El parqué
Álvaro Romero
Subidas generalizadas
Liga adelante
Pitaba el comienzo de partido Arcediano Monescillo, un silbido que marcaba el comienzo de una carrera de nueve meses. Saber salir bien era casi tan importante como estar preparado para el ultrafondo que es la Segunda División, no basta con un sprint a lo Usain Bolt, es más bien un triatlón en el que habrá altibajos, lesiones y partidos tras los que habrá que contener la euforia y/o decepción. Sólo con espíritu de hierro se consigue el éxito en una categoría para ultramanes.
Sergi y los suyos sabían la importancia de comenzar con buen pie, en un domingo de Feria ventoso ante una afición que comenzaba la campaña más enganchada a su equipo que la terminó el año pasado. Enfrente estaba uno de esos equipos característicos de Segunda, lobo con piel de Cordero. Un Leganés sin nombres, pero con el desparpajo de un conjunto que arranca el año sin miedo y con la intención de dar la sorpresa en los campos grandes. El Mediterráneo es uno de ellos y encima el conjunto rojiblanco es el gran favorito en todas las apuestas. Noventa minutos tenían los almerienses, con un once de gala dominador y de buen manejo del balón, para comenzar la temporada llevando la voz cantante.
Se estaban emitiendo todavía por el vídeomarcador imágenes de goles del año del ascenso o de la permanencia con Francisco, cuando el Almería ya estaba atacando y creando ocasiones. La afición elevaba la vista a lo alto de las pantallas de los fondos y recordaba con nostalgia a Charles y su estilo peleón. En 5 minutos cambió Chuli las añoranzas por aplausos, los que necesitó primero para insistir en un balón dividido al que sólo van los que tienen olfato y fe, e instantes después tiró un desmarque bordenado el fuera de juego y puso un centro al área, donde debe estar el balón, que era medio gol. Iago Díaz y Quique, dos complementos ideales para aprovechar los espacios que siempre crea un delantero incordio, pusieron su firma en los goles.
Seis minutos y la afición había disfrutado más que en la agonizante temporada pasada. No por el resultado, sino por el juego y la sensación de superioridad que estaba mostrando el equipo. No era una tarde fácil para jugar bien, por el fuerte viento y por el rival, pero el Almería quiso intentarlo, eran las consignas de Sergi. El esférico corría y los madrileños detrás de él. La defensa pepinera no daba abasto para frenar las felchas rojiblancas que subían por las bandas y esquivar la pica, con el 12 a la espalda, que percutía por el centro. Soplaba un vendaval y no era sólo el poniente.
El problema que puede tener este equipo, además de que hay buenos equipos, es el propio Almería, la suficiencia. Hubo minutos del partido en los que se gustó tanto, que perdió en zonas peligrosas y el Leganés hizo lo que debía, sacar las uñas y dar algún arañazo sin provocar sangre. Cuando los rojiblancos lo notaron, no les entró el miedo, no se acularon. Atacaron con un jugadón de buen, mejor de gran equipo. De equipazo. Duba corre la banda a lo Bolt, se la pone en los pies a Chuli que con un toque de calidad asiste de primeras a Iago. Los buenos, además de físico y potencia, tienen inteligencia.
El 3-0 relajó en exceso, sobre en los veinte últimos minutos cuando Sergi quitó a los cerebros, Fatau y Corona. El trabajo estaba casi hecho, casi muy bien hecho, pero no terminado y pasó lo mejor que podía pasar. El Leganés dio un buen pescozón a los rojiblancos que se habían ido a la Feria antes de tiempo. Los puntos se quedaron, la lección es bueno aprendérsela.
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Álvaro Romero
Subidas generalizadas
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Aranceles a la vista
Opinión
Trumpitos y trumpitas
No hay comentarios