Así cayó Juan Espadas, el 41º Congreso lo sentenció
Pedro Sánchez escogió Sevilla para darle una oportunidad al líder saliente, pero lo que obtuvo fue un baño de realidad sobre el socialismo andaluz
Ni Moncloa ni Ferraz han dejado que Ferraz anuncie la candidatura de la vicepresidenta del Gobierno
Espadas deja la secretaría general del PSOE-A
Juan Espadas sentenció su futuro como secretario general del PSOE de Andalucía en Sevilla, en el 41º Congreso Federal celebrado entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, porque hasta ese momento, hasta ese fin de semana, la idea de Pedro Sánchez pasaba por volverlo a reforzar. Por eso escogió Sevilla como sede, no para quitarlo, sino para volverlo a proyectar, pero todo se torció.
El precedente a ese cónclave sevillano sirve para explicar lo sucedido más allá de ese quiebro del Palacio de Ferias y Congresos de Sevilla Este. Lo cierto es que Juan Espadas ya en noviembre no contaba con apoyos reales en su organización. A Espadas se le reconocía que hubiese dejado la Alcaldía hispalense para hacer frente a Juanma Moreno en las elecciones de 2023, que antes se hubiera enfrentado a quien también fue su mentora, Susana Díaz, pero tanto los resultados en las urnas como su labor en la oposición indicaban que su liderazgo ya no tenía más recorrido.
Espadas consiguió 30 escaños en el Parlamento andaluz, obtuvo el peor resultado de la historia del PSOE en unas autonómicas, pero aún así se le dieron dos oportunidades: se le nombró portavoz en el Senado para darle mayor visibilidad y se le aconsejó un cambio en su Ejecutiva. Esto último evidenció su problema para gestionar los recursos humanos del partido, más que renovar la dirección, amontonó nombres y organismos.
Pero aun así, Pedro Sánchez mantuvo su confianza en una mejoría del PSOE de Andalucía, debido básicamente a que no había alternativas seguras. Antes del 41º Congreso Federal, en Ferraz comenzaron a manejar nombres, sólo a valorarlos, a ponerlos en un papel con sus ventajas y sus inconvenientes: María Jesús Montero, Juan Francisco Serrano, María Márquez, Lina Gálvez, Patricia Cavada, Ángeles Férriz. Sobre todo mujeres, pero ninguna era concluyente.
Y Sánchez llegó a Sevilla a finales de noviembre. Todos los que preguntaron de Ferraz sobre Espadas obtuvieron la misma respuesta: debía dar paso a otro. El secretario de Cádiz se pronunció; el de Jaén, también, y la de Córdoba, casi casi. Pero además decenas de críticos pudieron hablar esos días con el secretario de Organización, Santos Cerdán, y con la vicesecretaria general, Marías Jesús Montero. Espadas sacó al secretario de Cádiz, Juan Carlos Ruiz Boix, de la larga lista de miembros del Comité Federal, pero al día siguiente se rectificó. Ferraz adujo como "error tipográfico" lo que había sido un castigo por sus críticas públicas.
La intervención de Espadas en la apertura del 41º Congreso cayó como otra losa sobre su futuro. No estuvo acertado, no animó, dejó escapar la oportunidad y, en la clausura y como respuesta, Pedro Sánchez no lo citó como futuro candidato socialista a la Presidencia de la Junta.
Como un veterano ha contado con humor, los indios se dedicaron a enviar señales de humo a Espadas para que se apartase, pero lejos de ello, el hasta ahora secretario general se enrocó. Esperaba a que Pedro Sánchez le pidiese que dejase el lugar a otro líder, pero esa conversación no se ha producido, ha habido cientos de señales de humo, pero ha sido Espadas el que ha llegado a la conclusión por sí mismo. Ha tardado, pero ha sido así.
El pasado lunes por la tarde, Día de Reyes, Juan Espadas convocó a la prensa sin que se supiese qué iba a hacer: si resistir o si plegarse. Si María Jesús Montero anunciaba su candidatura, Espadas no tendría problemas en apartarse, y eso es lo que ha tratado de hacer valer esta mañana. Pero no es así. Se va sin condiciones.
Ni María Jesús Montero ni Sánchez iban a permitir que Espadas anunciase la candidatura de la vicepresidenta, porque ésa es una decisión que aún tiene que madurar unas horas y que no se iba a tomar bajo la presión del secretario general ni del PSOE de Sevilla. Los sevillanos, que son quienes más afiliados aportan a la dirección regional, consiguieron convertirse en la centralidad del PSOE-A con la secretaría de Susana Díaz. Manuel Chaves era casi de Cádiz y José Antonio Griñán no representaba al poder sevillano. Susana Díaz, sí, por eso Griñán la escogió a ella sobre el onubense Mario Jiménez.
Y Espadas, para Sevilla, es como una continuación de su poder central. Por eso se intenta que el diputado jiennense Juan Francisco Serrano no sea el próximo secretario general. Santos Cerdán pensó en él como un tándem para dirigir el partido, mientras que Montero se reservaría para el cartel electoral del 2026, aunque la mayor parte de la militancia la prefiere a ella.
Antes del 41º Congreso Federal, ya era un clamor que la militancia prefería a Montero sobre Espadas, cualquiera que catase al PSOE de Andalucía sacaría esa conclusión, pero el secretario general siguió enfrascado en el interior de su círculo íntimo -no más de cuatro personas- sin querer ver la realidad.
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