La transformación comercial de la plaza Manuel Pérez García
Pequeñas historias almerienses
Desde el siglo XIX, innumerables tiendas llenaron esa zona del centro, convertida ahora en lugar de ocio
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La plaza Manuel Pérez García (1867-1927) es la antesala de la calle de Las Tiendas y de la Puerta de Purchena. Desde el siglo XIX ha ido cambiando su nombre, ya que además del actual fue “Plaza Nicolás Salmerón” y “Plaza Alejandro Salazar”. Fue un verdadero centro comercial abierto por la gran cantidad de tiendas de todo tipo que poblaban los bajos de las viviendas.
Desde que se construyó el acceso a los Refugios y se urbanizó la plazoletilla que accede a los aljibes de El Taranto, la hostelería se ha “comido” el carácter mercantil de la plaza. Ya no es un lugar de comercio, sino de ocio.
Tejidos La Pajarita
La famosísima tienda “Tejidos La Pajarita”, de José del Pino Castillo (1898-01/1984), se inauguró en esa plaza hace 90 años, en noviembre de 1934. Pronto dispuso de teléfono -el número 2208- para recibir encargos de pañería, gabardinas de señora, rebequitas, colchas de seda bordadas a mano, géneros de punto y confecciones en general. Su lema era “Donde siempre comprará usted más barato” y solía promocionarse en los periódicos locales con insistentes campañas de publicidad. Ocupaba un local en el número 6, que luego fue al 8. Entre sus innumerables empleados tuvo en nómina al gran pintor José Gómez Abad (1904-1993), “el pintor de las uvas”.
“La Pajarita” estuvo abierta 37 años y cuando cerró, su espacio lo ocupó otra tienda del ramo: “El Corte Español”. La agencia de publicidad “Ocir”, en la Rambla Obispo Orberá, le ideó una campaña para situar al cliente en la dirección de la nueva marca y para ello no dudó de tirar de la vieja denominación: “La Pajarita voló y en su lugar, El Corte Español” decía el slogan. Vendía pantalones de “Terlenka” por 295 pesetas, camisas “Meyba” por 225 o trajes de caballero por 500 pesetas y pertenecía al mismo grupo empresarial propietario de “El Blanco y Negro” (fundado por los hermanos Ortega Carrillo), “Galerías Santiago” y “Novedades Gómez”.
También en la posguerra ya estaba abierta “Casa Caparrós”, una perfumería que disponía de la famosa colonia “Fougere Nike”, aunque Almería la gente la bautizó con el nombre de “Heno Nike”. En 1968 su gerente era Diego Caparrós Galindo.
“La Africana” la fundó a principios del XX Francisco López Benavente y su mujer Isabel Pagán Carrillo (1876-05/06/1965); luego la regentaron su hijo Juan López Pagán (1899-11/11/1967) y su esposa Dolores Martínez Bayona (+1980) y más tarde, Justo Pintor López. Durante un tiempo vendía en exclusiva las medias alemanas “Falke”. Otro negocio mítico, quizás el más antiguo fue “La Tienda de los Cuadros”, fundada en 1869 y desaparecida
El empresario José Molina Caparrós, llegó a la capital en 1886 desde Níjar y se instaló en la plaza; tras su “Molina Hermanos”, los descendientes, Jerónimo y Rafael Molina, abrieron el 24 de octubre de 1957 “Jeramo”, un gran comercio de moda de “alta fantasía” ubicado en la Puerta de Purchena.
En el año 1928 estaba instalada en la plaza “La Casa de las Medias”, tienda de Francisco Escámez Morales y ya desde los cuarenta de Manuel López Herrada, que durante el siglo XX se expandió con varias sucursales. Juan Rodríguez Martínez tenía en 1931 un taller de lampistería y un gran almacén de material eléctrico, donde también ofrecía “lámparas de las mejores marcas” y por allí cerca Juan Criado González abrió una armería con un amplio surtido de municiones para cazadores y pólvora para mineros. Además, vendía bastones.
Vicente Alcalá López (1906-05/1983) y su esposa, Encarnación Colacios Romero (+1985), regentaban en 1947 la “Droguería y Perfumería El Triunfo” donde, además de productos químicos, azufre y sulfato de cobre, se podían adquirir aparatos ortopédicos. Antes, en 1925, fue propiedad de Rafael González F. de Plaza, vecino del dentista y empresario minero Toribio Álvarez García, cuya consulta estaba en el número 2, del hojalatero José Castelo Morales y del librero Juan de la Fuente Cardeñoso.
El Rinconcillo
En la esquina de la plaza se encontraba “El Rinconcillo”, de José Plaza y que regentaron en sus últimos tiempos José González Ros y Manuel González Moya. Ofrecía en sus vitrinas artículos de regalo, velos de tull, perfumes, camisas, bolsos, calcetines, medias y, como tendencia de moda en el verano de 1950, “sombreros jipis”. Este comercio fue uno de los primeros en confiar sus campañas de publicidad a una agencia especializada y sus anuncios de 1957 llevaban en sello de “Publisol”. Hoy, es un pub.
En 1956 la plaza sufrió una importante transformación al suplirse las arcaicas lámparas de iluminación pública nocturna por un “alumbrado moderno”. En ese año, “Muebles Rabriju” potenció su línea de exposición de dormitorios y comedores construidos con “Novopan” (tableros de melanina), en un local del número 9, aunque la tienda estaba un poco más abajo, en Hernán Cortés. Su lema era “Al servicio de la comodidad del hogar”.
En 1957, “Chacinería Díaz” ofrecía sus productos cárnicos, siendo los jamones serranos su especialidad. Su dueño, José Díaz Álvarez, disponía de una cortadora de marca “Berkel” que loncheaba los fiambres y embutidos en rodajas muy finas. También estaba, desde tiempos de la República, la administración de loterías “El Gato Negro” que María Teresa Pumarola Bueno heredó de su madre, Clotilde Bueno Linares (1895-1958), cuya concesión salió en un BOE de 1923. Vendía muchos décimos y, por lo tanto, también otorgaba innumerables premios. Era famosa, pero tuvo un cierre traumático. Al lado de ésta, en marzo de 1979, abrió la “Calzados Scala”, una zapatería que disponía de otras tiendas de igual nombre en la calle Rueda López y en lo que hoy es Avenida de la Estación (antes Calvo Sotelo).
El kiosco de prensa, que ya estaba abierto a mitad del siglo XX, regentado por un italiano en los años ochenta, vivió el boom de la prensa escrita provincial cuando convivían tres cabeceras locales amén de las nacionales. Vendía mucho y pidió al Ayuntamiento ampliar su espacio y en mayo de 1982 el alcalde se lo negó.
Los taxis
Una de las señas de identidad de la plaza es la parada de taxis. Antes estaba apostada en la acera izquierda, heredando el espacio de una de carros, pero se trasladó a la de enfrente. Siempre fue un lugar muy demandado por los taxistas dada la actividad comercial; incluso disponía de una cabinilla telefónica donde los clientes llamaban -al número 212860- para solicitar un servicio.
Amén de peculiares vendedores ambulantes de toda gama de productos, en la plaza también hacían su vida Alfonsito Rojas, el vendedor de iguales que ofrecía los cupones en su kiosco adornado con banderines de equipos de fútbol y Pepe, el del carrillo verde apostado al “Amalia” donde podías encontrar infinidad de avíos para faenas amorosas, amén de pitillos de contrabando y los chicles “Bazooka”. De allí remanecen los zapateros de la familia Benavente que siguen activos frente a la iglesia de Santiago Apóstol o la saga Robles Urrutia, de “Novedades Carlos” y “Bolsos Cortés”, que luego expandieron su negocio a las calles General Tamayo y Navarro Rodrigo.
“Jamonería Andaluza”, que en 1927 ya despachaba exquisiteces de Hijate (Serón) en la Puerta de Purchena, vivió sus últimos años abierta al público en el local de la plaza Manuel Pérez García situado junto a “El Rinconcillo”. La tienda la inauguró el Día de San José de ese año Francisco García Bretones (18/08/1897-15/05/1974) y era el único lugar donde podía adquirirse el agua de la marca “Solan de Cabras”, especialmente indicada por los médicos para los problemas de riñón y estreñimiento. En 1948 se incorporó al negocio Miguel García Cano (1930-05/01/2003), el hijo del fundador y luego Francisco José García Sánchez, su nieto.
Amén del “Amalia”, el kiosco “Oasis 55”, que fue de Manuel Aguado López y más tarde de Carlos García Collado, es otro punto clave en el servicio hostelero de la plaza. Fue primera página durante las obras de rehabilitación de los refugios porque tuvo que cerrar dos años y medio.
Durante los últimos tiempos ha existido un ir y venir de comercios de distinto pelaje. Sobre todo, en la acera que hay frente al “Amalia”: “Óptica centro”; “Eco Orberá”; “Estética Naturamar”; “Enyis”, una sucursal de “Caixa Catalunya”… Y en el pequeño local del antiguo “El Gato Negro” tuvimos a “Perfumería Charli”; “La Lechería” o “Morrofino”. También permanece desde hace unos catorce años el estanco, que es la expendeduría número 10.
Lo cierto es que la plazoleta se ha transformado en un lugar de copas, cafés y americanos. El ocio es, ahora, el negocio.
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