Francisco se da un tiro en el pie en Eibar

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El Almería se ve desarbolado en la primera media hora en la ciudad armera Francisco cambia su errática disposición inicial en un campo encharcado a los 34 minutos, con 3-0 en el marcador El crédito se le agota

Zongo -desaparecido en combate como el resto- pugna con Albentosa.
Paco Gregorio

09 de diciembre 2014 - 05:02

Árbitro: González-González (castellano-leonés).

Tarjetas:Amarillas Dani García (34'), Corona (46'), Thomas (52'), Capa (84') y Wellington Silva (86').

Goles1-0 (2') Piovaccari recorta a Trujillo y bate con disparo raso de zurda a Rubén. 2-0 (20') Saúl Berjón se marcha en velocidad, dispara, toca en Vélez y marca. 3-0 (30') Albentosa cabecea un córner en el punto de penalti libre de marca. 3-1 (43') Soriano remacha a gol un córner prolongado por Zongo y Trujillo. 4-1 (57') Raúl Navas de cabeza en el segundo palo sin oposición. 5-1 (74') Capa a la escuadra con un derechazo desde la frontal. 5-2 (76') Édgar a centro de Ximo.

Incidencias: 14ª jornada de la Liga BBVA. Ipurúa. 4.200 espectadores.

Hay derrotas que son un mero obstáculo en el camino y otras que dejan huella. La del Almería ayer en Eibar fue de esas que manchan un expediente y provocan cuando menos una profunda reflexión. Porque los rojiblancos se vieron superados en todas las facetas del juego por un rival que viene haciendo muy bien las cosas, cierto, pero que no deja por ello de ser un novato en la categoría. Tampoco se puede recurrir esta vez a la manida excusa del desequilibrio presupuestario. Fueron mejores, infinitamente superiores, y punto.

Con el Real Madrid en casa y el Celta de Vigo a domicilio en el horizonte, ganar en Ipurúa era clave para poder acabar el año en una posición más desahogada, pero lejos de ello, el equipo vuelve de tierras guipuzcoanas plagado de dudas y sin terminar de definir su verdadera identidad, algo que el Eibar tiene bien claro desde la primera jornada.

El cuadro armero, confeccionado con retales de uno y otro equipo, tiene la habilidad de dominar todas las suertes del juego, ya sea el balón parado o las acciones combinativas, y con una mezcla de ambas cualidades desarboló a un enclenque Almería.

¿Pero hasta qué punto tuvo culpa en la goleada el acierto del Eibar? ¿O lo facilitó todo la inoperancia unionista? La fusión de los dos conceptos ofrece la explicación. Francisco cargó la escopeta para darse un tiro involuntario en el pie desde el mismo momento en que anunció su pretensión de jugar en Ipurúa igual que ante el Rayo en el Mediterráneo. Frente a los vallecanos se vio al mejor Almería de la temporada, pero conviente no confundir Lepanto con Las Navas de Tolosa porque aunque el resultado fue el mismo, los contendientes eran distintos.

Por esa sencilla regla de tres parecía una temeridad prescindir del juego de espaldas de Soriano o su presencia aérea en un feudo tan dado al juego directo. Visto a posteriori parece sencillo de apostillar, pero a los entrenadores se les paga para confeccionar alineaciones a priori que minimicen los daños y ayer dejar al maño en el banquillo pareció una frivolidad que el propio Francisco percibió arrepentido a la media hora de juego.

El problema es que ya era demasiado tarde porque su equipo perdía por 3-0. Encajar el primero de la tarde a los dos minutos pudo condicionar el planteamiento de los almerienses, pero el mayor condicionamiento vino por la inmovilidad para variar el esquema trabajado durante la semana pese a ver que el campo se encontraba encharcado por la incesante lluvia que caía sobre la localidad vasca. En esas condiciones tal vez se hubiera hecho más aconsejable la aportación de músculo de Azeez en la media en lugar del toque de Corona, aunque al capitán no puede reprochársele ser de los pocos que intentó dar la cara en medio de la zozobra generalizada.

Recrearse en la debilidad mostrada por el Almería no conduce ahora a ninguna parte, pero el cuerpo técnico debería tomar buena nota de algunos vicios adquiridos y, para ello, basta con desgastar los botones de play y pause viendo repetidos cada uno de los goles del Eibar. En el primero poco hay que decir al tratarse de un duelo individual que Piovaccari le gana a Trujillo y el italiano define con acierto mediante un disparo raso lejos del alcance de Rubén.

La forma en que llega el segundo, sin embargo, sí le ha costado más de un disgusto este curso al equipo. Pérdida de balón en la zona media, a los laterales les pilla a contrapié la acción y se quedan descolgados, por lo que tiene que salir el central a tapar el hueco en la banda y ahí el extremo encara con ventaja, en este caso el habilidoso Saúl Berjón, quien tras acomodarse ante Vélez disparó a puerta con la fortuna de que el esférico tocó en el central catalán y despistó a Rubén.

El tercero, obra del central Albentosa, deja en mal lugar al propio Vélez, caracterizado hasta la fecha por sus buenos marcajes. En este caso acusó la diferencia de centímetros con el alicantino, que le ganó la partida por arriba para cabecear a la red el 3-0. La inmediata entrada de Soriano fue una alucinación cuyo efecto se disipaba en el arranque de la segunda mitad, donde se reprodujeron errores idénticos pese al paso por vestuarios.

El cuarto del Eibar viene en otro córner que Raúl Navas remata libre de marca en el segundo palo (ya no se ve ni en el patio del colegio), mientras que el quinto se origina en una combinación entre Abraham y Capa, que fusila a la escuadra. Una galería de horrores que urge corregir mientras a Francisco se le va agotando el crédito.

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