El universal poeta (III). Los asesinos de Federico García Lorca (1ª parte)

Más de veinte personas se encierran en la larga lista de hombres con nombre y apellidos que intervinieron directa o indirectamente en la muerte por asesinato de Federico García Lorca. Ni siquiera sus descendientes más directos sabían que fueron ellos. Bajo el título “Las trece últimas horas en la vida de García Lorca”, el autor Miguel Caballero Pérez, desvela lo que hasta la fecha era una incógnita en esta publicación de la editorial “La Esfera de los Libros”. “Este es el resultado de muchas visitas y paseos por pequeños y grandes pueblos, rebuscando en archivos municipales, sin querer haber hablado con los viejos del lugar y visionando lápidas de cementerios”, dijo el autor, que ha dado con una de las claves más oscuras de la fraticida contienda civil española: el asesinato, en 18 de agosto de 1936, de Federico García Lorca.

Han sido muchos. Tal vez demasiados. La tarea de biografiar al poeta con mayor o menor acierto, ha sido ejercicio que mantuvo ocupados durante mucho tiempo a diversos investigadores, de notable fuste y cumplida documentación algunos; otros con un acierto con tufillo de oportunismo.

“Quiero dormir un rato,

un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan que no he muerto…”

Dejó escrito Federico. El poeta estuvo convencido de que su voz continuaría viva siempre, alzada como un aire por la ciudad cuyo horizonte está en el alma y no en la realidad de las personas.

La muerte del universal poeta hizo correr ríos de tinta, cuando el hispanista británico Gerald Brenan, en su obra “The face of Spain”, aseguró que había descubierto el lugar aproximado donde se inhumaron los restos mortales del poeta en el pueblo granadino de Víznar, de hecho, el primer autor que destacó el intento infructuoso del falangista Luis Rosales y de sus hermanos mayores, más influyentes que él, para salvar a Federico del odio y la inquina de las autoridades granadinas.

Entra en escena el hispanista Ian Gibson

“No anuncié mi llegada y me presenté en su despacho. No sabía lo que iba a ocurrir. Yo tenía 28 años y el 64. Le encontré detrás de una mesa, en el Instituto Balmes, un centro que pertenecía al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Le conté quién era y cuáles eran mis propósitos. Me miró fijamente a los ojos y dijo: Es usted la segunda persona que tiene cojones de hablar conmigo cara a cara”. Así recuerda el hispanista Ian Gibson (Dublín. 1939) el primero de sus encuentros con Ramón Ruiz Alonso (Villaflores, 1903 – Las Vegas, 1978), el hombre que persiguió, acosó y detuvo al poeta, fusilado junto a un olivo en Víznar (Granada), tres días después de que lo llevaran al Gobierno Civil. “Era un tipo fanfarrón, enfático, un fascista furibundo y vehemente, de esos que asocian el pensamiento de izquierdas con la destrucción de España”, afirmó Gibson, quien reconstruyó la vida de este personaje en “El hombre que detuvo a García Lorca” (Editorial Aguilar).

Gibson tuvo cuatro encuentros con Ruiz Alonso. El último fue el más tenso. El falangista descubrió la grabadora que llevaba oculta el hispanista. Esto le enfadó, pero lo que le puso furioso fue cuando Gibson le dijo que un historiador francés había comentado que era homosexual y que esa era la razón –al no asumirlo- de que tuviera tanta aversión a los homosexuales. ¡¡Que me traiga ese historiador a su mujer y a sus hijas, que le voy a demostrar lo maricón que soy!! le respondió a gritos. Instantes después expulsó a Gibson de su despacho. Perteneciente a una clase media venida a menos, Ramón Ruiz Alonso tuvo una vida política intensa. “Al morir Franco se marchó a Estados Unidos. Intuía que le iban a acosar para que contara con pelos y señales lo que ocurrió y se borró del mapa”. El hispanista supo que había vivido en Las Vegas con una de sus hijas, Mari Juli, pero no pudo averiguar mucho más.

Ruiz Alonso tuvo cuatro hijas, tres de ellas actrices famosas: Emma Penella, Elisa Montes y Terele Pávez. “Ninguna de las tres quisieron contar nunca nada”, se lamenta Ian Gibson.

Siguiendo con el relato del apresamiento del poeta, cuenta Miguel Caballero, que a las 13:30 del 17 de agosto de 1936, el exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso, acompañado de Juan Luis Trescastro y el falangista Federico Martín Lagos, se presentan en la casa de la familia del falangista Rosales, en donde Lorca había pedido refugio tras haber sufrido una serie de vejaciones, con la orden de detener al poeta.

Esa misma noche, en ausencia del gobernador civil, José Valdez, su sustituto, el teniente de la Guardia Civil Nicolás Velasco, ordena que Lorca sea custodiado hasta La Colonia, un viejo caserón en Víznar que servía como antesala de las ejecuciones sin juicio previo ni defensa.

Un asesinato a manos de aquellos que tras un frustrado golpe militar inundaron las tierras de Granada de la sangre de los que defendían la democracia republicana. Federico es poeta universal y referente del arte y la cultura de nuestra vecina, por lo que es imposible dar la espalda a su figura, a su obra… ¿a su compromiso político y social también? ¿Existe Federico sin Federico? Esa puede ser una de las preguntas que nos podemos hacer desde hace bastantes años.

Calles y plazas con su nombre

Hace 94 años, Fuente Vaqueros, el pueblo que le vio nacer, fue, seguramente, el primero en dedicarle una calle cuando el autor del “Romancero gitano”, con treinta y tres años ya contaba con una merecida fama y reconocimiento. Su pueblo ha mantenido hasta nuestros días el nombre de la calle de su vecino más ilustre.

¿Cuántas calles, avenidas, paseos, glorietas, travesías, pasajes, rúas, plaças… hay en España, que lleven el nombre de Federico García Lorca o García Lorca?

En España hay 1.127 calles que lleven su nombre (datos facilitados por el I. N. E.). Todas las provincias españolas, salvo Ourense y Ceuta, le han dedicado al menos una. En Andalucía estas son: Granada 127. Sevilla 83. Jaén 74. Córdoba 53. Málaga 51. Almería 42. Cádiz 38. Huelva 36.