La torre San Miguel de Cabo de Gata hecha una pena
Almería
Cuatro años de espera a las obras de rehabilitación hacen mella en la atalaya de Cabo de Gata. El viento vence a parte de las almenas y la muralla es un queso gruyere de libre paso
El antiguo Torreón de San Miguel, uno de los emblemas de Cabo de Gata, languidece con forme transcurren los años a la espera de unas anunciadas obras de rehabilitación que todavía no han llegado. Los fuertes vientos que habitualmente azotan al litoral almeriense han dejado mella en la parte superior de esta atalaya del siglo XVIII, Bien de Interés Cultural, que ha perdido fracciones de las almenas, mientras que el muro perimetral presenta considerables huecos y, aunque carece de valor histórico y arquitectónico, permite el libre acceso a personas que, pese a la peligrosidad, se cuelan en el recinto para fotografiarse. Incluso, ascendiendo por las escaleras.
No disponen de barandilla a lo largo de los peldaños y la parte correspondiente a la entrada al Torreón (el descansillo), es un amasijo de hierros oxidados, cuya soldadura ya no lo es por lo que están parcialmente sueltos. Es muestra de la imagen dejadez –y aún así atractiva para los turistas– de esta torre defensiva, que, además, acumula restos de botellón, basuras variopintas, puertas venidas abajo y graffitis. Residuos y expresiones de arte mal entendido que denotan de igual manera la ausencia de un mantenimiento periódico.
Construida en 1756, el torreón, que dejó de tener uso como casa cuartel de la Guardia Civil en la década de los 80, ha ido aquejándose por falta de conservación hasta el punto de que la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía emitiera un informe requiriendo obras de consolidación a su titular, la Dirección General de Patrimonio, sin que hasta el momento las mismas se hayan ejecutado.
Justo este mes de noviembre se cumplen cuatro años desde que el Ayuntamiento abriera las puertas de la atalaya para que el Colegio de Arquitectos chequeara su estado y elaborara el pliego de condiciones para lanzar un concurso de ideas que procurara las obras de rehabilitación y nuevos usos para este BIC, como oficina de turismo y espacio cultural. Al concurso se presentaron casi un centenar de propuestas, resultando ganadora la intervención planteada por el prestigioso estudio de arquitectura Cano Lasso, autor de destacados proyectos como el edificio de Madrid Arena y el Pabellón de España en la Expo de Sevilla.
Este proyecto, contemplado en el Plan Turístico de Grandes Ciudades, se ha ido posponiendo y promete un turno en la segunda fase de este conjunto de actuaciones, fechada entre 2023 y 2024. El Ayuntamiento llegó a adjudicar en 2019 estudios arqueológicos previos, que tampoco se han desarrollado al no disponer el Consistorio de la cesión de este inmueble.
Arrastra patologías y una cesión que aún no se ha hecho
Hace unos años, con motivo del concurso de ideas para la rehabilitación y puesta en uso de esta atalaya de Cabo de Gata, se le efectuó un chequeo a su estado. La Torre de San Miguel ya presenta diversas patologías y deterioros en los enfoscados exteriores e interiores, erosiones en el paramento exterior como consecuencia del ambiente marino, humedades, recalos, roturas de puertas y ventanas y otros daños. Aunque lleva años apalabrada, la cesión por parte del Gobierno no se ha hecho efectiva, un freno a resolver para que el Ayuntamiento pueda ejecutar las obras y abrir al público el torreón como Oficina de Turismo, mediante una intervención respetuosa que se extiende al entorno de la atalaya, incluida la reordenación de la zona de aparcamiento.
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