La cabra montés ‘resurge’ y se avista hasta en las playas de Almería
De casi desaparecer de la provincia a multiplicarse debido a la reducción de la actividad cinegética y al abandono de numerosas zonas rurales
Igual que algunos animales pasan al olvido, principalmente por la culpa del hombre, otros recobran vida también gracias a él. En Almería, el caso más evidente se encuentra en el jabalí, una especie que se ha esparcido por la provincia hasta el punto de que la Junta de Andalucía ha considerado necesario llevar a cabo una reducción progresiva debido al problema que esto puede suponer.
Con la cabra montés ha sucedido algo similar. Según la última publicación desarrollada por Serbal Almería (Sociedad para el Estudio y Recuperación de la Biodiversidad Almeriense), la cabra montés ha reconquistado la costa y, especialmente, el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Punta Javana, Los Genoveses, Cala de San Pedro o Punta Negra son algunos de los lugares en los que estos animales han sido divisidados desde el año 2015, ampliando los límites fronterizos en los que se habían establecido anteriormente, como era el caso de sierra Alhamilla o las sierras del interior de la provincia almeriense.
Según explica Emilio González, de Serbal, la fuerte presión cinegética llevada a cabo sobre ella y la deforestación de la mayoría de las sierras de la provincia, llevó a una fuerte reducción de su área de distribución, de modo que a finales del siglo XIX era ya una especie muy escasa. En el artículo, González explica como esta presión cinegética continuó y fue especialmente severa durante la postguerra, pues sin duda en un periodo de carestía como el que se vivió en aquella época, la cabra montés resultaba una importante fuente proteica.
A mediados del siglo pasado su situación era crítica, y seguramente la especie ya había desaparecido de toda la provincia de Almería, quedando tan solo algunos ejemplares refugiados en las zonas mas inaccesibles de Sierra Nevada. Tal era la situación por esas fechas, que para evitar su extinción debieron crearse de manera urgente varias reservas de caza, entre las que destaca la de Sierra Nevada, declarada como tal en el año 1966.
“Sin duda esta protección fue efectiva, y ayudada por el gran éxodo rural acaecido por esas fechas, junto a una política de repoblaciones forestales, permitió que la población de cabra montés creciera exponencialmente, pasando de los 600 ejemplares estimados a finales de los 60 en Sierra Nevada, a los 2.300 ejemplares de 1982. También su área de distribución se vió aumentada, expandiéndose desde el núcleo central de Sierra Nevada a su periferia y sierras aledañas como la de Gádor en Almería”, desarrolla Emilio González.
Desde entonces la especie no ha parado de reconquistar antiguos territorios y a comienzos de los 90 ya está asentada en Sierra de los Filabres, favorecida en parte por las reintroduccciones realizadas en Baza, y a finales de esa misma década, es vista también en Sierra Alhamilla y alcanza incluso los acantilados costeros de Sierra de Gádor (el Cañarete). “Desde entonces la especie parece imparable y la década del 2000 conquista Sierra Cabrera, desde donde dará el primer salto al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar”, agrega.
Es en 2009 cuando se tiene constancia de la presencia de los primeros individuos en este espacio natural, todavía en su periferia y siempre a los pies de Sierra de Cabrera. Por esas fechas son vistas en el entorno del Algarrobico y la Cueva del Pajaro. Se ven sobre todo hembras con crías, que no parecen aún sobrepasar el rio Alías, pero es en 2015 cuando la cabra montés parece dar el salto definitivo al Parque Natural y las citas se acumulan. Son vistas en 2016 en Mesa Roldan, en 2017 en el entorno de la Cala de San Pedro y en 2018 en las Negras, Rodalquilar y las Amatistas. Pero la especie también ha entrado por el lado occidental del Parque, con individuos seguramente procedentes de Sierra Alhamilla. En 2017 es citada en la Serrata y en 2018 también cerca de los Albaricoques y el Cerro del Cura.
“En definitiva, la cabra montés ha llegado para quedarse y probablemente esté reconquistando lugares en los que habitaba antiguamente. Se trata de un nuevo e interesante elemento, un nuevo atractivo para el Parque Natural, pero también un reto que habrá que saber gestionar para hacer compatible su posible aumento de población con la conservación de otros elementos de interés, como es la exclusiva flora de este espacio natural”, explica Emilio González.
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