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La situación de la seguridad global parece estar en uno de sus puntos más críticos desde la Segunda Guerra Mundial. Las tensiones entre grandes potencias, el ascenso de alianzas como los BRICS y conflictos prolongados como la guerra de Ucrania y las tensiones en Medio Oriente son tan solo algunos de los elementos que están generando una sensación de inestabilidad y riesgo inminente. Este panorama se abordó en profundidad en la conferencia “La Geopolítica de la Seguridad”, organizada por el Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” y el Instituto Barcelona de Estudios Internacionales (IBEI), el pasado miércoles 30 de octubre en CaixaForum Sevilla.
Moderada por el experto en relaciones internacionales y profesor acreditado de la Universidad Pablo de Olavide, Rafael García Pérez, la sesión contó con la participación de Angela Kane, académica de la Universidad Xichuan de Pekín y diplomática con amplia trayectoria en Asia, además de consejera sénior en la Nuclear Threat Initiative; Adam Holesch, profesor en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y experto en política europea; y Esther Barbé, catedrática de Relaciones Internacionales en la Universitat Autònoma de Barcelona e Investigadora Asociada Senior de IBEI. Juntos exploraron las raíces de los conflictos actuales y el posible papel de los organismos internacionales en su resolución, analizando también la posición de Europa y su papel en un orden global cada vez más fragmentado.
Angela Kane destacó cómo el sistema de bloques entre Estados Unidos y Rusia se ha fragmentado, lo cual ha dado lugar a un contexto mucho más incierto y menos regulado. Según Kane, la desaparición de la unipolaridad estadounidense ha permitido que emerjan otros actores, como los BRICS y el G20, generando un escenario multipolar de competencia abierta y sin los límites que antes imponía la hegemonía de una superpotencia. Para Kane, la expansión de alianzas alternativas es un claro reflejo de este nuevo orden. “El BRICS, que fue fundado hace tan solo 15 años, ya representa al 35% de la economía mundial y cuenta con países como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, actores clave que buscan una mayor independencia del sistema occidental”, explicó. Además, añadió que la reciente reunión de los BRICS en Kazán, donde asistieron más de 30 países, demostró “la creciente influencia de esta coalición en el escenario global”, consolidando el apoyo internacional a figuras como Putin, en un desafío al liderazgo occidental.
Adam Holesch analizó el aumento de la violencia armada en los últimos años, comparando la situación actual con la de la década de los 90, cuando el mundo también se vio afectado por conflictos devastadores. “En 1993, la cifra de muertos en conflictos armados superaba las 800.000 personas, y aunque la violencia ha cambiado, el contexto geopolítico actual está generando niveles similares de inestabilidad”, afirmó.
Holesch explicó los tres grandes tipos de conflicto actuales: interestatales, como el de Ucrania y Rusia; conflictos internos, como en el caso de México; y violencias unilaterales extremas, frecuentes en algunas regiones de América Latina. “El continente donde actualmente mueren más personas debido a conflictos es América, y no precisamente por guerras interestatales, sino por la violencia causada por el crimen organizado”, añadió.
Esther Barbé se centró en el papel de la Unión Europea ante el auge de conflictos y la polarización en el seno del continente. Subrayó que, aunque la UE ha incrementado su implicación, la política exterior sigue siendo un reto debido a las diferencias internas entre los países miembros. “La UE es un actor económico de primer nivel, pero en términos de política exterior no cuenta con los instrumentos suficientes para actuar como un verdadero bloque político unificado”, sostuvo.
Para ejemplificar la complejidad de esta falta de unidad, Barbé mencionó cómo, ante el conflicto entre Israel y Palestina, la UE ha mostrado una postura dividida, con posturas divergentes en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. “Esto refleja las limitaciones del bloque europeo y cuestiona la capacidad de Europa para actuar como mediador en conflictos de gran escala”, añadió.
El moderador Rafael García Pérez planteó también la pregunta de si el riesgo nuclear debería tomarse en serio. Angela Kane afirmó que “las amenazas de Putin sobre el uso de armas nucleares son extremadamente serias”, señalando que las actuales tensiones acercan al mundo a escenarios preocupantes. Holesch, por su parte, se refirió a los riesgos de escalada nuclear en el conflicto entre Israel e Irán, subrayando que la capacidad de las armas nucleares para transformar conflictos es enorme y necesita un enfoque global urgente.
Para Europa, la situación es compleja, ya que, aunque ha incrementado sus aportes económicos en conflictos como los de Ucrania y Palestina, esta ayuda no siempre se traduce en influencia política. Barbé destacó que, aunque la UE es el mayor financiador del gasto público palestino y uno de los principales apoyos financieros del gobierno ucraniano, su influencia en las políticas internas de estos países sigue siendo limitada. El caso del sabotaje reciente al gasoducto Nord Stream, supuestamente con implicación ucraniana, muestra, según Barbé, “la falta de cohesión estratégica de Europa, que se encuentra dividida entre mantener sanciones contra Rusia y asegurar alternativas energéticas”. Holesch agregó que Europa enfrenta una crisis de identidad. Esto, unido a la polarización política en el continente, dificulta el respaldo unánime a Ucrania y favorece posturas de extrema derecha que se presentan paradójicamente como defensoras de la “paz”.
La conferencia expuso un panorama desafiante para la seguridad global, con crecientes tensiones y amenazas de conflicto que sitúan al mundo en un riesgo sin precedentes. Los expertos subrayaron que Europa, aunque económicamente fuerte, debe superar divisiones internas para asumir un rol clave como mediador en un contexto que demanda acciones diplomáticas coordinadas.
En un contexto donde las alianzas tradicionales se redefinen, Europa se enfrenta a una realidad multipolar marcada por la expansión de bloques como BRICS y la competencia con potencias emergentes. Esta nueva configuración mundial implica un reto para la Unión Europea, que debe revaluar su papel en temas de seguridad y estabilidad global. Las estrategias geopolíticas tradicionales ya no son suficientes. Para mantener su relevancia, Europa debe adaptarse a un entorno cada vez más competitivo, enfrentando desafíos que van desde la seguridad energética hasta el fortalecimiento de su defensa ante amenazas externas. La evolución de esta multipolaridad demandará una respuesta que contemple tanto la cooperación con aliados tradicionales como la apertura hacia nuevos actores globales, temas que fueron tratados en profundidad durante la conferencia ‘La geopolítica de la seguridad’.
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