El sentimiento de una cuadrilla de Semana Santa

Semana Santa

Los costaleros son parte esencial de una estación de penitencia, su trabajo y fe portan por las calles a sus titulares

En las trabajaderas se sufre, pero también se crean grandes lazos

Pies de los costaleros de Nuestro Padre Jesús de las Penas, volando en una ‘levantá’.
Pies de los costaleros de Nuestro Padre Jesús de las Penas, volando en una ‘levantá’. / Rafael González

Una mezcla de esfuerzo físico y de fe es la gasolina que mueve la Semana Santa. Los costaleros son los encargados de dotar de espectacularidad a una cofradía de bulla y de contribuir a la sobriedad en una de silencio o de luto. De ellos apenas se ven sus pies, levantándose unos milímetros del suelo para avanzar al son de la marcha o volando al cielo cuando el capataz dice aquello de “¡al cielo con ella!”.

Raro es el cofrade que no ha dudado entre el capirote o el costal. Las trabajaderas son sufridas, desgastan mucho físicamente, salvando las distancias y mostrando el debido respeto, es lo más parecido a experimentar una milésima parte del tormento que experimentó Jesucristo. Pero son agradecidas, se ganan el reconocimiento del público, la ayuda que recibes del costalero de al lado cuando el morrillo está en carne viva, crea vínculos que van más allá del Domingo de Resurrección.

“Las cuadrillas tienen vida propia, no son cuerpos inertes sino que tienen la capacidad de establecer sentimientos y lazos fraternales de por vida. Las cuadrillas deben tener corazón y la capacidad de transmitirlo con su fe y su trabajo”. Es la explicación de José A. Cabrera, nueve años capataz de Nuestro Padre Jesús de las Penas más otros tantos de costalero. Poco más hay que apuntar, alguien que ha estado ahí debajo, sabe perfectamente lo que se cuece bajo los faldones.

José A. Cabrera, capataz

"Las cuadrillas deben de tener corazón y ser capaces de transmitirlo bajo el paso”

José vuelve este año con la Estrella. Ha estado debajo de la trabajadera y al frente de un paso, y de ambas experiencias saca todo su juego. “Son emociones y sentimientos bien diferentes. Como costalero entiendes el oficio de forma individual dentro de una cuadrilla, compartes devoción junto a una preparación física y técnica y las responsabilidades son las de cumplir y respetar la normas de un colectivo dentro de una hermandad. Como capataz la responsabilidad es mayor, ya eres el gestor de la cuadrilla y tienes que cumplir el encargo que la hermandad te ha pedido, como por ejemplo, el estilo del paso en la calle, armar un equipo de trabajo con auxiliares y peones de confianza, eres responsable de velar por la integridad física de los costaleros, coordinar repertorio de música, planificar la estación de penitencia junto a los diputados, planificar ensayos...”.

La unión entre costaleros es clave, el buen entendimiento capataz y cuadrilla, fundamental, el amor por los titulares, la base de todo. “Los costaleros están con nuestros sagrados titulares y las cuadrillas pertenecen a la hermandad. Yo, como capataz, soy un gestor del colectivo, e intento rodearme del mejor equipo. En este proyecto estoy con Conrad Mohedano, Alfredo Núñez y José M. Montoya, y hemos puesto todo nuestra dedicación para formar una cuadrilla de futuro para María Santísima de la Estrella”.

José coge el llamador.
José coge el llamador. / Er Juli

Además de capataz, José es padre y en este 2022 compartirá estación de penitencia con sus hijos. “Han pasado por la guardería y ahora Ainhoa es acólita y Guille botijero. ¿Si me gustaría que fueran costaleros? Lo que me gustaría es que siempre estén vinculados a nuestra hermandad”.

Vuelta a la Estrella tras 9 años de capataz

En 1992 José A. Cabrera comenzó a sentir a la Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Estrella. Veinte años ya como cofrade, de los que nueve fueron como capataz de Nuestro Padre Jesús de las Penas, concretamente de 2008 a 2016. José decidió entonces que debía de dar paso a otro cofrade, que le tocaba ver a su Señor y su Señora desde la acera para, además, hacer de ‘aguaor’ de sus niños, que comenzaban a salir. Nueve años, le faltaba sólo uno para la decena y éste va a llegar el próximo Domingo de Ramos. Tras la pandemia, a José le propusieron un nuevo proyecto, ahora al frente de María Santísima de la Estrella, y aceptó sin pensárselo mucho. Su Hermandad lo necesitaba y él quiere aportar su experiencia al frente de un paso, guiando a su cuadrilla.

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