Contra viento y marea
El Acta de Vivancos
Los valientes mueren con las botas puestas, pero Gomes dejó de lado su idea para echarse en manos de cualquier chispazo individual
Almería/Así es imposible. Si el primero que pierde los nervios es el entrenador, apañados vamos. De repente, Gomes se sacó de la chistera un esquema que nunca había utilizado, una disposición clásica que en este caso perjudica la profundidad de los laterales rojiblancos, tan ofensivos ellos. Lo de Corpas ya es conocido, si llega no las pone y hasta fue capaz de molestar las subidas de Balliu.
Como remate, Gomes dejó en el banquillo a Samu en beneficio de Petrovic, con el insulso De la Hoz de acompañante. O sea, el todavía entrenador rojiblanco renunció a su esquema a las primeras de cambio, introduciendo unas piezas que en ningún caso podrían compensar el desorden en el que se vieron envueltos unos jugadores que al menos le pusieron tesón. Fue como navegar en un barco con un capitán al frente completamente ido.
El choque en Las Palmas me dejó entrever que con insistencia se podrían empezar a lograr objetivos de cara a consolidar el sistema y sobre todo por ir acoplando a ciertos jugadores que todavía se encuentran en pretemporada por su llegada tan tardía. Los valientes mueren con las botas puestas, pero Gomes dejó de lado su idea para echarse en manos de cualquier chispazo individual. Sigo pensando que hay mimbres y que las críticas sobre jugadores como Carvalho son más que injustificadas.
Hay materia, con un delantero centro como Sadiq que a poco que tenga un conjunto que le suministre balones en condiciones se puede salir. Sin embargo el director de orquesta ha perdido la batuta y tan solo se dedicó a hacer aspavientos en vez de insistir en la construcción de su equipo, de su esquema, desde aquel primer partido de pretemporada. Por cierto, se me olvidaba la penúltima de Gomes en una noche para olvidar pese a la actitud de sus jugadores.
Me refiero a la sustitución de Aketxe, quizá el único centrocampista que le daba sentido al juego, aparte de su peligrosidad a balón parado. Los jugadores quisieron pero el entrenador perdió los papeles. Por cobarde, Gomes puede que se haya hecho un harakiri en toda regla. Está por ver.
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