Y al tercer viaje... encalló la Phantom
Frontera Sur
Intervenida en cala Mochuela una narcolancha que había desembarcado un par de veces esa semana
Más de un centenar de argelinos pagaron entre 6.000 y 10.000 euros por traslados de dos horas y media
La costa nijareña: del asedio pirata al refugio de los petaqueros y narcos

Una narcolancha Phantom de once metros y medio de eslora y dos motores fueraborda con 300 caballos de potencia cada uno se acerca a cala Mochuela, de aguas cristalinas y piedras negras, con el objetivo de desembarcar a medio centenar de inmigrantes argelinos que habían partido dos horas y media antes desde el norte de África. En su maniobra de aproximación a esta playa de unos 250 metros de longitud siguen las indicaciones de varios colaboradores que desde tierra esperan agazapados con más de una treintena de petacas de combustible bajo el faldón lateral del acantilado. Pero confunden el punto de acceso y la narcolancha encalla entre las rocas. El patrón grita a la tripulación que todo el mundo al agua, apremiando y hasta empujando al que se demora. Pretende aliviar el peso y que impulsen la neumática desde abajo para intentar retomar la marcha, pero no es posible. El tiempo juega en su contra.
Tienen un rádar que identifica a las patrullera de la Guardia Civil en un ratio de 25 kilómetros, pero saben que se han quedado sin margen suficiente para desembarrancar la Phantom, llenar los depósitos de combustible y retornar hacia el golfo de Orán. Los inmigrantes llegan a tierra empapados de agua, después de varios intentos de reflotar la narcolancha encallada a dos metros de la orilla. En la arena se apresuran a cambiarse y dejan tirada la ropa usada en el peligroso trayecto. En su mochila llevan otro calzado, chándal y camisetas de marca para iniciar su periplo en Europa. En la carretera los suelen recoger los familiares y allegados, cuando tienen a alguien esperando a este lado del mar del Alborán, a los que han informado previamente de la zona aproximada de llegada cuando recuperan la cobertura del teléfono móvil a unas cinco millas de la costa.
La mayoría continuará su trayecto hacia Francia y con ayuda de otros organizadores de su tránsito ilegal vuelven a pagar entre 300 euros por traslados en coche hacia Valencia, Cataluña y País Vasco. La narcolancha se queda flotando sobre las piedras y las garrafas de gasolina a pocos metros sobre la arena. Esta potente Phantom, con un lazo verde bajo la proa, ha logrado completar la travesía por la que cada uno de los pasajeros llega a pagar entre 6.000 y 10.000 euros, pero el del último domingo de marzo fue su último viaje porque cuando llegaron los agentes de la Guardia Civil y notificaron su hallazgo fue retirada y destruida de inmediato por el concesionario judicial al tratarse de "género prohibido" en España desde la aprobación de un real decreto en 2018. El patrón huye con el resto de viajeros y pasará unos días en Almería, posiblemente estudiando a fondo las calas del litoral provincial, antes de coger un ferry de vuelta para seguir realizando trayectos de la ruta argelina.
Hay vídeos en las redes sociales del piloto, gepero y otros colaboradores que acreditan que el de la cala Mochuela, situada cerca de Villaricos en el municipio de Cuevas del Almanzora, era el tercer viaje en menos de una semana. También fueron captados en otro desembarco días antes en la playa de los Muertos en Carboneras. Han logrado introducir en España por la vía marítima a cerca de 150 personas y lo seguirán haciendo en las próximas semanas, pero tendrán que hacerlo con otra embarcación. Las redes de la inmigración clandestina tienen fácil acceso al mercado de las Phantom, una neumática que soporta gran caballaje, aunque sus maniobras quedan mermadas en el momento en el que son objeto de persecución. En el último mes se han producido varios episodios de embestidas contra las patrulleras ante la imposibilidad de dejarlas atrás. Un día antes del desembarco de cala Mochuela era detenido el patrón de otra lancha tras arribar en la Cala de San Pedro con 24 inmigrantes.
75 fallecidos y 213 desaparecidos en mar de Alborán
Tres inmigrantes fallecían en la última semana de marzo en su intento de alcanzar la costa de Almería. Habían pagado entre 6.000 y 10.000 euros por subir a una narcolancha para cumplir un sueño europeo que nunca llegará. Violentos desembarcos y naufragios sesgan la vida cada año de cientos de personas que quieren cruzar el Mediterráneo. La Guardia Civil recuperó el año pasado 19 cuerpos sin vida en aguas de Almería, 5 en el mes de octubre. El informe Frontera Sur 2025 de la Asociación Pro Derechos Humanos Andalucía (APDHA) contabiliza en el mar de Alborán 75 fallecimientos y otros 213 desaparecidos en los peligrosos trayectos desde el norte de África, un cifra que se eleva a 596 fallecidos para el conjunto del país (y 2.465 si se suman los que no aparecieron). Desde 1988 han registrado en su monitorización permanente de los flujos migratorios 19.363 muertes y desapariciones por vía marítima, de las que el 75% se concentran en los últimos cinco años.
Durante el trayecto suelen navegar a velocidad de crucero de entre 35-40 nudos, esquivando la presencia policial con su rádar, y sólo fuerzan el motor cuando son detectados y perseguidos. Con la llegada del buen tiempo realizan hasta cuatro o cinco viajes por jornada entre la costa almeriense y la africana, oleadas permanentes que desbordan las capacidades de actuación de la Guardia Civil y protagonizando violentos desembarcos porque no se aproximan demasiado a la orilla. Las mafias que trafican con la desesperación humana no perdonan a nadie y el que no sabe nadar tiene difícil alcanzar tierra firme. En los últimos días se han producido tres muertes en aguas del levante almeriense. Precisamente en cala Mochuela perdía la vida un inmigrante un día antes de que encallara la Phantom y eran detenidos otros 36, de los que al menos dos resultaron heridos y fueron trasladados al hospital de La Inmaculada y otro era evacuado a Torrecárdenas por un traumatismo.
El miércoles 26 de marzo a mediodía fallecía otro joven de 25 años en el desembarco de una semirrígida en la que viajaba una veintena de magrebíes, de los que seis esperaron la asistencia sanitaria y el resto huyeron, en la cala de Enmedio. Testigos presenciales de la escena dantesca, que alertaron cuando se aproximaba la embarcación, relataron a este periódico que “los estaban tirando al mar” y que uno de los inmigrantes llegó a duras penas a tierra en muy mal estado de salud con ayuda de los demás. Sobre la arena moría minutos después y su cuerpo sin vida fue trasladado en helicóptero al Instituto de Medicina Legal para que le realizaran la autopsia. Dos días antes corría la misma suerte otro argelino de 30 años en la playa de los Muertos en Carboneras al ser empujado al agua desde otra patera-taxi en la que fueron auxiliadas 22 personas. Desde finales de marzo las oleadas son permanentes hacia los más de 200 kilómetros de costa almeriense entre Adra y Pulpí.
Este sábado se produjo otra descarga en aguas del parque natural y la cifra de inmigrantes que han llegado por vía marítima a la provincia en lo que va de año ya supera los 700. Hasta el 9 de marzo se había recepcionado a 562 africanos, de los que 86 eran marroquíes, 16 subsaharianos y 437 argelinos. La ruta argelina ha vuelto a liderar los flujos migratorios, después de varios periodos en los que se contabilizaron más desplazamientos desde Marruecos con oleadas permanentes principalmente a las playas del Poniente almeriense. Otros puntos del litoral andaluz tienen la estadística del primer trimestre del año a cero como Málaga y Granada y en Cádiz no llegan al medio centenar. Almería sigue siendo el punto más caliente de la inmigración clandestina de la península con más 55.000 personas en la última década y también se ha convertido en un enclave geoestratégico imprescindible para la supervivencia de las mafias del triple negocio del transporte de seres humanos, tráfico de hachís y de la industria auxiliar del petaqueo.
Durante el pasado año llegaron a la provincia en 357 pateras y narcolanchas 4.067 personas y 6.433 a bordo de 492 embarcaciones en el ejercicio anterior. El subdelegado del Gobierno, José María Martín, aseguraba a este periódico ante la muerte reciente de tres personas en la costa de Almería que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguirán trabajando e intensificando la lucha contra las mafias y sus ramificaciones como la del petaqueo y pone en valor el aumento de medios humanos y materiales que se ha realizado en los últimos años. Sin embargo, asociaciones y sindicatos policiales consideran que siguen "infradotados" para hacer frente a la actividad creciente de estas organizaciones delictivas, con recursos ilimitados y la tecnología más avanzada, que han desplazado sus estructuras operativas y logísticas hacia el mar de Alborán por el estrangulamiento y presión policial que sufren en aguas del Estrecho.
Casi 140 pateristas detenidos en los últimos tres años
La estadística del Ministerio del Interior contabiliza en Almería 139 detenciones por tráfico ilegal de personas en 2022, 2023 y 2024 (el último año hasta septiembre), en su mayoría patrones de pateras y colaboradores de la inmigración irregular. La evolución de los pateristas sorprendidos al llegar al litoral de Almería que han acabado ante la justicia como autores de delitos contra los derechos de ciudadanos extranjeros (y a veces también por homicidio imprudente si alguien no completa la travesía) ha sido de 44 en 2020, 75 en 2021, 54 en 2022, 52 en 2023 y 33 en los primeros nueve meses del pasado ejercicio. Entre los años 2012 y 2025 son ya más de 800 personas detenidas e investigadas por su implicación en el transporte marítimo irregular de migrantes, casi medio millar en la etapa posterior a la pandemia.
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