Brújula desimantada
Los cantos de sirena de la zona de ascenso desorientan a un Almería vulgar e ineficaz en cada partido fuera de casa
Con Chema en el once, nadie sale desde el banquillo para revitalizar el insulso juego tras el 1-0
Cuando no existían ni gps ni móviles, el hombre se ayudaba de las brújulas para orientarse. Estos instrumentos, tan necesarios principalmente para los marineros, siempre indican el norte magnético. El problema surge cuando la aguja se vuelve loca y no fija su punta en ninguno de los puntos cardinales de los que consta la esfera.
Los halagos, los piropos y la prepotencia han desimantado la brújula rojiblanca. La carabela almeriense, ayer más una pedaleta que un barco hecho y derecho, se dejó llevar por las plácidas aguas que creían que le conducían a la zona de promoción de ascenso y se chocó con su particular Arrecife de las Sirenas. A diferencia del Titanic, que se fue al fondo del mar tan sólo dos horas después de que un iceberg le desgarrara las entrañas, a la nave rojiblanca sólo se le han inundado unos pocos compartimentos estanco, cuya agua puede achicar si las bombas siguen funcionando bien en casa. El problema surgirá cuando los engranajes de éstas, de tanto uso, se rompan.
Es imposible confiar en que esta dinámica va a ser positiva para el Almería. No puede desperdiciar fuera lo que gana en el Mediterráneo, puesto que por pura probabilidad, es más fácil fallar en el Mediterráneo que mejorar lejos. El encuentro en el Wanda fue un buen ejemplo. Justo lo que no quería FF que sucediera, sucedió. Los halagos debilitaron a un equipo, al que le sacaron los colores. Y lo hizo un humilde Rayo Majadahonda cuya principal virtud, el contragolpe, liquidó a un conjunto almeriense falto de valores futbolísticos. No está la UDA para pensar en otra cosa que no sea la salvación. No por falta de ambición, sino porque para construir un rascacielos, se necesitan el doble de pilares básicos que para un chalet. Y el equipo lleva varias temporadas sin edificar nada en condiciones.
En cuanto los rojiblancos perdieron la humildad y bajaron la intensidad, a partir de la media hora, el Rayo Majadahonda se le subió a las barbas y sacó a relucir las carencias rojiblancas. Lo mismo que había pasado en Córdoba, Albacete y en los últimos minutos de Granada. Aunque la salida almeriense había sido buena, rozando el gol con tres buenos ataques, uno finalizado con un chut a la madera de Corpas, cuando creyó haberse hecho con el control del choque, se durmió en los laureles.
A ello contribuyó la amarilla de Saveljich, que rozó la roja en varias ocasiones durante la primera parte. El Rayo Majadahonda había visto que el Almería comenzaba a cojear por esa parte del campo e hizo sangre. El argentino estaba arriesgando demasiado en cada falta y el equipo confundió su necesidad de medir en cada balón, con levantar el pie del acelerador. Ahí el conjunto de FF se vuelve débil, pierde el norte y comienza a deambular. Se vio claramente en los minutos previos al descanso, cuando Enzo emuló a su padre, Zinedine Zidane, en varias ocasiones, una de las cuales iba a servir para abrir el marcador.
El madridista encontró hueco donde nunca lo hay, entre Eteki y De la Hoz, para servir un balón donde nunca suelen llegar, a la espalda de la defensa, para que la ruptura de Valera pusiera el pase de la muerte donde no puede entrar un hombre solo, al punto de penalti. Aitor, a diferencia de Corpas, chutó a gol e hizo despertar de sus engreídos sueños a los almerienses. Se había levantado también un gol en contra ante el Sporting, un equipo muy superior al majariego, sin embargo, la actitud de los almerienses era otra bien distinta.
Y también hubo una clave que dejaba al Almería sin capacidad de reacción: los cambios. Hasta ahora, Chema se había convertido en el conductor del juego en las segundas partes. Ayer, sin embargo, el sevillano había salido desde el inicio y el equipo se había quedado sin revulsivos para la segunda parte. Había hombres importantes sentados, que debían de haber jugado otro rol, pero decepcionaron profundamente, tal cual todo el equipo en su estreno en un estadio al que soñaba con volver la temporada que viene en la máxima categoría. Para ello, primero hay que fajarse en los de Segunda y el equipo no lo está haciendo.
La segunda parte podía estar jugándose todavía, que los almerienses no iban a asustar a Basilio. La necesidad descentró a la UDA, que se perdió en los pases horizontales, sin sentido. Y las pocas veces que llegaba, saques de esquina a favor que siempre acababan en peligrosos contragolpes. Para que el coscorrón fuese más sonoro todavía y bajara de las nubes a los de FF, Aitor ponía el segundo y les recordaba que juegan en la misma liga. La de los 50 puntos.
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