“Correr una maratón te cambia la vida, te hace invencible”
Polideportivo | Entrevista a Antonio Ríos
Antonio Ríos desgrana los entresijos de su obra más personal y posiblemente carismática
Te hace sentir capaz de enfrentarte al reto de los 42 km. 195 metros
–El título de su libro es ‘Cuatro horas’, pero usted sueña con que sean tres.
–Ahora mismo estoy más cerca de las tres. Hice 3 horas 25 minutos en la maratón de Sevilla, que se acerca más a las tres que a las cuatro. Pero como marca más asequible, sin sufrir, son cuatro horas; tres está al alcance de muy poca gente, no sólo hay que entrenar, sino que hay que valer y correr mucho, mucho, mucho.
–Es el objetivo que se marca cualquier corredor ambicioso: bajar de cuatro horas.
–No es lo mismo hacer una maratón, que correr una maratón. Correrla es para intentar bajar de cuatro horas; hacerla la puedes hacer en el tiempo que quieras, es mucho más asequible.
–¿Cómo se siente Antonio con su última obra literaria?
–La acogida que está teniendo es muy buena, a la gente le gusta que sea un libro más personal. Hay personas que se sienten muy identificadas cuando se narran las experiencias en las pruebas, del sufrimiento, de las muchas circunstancias que rodean a un maratón. Muy satisfecho con el libro, con la acogida y con lo que se va a recoger para la asociación a la que va destinada.
–¡Qué bonito es que se una deporte y solidaridad!
–Para mí es fundamental. Mi hobbie es escribir y es algo que yo lo considero solidario. En este caso, colaboro con A Toda Vela. Si podemos acortar la distancia entre la discapacidad y la normalidad a través del deporte, sería genial.
–A nivel deportivo y cultural, ¿qué moraleja vamos a extraer de su obra?
–Con ilusión, motivación, humildad y trabajo se pueden conseguir todos los sueños que uno se proponga, todos. Desde subir al Everest hasta ser presidenta de las Naciones Unidas, con lo que sueña mi hija. Una persona puede hacer una maratón, una familia puede educar a un niño con discapacidad, cualquier reto está al alcance de tu mano, eso sí, con mucho trabajo.
–¿Es la obra más centrada en la maratón?
–Es bastante más madura que la del Sillón a la Maratón, con más experiencia. Entonces llevaba seis pruebas, ahora llevo quince y lógicamente he evolucionado también como escritor. Eso hace que los sentimientos que he querido exteriorizar, se plasmen mejor que cuando era un novato corriendo o escribiendo.
–¿Qué se siente con esa medalla en el pecho que recoge las seis ‘Majors’?
–He hecho algo que poca gente ha conseguido. Me considero una persona muy normal, no soy un gran corredor, soy un gregario que se pone el mono de trabajo y hace lo que puede. El hecho de conseguirlo me da mucha satisfacción. Yo soy de los que acaba las cosas que empieza: un libro que no me gusta, me lo termino; una carrera que se tuerce, saco el pico y la pala para llegar a meta...
–Los días de cualquier persona tienen 24 horas, los de Antonio deben de tener el doble...
–También tiene 24, pero yo las exprimo un poco más. Uno siempre saca tiempo cuando le gusta lo que hace, no lo considera un trabajo. Yo termino la consulta, levanto la tapa del portátil y me pongo a escribir. O me pongo a repasar morfología con mi hija Paloma cuando está haciendo los deberes. El secreto es tener ilusión y si encima tienes habilidad para ello, mucho mejor.
–¿Es más complicado el entrenamiento o el maratón?
–Cuestan las dos cosas, pero quizás más los kilómetros finales de la maratón, los seis últimos son durísimos. Se enciende el piloto de la reserva y te exprimes, das todo lo que tienes. En un entrenamiento es raro quedarse vacío; en una maratón no te queda ni un gramo de fuerza.
–¿Qué le produce más satisfacción a Antonio: entrar en meta, una operación bien realizada o la presentación de una obra?
–Siempre una operación bien realizada, es una responsabilidad muy grande. Hay días en los que ayudas más a la gente, porque son problemas de más fácil solución, pero hay otros que llegas mal a casa porque no has podido resolver como te hubiera gustado. Yo he nacido para ser médico, una operación es para toda la vida, es una marca en el cuerpo para siempre. No hacerla bien carga tanto en el paciente como en los hombros del doctor.
–Un consejo para el principiante en los 42 kilómetros y 195 metros.
–La ilusión te hace volar. Yo siempre tengo en el horizonte una prueba y eso te mantiene enchufado. También es importante que te apetezca entrenar, que estés deseando que llegue el domingo para pensar: “Otra semana más de entrenamiento”. Luego disfrutas corriendo por las calles de la ciudad, tu vida es totalmente distinta desde el momento en el que te pones el dorsal. Ya eres un maratoniano, has tenido el coraje de apuntarte, pocas cosas más se te pueden resistir, eres prácticamente invencible.
–Nos vemos en Central Park, ¿en cuánto vamos a para el cronómetro?
–Allí nos veremos. Nueva York no es una maratón para hacer tiempo, es para disfrutarla. La he corrido dos veces y he disfrutado como un niño. Es un sitio mítico, es la maratón que tiene que correr cualquiera. No merece la pena estar mirando al asfalto cuando puedes estar disfrutando del ambiente, de los edificios, de lo que es Estados Unidos. Se te va a quedar grabada en el cerebro toda la vida.
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