo hizo la del 19 de mayo de 2007 o la de aquel lejano 10 de junio de 1979.
Para conseguir un ascenso es tan importante la labor de presidente y entrenador como la de utillero o fisioterapeuta, pero quienes verdaderamente saborean la gloria son los futbolistas que pisan el verde. Desde ayer, los jugadores de la UD Almería saben que han entrado en el reino de la inmortalidad, reservado a un puñado de privilegiados.
Los años pasan y la memoria flaquea, pero en las hemerotecas y videotecas quedará el recuerdo imborrable de la generación que protagonizó el tercer ascenso en la historia del fútbol almeriense. Todos han aportado su granito de arena, pero tal vez cuatro nombres simbolicen el tesón aportado por el grupo: Corona, Soriano, Charles y Esteban.
El talaverano y el maño al rubricarlo por segunda vez con idéntica camiseta. En el caso del primero luciendo el brazalete de capitán y siete años de fidelidad ininterrumpida a un club donde se siente como en casa. El guardameta, por verse como un niño con zapatos nuevos tras certificar el primer ascenso de su carrera con 37 años en el DNI. Y qué decir de Charles, su treintena de goles lo refrenda todo y saboreará Primera en plena madurez tras un largo periplo por campos de Segunda B y Segunda desde que llegara hace más de una década desde su Brasil natal.
A ese cuarteto es de justicia añadir a Aleix Vidal por su gran promoción, sin desmerecer la labor de un colectivo '10' que refrendó el ascenso por la puerta grande, avasallando a su rival y demostrando quién merecía la gloria.
Fue el partido perfecto en la noche perfecta. Aprendida la lección del susto sufrido ante Las Palmas, el Almería dejó las especulaciones a un lado y se comió al contrario desde el primer minuto de forma literal, con una intensidad inusitada e impropia de un equipo que ha jugado 50 partidos este curso entre Liga y Copa, con un generoso esfuerzo físico.
Y es que los rojiblancos borraron del mapa a un Girona empequeñecido cual liliputiense ante Gulliver. Dos cabezazos desviados de Charles y Soriano ejercieron de preludio a la primera hemorragia de alegría de la tarde.
Corona sacó un córner en corto para Aleix y tras un tuya-mía entre ambos el tarraconense hizo un recorte dentro del área y soltó un latigazo pegado a la cepa del poste ante el que nada pudo hacer Becerra. Los fantasmas, si al cuarto de hora de juego alguno los conservaba, empezaban a disiparse.
Rubi veía ya en ese instante a su equipo pulular impotente por el terreno dejuego y el marcador al descanso pudo ser peor para sus intereses si Jaime Latre se decide a pitar un posible penalti de David García sobre Aleix.
El 1-0 al descanso era tranquilizador, si bien el Girona seguía estando obligado a lo mismo para torcer la balanza del ascenso hacia su lado: marcar dos goles. Le fue imposible, entre otras cosas por la seria labor defensiva de Gunino, Christian, Pellerano y Trujillo, respaldados por Verza.
Con ellos al 120%, Corona y compañía solo tuvieron que preocuparse por crear juego y traducirlo en goles. El segundo casi a la vuelta de vestuarios, con una buena acción de Iago Falque burlando a un contrario para dejarle el remate a placer a Charles.
La fiesta se desató en el graderío con cánticos de todo tipo y una inmensa ola que iba a preceder al tercero de la noche. Charles, como Raúl en la final de la Champions ante el Valencia, se dio una solitaria carrera desde el centro del campo y se plantó ante Becerra para dribrarlo y marcar. El colofón para una noche mágica no pudo ser mejor. Y luego devino la inevitable invasión de campo, porque nada hay mejor en la vida que hacer felices a los demás.
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