Seis testimonios e historias de inmunidad
Coronavirus Almería
Los primeros vacunados estrenan la inmunidad sin bajar la guardia
Los usuarios y trabajadores de residencias y los profesionales de la sanidad son los primeros en completar los 28 días que separan el pinchazo inicial de la “protección total” frente al virus
"Sentimos felicidad y tranquilidad, pero no nos podemos relajar todavía”
Sonia Ponce. Psicóloga de la residencia de mayores Cortijo Colorao de Pulpí.
La psicóloga Sonia Ponce de la residencia de mayores Cortijo Colorao de Pulpí del Grupo Vitalia asegura que tiene “emociones encontradas” tras la vacunación contra la COVID-19: “Sentimos felicidad y también tranquilidad, pero sin relajarnos todavía porque aún siendo inmunes tenemos que seguir protegiéndonos a nosotros y a los mayores”. El centro mantendrá los protocolos de prevención, estrictas normas que lo han convertido en uno de los pocos geriátricos almerienses sin un solo brote, como si aún no estuvieran a salvo del virus. “Hemos dado un paso muy grande con la vacuna, es el principio del final de la pandemia, pero hasta que no se extienda la inmunidad a la población tenemos que seguir concienciados y evitar riesgos”. En este sentido, Sonia Ponce detalla que siguen restringidas las visitas de los familiares y también hacen pruebas semanales de antígenos. “Recibir la segunda dosis fue una alegría extrema porque sabíamos que los protegíamos, somos unos privilegiados, pero siempre te queda algo de incertidumbre y no terminas de relajarte”. La psicóloga del centro en el que conviven 90 mayores y 64 profesionales relata que nadie dudó a la hora de vacunarse y que todos en general están ilusionados. Algunos residentes piden volver a la normalidad, pero aún es pronto.
"No he cambiado los hábitos, pero llego a casa un poco más tranquila"
Ana Moya. Enfermera de la UCI del Hospital de Poniente.
ANA Moya García sabe bien lo que es luchar a diario contra el coronavirus. Es enfermera de la UCI del hospital de Poniente y reconoce que tenía muchas ganas de recibir la segunda dosis. “Estaba deseando que llegara la fecha. En cambio con la primera tenía más miedo, pero prevalece la esperanza de volver pronto a la normalidad”. Ana Moya mantiene las medidas de prevención en su trabajo. “Los hábitos son los mismos, también en mi vida personal, no he cambiado nada. Pero si es verdad que llego a casa un poco más tranquila”, reconoce con cierto alivio, al tiempo que asegura que “aprenderemos” a darle valor a la sanidad y al esfuerzo de sus trabajadores: “Hemos vivido situaciones muy estresantes y duras, es muy difícil expresar lo que estamos pasando, no sólo el trabajo físico, sino a nivel mental”.
"Es una garantía estar vacunado, pero podemos ser portadores del virus”
José Miguel Garrido. Enfermero del EPES 061 en Almería.
El enfermero José Miguel Garrido es el coordinador de catástrofes de EPES 061 en la provincia, todo un especialista en la batalla contra la pandemia. De hecho, fue uno de los pocos que sabía como enfundarse el EPI y otras protecciones y quitárselas sin autocontaminarse. Fue una de las lecciones de la crisis del ébola. Hizo vídeos en los que explicaba el proceso. En su trabajo es imprescindible estar vacunado, de ahí la alegría tras recibir la segunda dosis. “Es una garantía, lo que la ciencia me puede aportar a día de hoy lo tengo, es el mejor tratamiento que existe, pero no podemos bajar la guardia porque podemos ser portadores y habrá personas que no desarrollarán los anticuerpos”. Este enfermero de emergencias lleva casi un año sin ver a sus padres y no ha tocado a su sobrina que nació en marzo. Es más, en casa, reconoce que “con mi mujer y mi hijo pequeño sigo manteniendo las medidas de seguridad al cien por cien porque estar vacnado no evita que puedas contagiar a tus familiares y compañeros”. Relata que los sanitarios siguen concienciados con la prevención: “Nos seguimos protegiendo como si no estuviéramos vacunados”. En su día a día se enfrentan a situaciones que así lo requieren como entrar a una casa sin apenas ventilación y con cinco positivos a recoger un enfermo.
"Tengo la esperanza de que todo esto se arregle”
Antonia Pérez. Usuaria de la residencia de mayores de Pulpí.
A sus 79 años reconoce que “ha habido muchos virus y cosas raras, pero como esto nada en la vida”. Residente en el geriátrico de Pulpí, Antonia Pérez ha vivido la vacunación con ilusión. “Tengo la esperanza de que esto se arregle y podamos ir teniendo un poco más de libertad, animo a todo el mundo a vacunarse”. Reconoce que todavía no sabe cuándo podrán hacer vida normal y echa de menos a su familia, sobre todo a su sobrina, que será la primera a la que abrace cuando se pueda. “Queremos que la vida vuelva como antes”.
"He sentido euforia, es el punto de partida hacia nuestra vida anterior"
Enrique Moyano. Doctor de urgencias pediátricas del Hospital de Poniente.
EL doctor Enrique Moyano trabaja en Urgencias del Hospital de Poniente y fue, junto a la enfermera Ana Moya, el primer inmunizado de un centro que ha vivido la tercera ola al borde del colapso. “He sentido una gran euforia al completar la vacunación porque es el punto de partida para recobrar nuestra vida anterior”, relata. “También se puede decir que tengo un sentimiento de prudencia con los resultados a largo plazo de la vacuna y una preocupación sincera por el tiempo que vamos a tardar en vacunar a toda la población”. A pesar de las incógnitas aún sin despejar, el doctor Moyano señala que “esta vacuna es la forma más segura de generar protección para todos y es la herramienta más importante para frenar la pandemia”. El facultativo de Urgencias subraya que “sería un error relajar las restricciones de forma inmediata porque la inmunidad de grupo tardará en llegar”. En cuanto a su trabajo no ha bajado la guardia ni un ápice y destaca que incluso han aumentado las medidas de prevención.
"Es un alivio para todos poder estar ya a salvo”
Pedro Carrasco. Usuario de la residencia de mayores de Pulpí.
El gaditano Pedro Carrasco es otro de los residentes de Cortijo Colorao en Pulpí que ya goza de inmunidad. “Es una tranquilidad para todos, un alivio estar a salvo de una pandemia”, asegura. Eso sí, confiesa que no ha sentido miedo en ningún momento porque se sentían protegidos. “Cuando llegaron con la ambulancia fue una alegría, todos tan contentos”. Ahora lo que más desea Pedro, que cumplió 71 años el domingo, es que llegue el turno de vacunar a su hermana con la que espera poder reencontrarse en cuanto acabe esta pesadilla.
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