Trece letrados se suman a las filas del Colegio de la Abogacía de Almería

Abogacía

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Foto de familia de la junta de gobierno con los nuevos colegiados.
Foto de familia de la junta de gobierno con los nuevos colegiados. / D.A.

El Ilustre Colegio de la Abogacía de Almería ha acogido este viernes un nuevo acto de jura o promesa por el que trece letrados se suman a las filas del órgano colegial. Savia nueva que refuerza a la organización más veterana de este tipo en la provincia almeriense, que mes tras mes aumenta el número de abogados que forman parte de su historia y legado. 

 En concreto, han jurado o prometido en esta ocasión Juan Miguel Sánchez Miñarro; Carmen María Puertas Vargas; Miguel Ángel Ruiz Albañil; Francisco Parrado Martínez; Marisa Santamaría Vidal; Antonio Julio Corrado Tarilo; Miguel Camacho Ruiz; Olga Fernández Martínez; Alba Vargas Triguero; Andreana Palumbo; Andrea Sánchez Molina; Fátima Azahara Zghari Laaroussi y Meryem Oulad Hadj Omar Ben Aicha.

Han sido sus padrinos, respectivamente, Abel Josué Berbel García; Salvador Benítez Gallego; Josefa Ramos Márquez; Juan Luis de Aynat Bañón; Johana Valverde García; Gabriel Alcoba Salmerón; Jorge Guzmán González; Beatriz Piedra Gómez; María del Carmen Rodríguez Ordoño; Rozalina Cretú; José Luis García Planchón; Josefa Ramos Márquez y Sara Dira Méndez.

El padrino responsable de dar la bienvenida a los nuevos colegiados ha sido Gabriel Alcoba Salmerón, quien ha asegurado que la de la abogacía es la “profesión más bonita del mundo”, con independencia de las “malas noches” preparando juicios o de la necesidad permanente de estar al día, algo “cada vez más difícil”.

“Pasamos la vida pidiendo, suplicando justicia. Al final, si se gana el pleito es porque el cliente tenía razón. Si lo pierdes, es porque eres malo. Encima tienes que vivir de esta profesión. Ésta no es una profesión, es un arte”, ha aseverado, resaltando acto seguido la satisfacción que se produce cuando se superan todos los obstáculos y se consigue hacer justicia.

Ha ofrecido un consejo general a los nuevos colegiados: que cada vez que reciban un asunto sean los primeros y “más críticos jueces” del mismo, recomendando en esta línea que estudien el tema, informen al cliente y preparen la prueba -para no ser unos “paracaidistas” al ir al pleito- y que, una vez hecho esto y tengan lista la demanda… La dejen reposar una noche, como mínimo.

Todo esto para que puedan posteriormente ponerse en la “parte contraria de la mesa” y buscar posibles fallos en este ejercicio, en el que además se darán cuenta de que enfrente tendrán a un compañero que “se ha preparado el juicio con la misma intensidad” que uno mismo, y que no es el enemigo.

Reconocimiento de la Policía

La Policía Nacional se encuentra inmersa en la celebración de su segundo centenario de vida, una ocasión que el comisario provincial Gumersindo Vila ha querido aprovechar para reconocer la colaboración que dispensa el Colegio de la Abogacía a este cuerpo.

La Policía Nacional ha reconocido la colaboración de este cuerpo con el Colegio.
La Policía Nacional ha reconocido la colaboración de este cuerpo con el Colegio. / D.A.

De esta forma, ha entregado una placa elaborada en mármol blanco de Macael, un “pequeño obsequio” que evidencia “las relaciones que la Policía tiene con diferentes instituciones, como es en este caso el Colegio de la Abogacía”.

El decano Juan Luis de Aynat ha agradecido al comisario este detalle fabricado con un “material muy noble”, ejemplo del trabajo, esfuerzo y dedicación de los almerienses.

Hecho esto, ha manifestado a los nuevos colegiados que han adquirido un compromiso con las normas deontológicas que “son precisamente las que nos hacen convivir”, y ha insistido que parece difícil que en la abogacía haya “una parte contraria que a la vez son nuestros compañeros”, algo “así de mágico y así de difícil”.

“Unas veces hemos sido vencidos, otras hemos vencido. Pero nunca con nuestros propios asuntos. Somos gestores de la calamidad ajena. Nuestro desgaste es absolutamente abrumador, cuando el problema es de los clientes. Nos han enseñado a que asumamos estos asuntos como propios. Un médico no lo hace así, es más listo. Y sin embargo, interviene, sana y quita el dolor que tenga el paciente, cuando nosotros nos embutimos del dolor de nuestro cliente”, ha mantenido.

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