¿Quién puede matar a su hijo? Los filicidios que conmocionaron a la sociedad almeriense
Crimen en Alboloduy
El crimen de Alboloduy se suma a una creciente lista de muertes de niños a manos de sus padres. En abril se cumplen 50 años del envenenamiento de su hijo por su progenitor en Campohermoso
Un padre mata a sus dos hijas de 2 y 4 años y se suicida en Las Alcubillas de Alboloduy
EN DIRECTO | Un hombre asesina a sus dos hijas en Alboloduy
El próximo mes cumplirá medio siglo de historia uno de los primeros filicidios documentados por la prensa almeriense por la conmoción generalizada que provocó en una sociedad desconcertada por la maldad humana y la capacidad de infligir daño a los más débiles e inocentes siendo sangre de su sangre. A media mañana del 26 de abril de 1974, un padre y su hijo de siete años aparecían muertos en el interior de su cortijo en una zona aislada a poco más de seis kilómetros de la barriada nijareña de Campohermoso. El padre de 33 años se suicidó cortándose las venas después de envenenar al menor utilizando pesticidas de los que se aplicaban entonces a los cultivos agrícolas que había mezclado en su comida. Le ocasionó la muerte fulminante antes de quitarse la vida. La esposa del asesino y madre del niño avisó a su hermano preocupada porque no volvían y cuando fue a buscarlos se encontró una escena dantesca. Al abrir la puerta del inmueble el hedor era insoportable y el niño yacía tendido sobre la cama, sin vida, en uno de los dormitorios. A pocos metros se encontraba el padre tumbado sobre el suelo de la cocina y rodeado por un charco de sangre.
La negra lista de filicidios no ha dejado de crecer en estos cincuenta años y, si bien es un tipo de crimen menos habitual, cada cierto tiempo se han ido sumando nuevos casos de madres y padres que han acabado con la vida de sus hijos quedando para siempre grabados en el imaginario colectivo. En la mayoría de las ocasiones se han calificado como violencia vicaria, como posiblemente ocurrirá con el crimen de este domingo en Alboloduy, que es una violencia de género que ejerce el hombre hacia su expareja o cónyuge para causarle mayor daño que la agresión directa o psicológica que vienen sufriendo estas víctimas. También hay episodios a la inversa, que no tendrían esa etiqueta porque el dolor la provoca la madre. Porque esta crueldad y malicia no entiende de género. El delito de filicidio por el que el padre o la madre de un menor atenta contra la vida e integridad de su propio hijo es el más difícil de comprender de todos los crímenes.
Cada vez que tiene lugar uno de estos perturbadores asesinatos, la ciudadanía intenta justificarlo buscando algún tipo de acomodo bajo el parámetro de la locura, pero no siempre ocurre así. Las sentencias posteriores en los juzgados almerienses evidencian en el duro relato de los hechos, más allá de la gran desproporción de fuerzas entre víctima y agresor, dantescos comportamientos que se dirigen a la venganza conyugal o violencia vicaria, como el síndrome de Medea, por el que la sacerdotisa grieta mató a sus dos hijos para provocarle a su padre el mayor de los dolores. En otras ocasiones el asesinato ha sido fruto de la acción del psicópata que acaba con la vida de un niño por funcionalidad al no sentir ni empatía hacia sus víctimas ni un posterior sentimiento de culpa.
El 25 de enero de 1995, la Policía Nacional detenía a Isabel F., de 39 años y vecina de las 500 Viviendas, por la muerte de su recién nacido tan sólo cinco días después de dar a luz. Lo asfixió oprimiéndole el tórax con una pesada piedra. ¿Quién puede matar a su propio hijo? La pregunta tiene cada día más respuestas. Los nombres y casos se van sumando, los más recientes con una dureza y frialdad difíciles de asimilar. Desde 2015, cuando se reformó el Código Penal, este tipo de delito viene siendo juzgado con prisión permanente revisable siempre que lo solicite previamente alguna de las partes cuando el asesinato tiene el agravante de parentesco y de lesiones psíquicas a los demás familiares de la víctima. En lo que va de siglo, la provincia ha sido escenario de al menos siete filicidios que pasarán a la historia negra de Almería:
- Se encierra con sus hijos en el cuarto y prende fuego al colchón (noviembre de 2021). Habiba decidió acabar con la vida de sus dos hijos, de siete y diez años, en noviembre de 2021. Se encerró en una habitación de su vivienda en la calle Euro del barrio de El Alquián y utilizó líquido acelerante para extender rápidamente el fuego que se había iniciado en el colchón de la cama de matrimonio. La familia, originaria de Costa de Marfil, residía en Almería desde hacía siete años y vivía en condiciones muy precarias. La justicia investigó una posible implicación de terceras personas, pero acabó exculpando al padre de las víctimas y al cuñado al aclarar la investigación que había sido la propia madre la que había provocado el incendio con la intención de acabar con su vida y la de los dos menores. Los tres murieron por asfixia antes de ser calcinados por las llamas. La madre había ingresado varias veces en el psiquiátrico contra su voluntad. Permanecía en tratamiento psicológico y el Servicio Andaluz de Salud le hacía un seguimiento.
- Mata y entierra a su bebé en Vícar (marzo de 2020). Una vecina de Vícar, H.C., fue condenada a prisión permanente revisable por la muerte de su hija recién nacida a la que asfixió mediante estrangulamiento antes de enterrarla. El padre de la bebé asesinada y pareja de la filicida, se presentó en el hospital de Poniente buscando a la menor. Le informaron que no estaba y volvió a casa a pedir explicaciones a su mujer. Poco después los vecinos encontraron una bolsa con la placenta en una balsa de riego cercana. Fue entonces cuando se presentó la denuncia en la Guardia Civil que acabaría con la madre entre rejas. La investigación determinó que el ADN de H.C. estaba en una azada que le habían prestado para enterrar el cadáver de su recién nacida y también había restos biológicos de las dos en la vivienda donde había tenido lugar el parto el 7 de marzo de 2020.
- Asfixia a su hijo de siete años en Huércal de Almería (octubre de 2019). El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) confirmaba en julio de 2021 la sentencia que condenó a Ana María B.L., de 38 años, a la pena de prisión permanente revisable por el asesinar a su hijo Sergio, de siete años, en octubre de 2019. Sobre las nueve de la mañana del día 10, colocó el cordón azul del albornoz en el cuello del menor y apretó hasta asfixiarlo cuando se encontraba en la cama de su vivienda en Huércal de Almería. El niño no pudo defenderse y murió por estrangulamiento. La asesina lo vistió y lo bajó al coche al que subió con una mochila en la que habría introducido el cordón y 29 billetes de 50 euros antes de dirigirse a la casa de la que expareja de su padre en Las Norias de Daza. Esta mujer alertó a la Guardia Civil al ver los síntomas de anoxia del menor y la interceptaron en su vehículo no si antes tratar de atropellar a uno de los agentes.
- Asesina a su hijo de 9 años en Balerma y se entrega a la Guardia Civil (abril de 2018). Un niño de 9 años vecino de Balerma falleció asesinado por su propio padre acuchillado en su casa y en presencia de su hermano de 11 años. La madre se encontraba trabajando en un invernadero cuando su pareja le llamó para confesarle el crimen. Tuvo que ser atendida, al igual que el menor superviviente, por una crisis de ansiedad en el hospital de Poniente. El pequeño Andrei estaba escolarizado en el CEIP Miguel Servet de Balerma y jugaba en el equipo de fútbol del pueblo, una pedanía de El Ejido duramente golpeada por este asesinato. El posible móvil del crimen fueron los celos del marido hacia su mujer, ambos de nacionalidad rumana. El hombre se entregó a la Guardia Civil a la que esperó en la vivienda junto al cadáver de su hijo degollado.
- Mata a golpes a su bebé de 45 días para hacerle daño a su madre en Campohermoso (junio de 2016). La Audiencia Provincial de Almería condenó a Hicham B. a 23 años y diez meses de prisión por un delito de asesinato con agravante de parentesco tras acabar a golpes con la vida de su bebé, de 45 días, en su casa de Campohermoso en Níjar después de arrebatárselo "sorpresivamente" a su madre a finales de junio de 2016. El jurado, que se pronunció desfavorablemente sobre una posible suspensión de la pena privativa de libertad o un eventual indulto, valoró especialmente la declaración de la madre del bebé y dio por acreditado que el acusado, tras golpear dos veces contra la solería al bebé, lo intentó por una tercera aunque finalmente ella se interpuso para evitarlo. Con el ánimo de amedrentarla, Hicham B. le había dicho que iba a “coger una pistola y matarla a ella y al hijo de ambos” por no tener la casa limpia. La mujer le contestó que no podía al estar alimentando a su hijo. El detenido entonces “sorpresivamente” le arrebató el bebé a su pareja “con la firme intención de causarle la muerte”.
- Asesina a hachazos a su hija y a su madre en una pedanía de Sorbas (febrero de 2010). El 16 de febrero de 2010 una mujer de 36 años, de nacionalidad belga, mató a hachazos a su madre, asfixió a su hija de cuatro años y, acto seguido, se suicidó en su vivienda de El Mayordomo, una pequeña pedanía del municipio de Sorbas. Fue el padre de la niña, que recientemente se había separado de la mujer quien encontró los cuerpos, a las ocho y media de la tarde del domingo, en la vivienda que él mismo había levantado años atrás junto a su ex pareja, Marina G. G., profesora particular de idiomas afincada en Sorbas desde el año 2002. El 8 de febrero, Marina regresó a Sorbas procedente de Bélgica junto a su madre, S. B., quien iba a pasar unos días de visita en el pueblo. Al parecer, la madre, de 67 años, quería que su hija y su nieta trasladaran su residencia a su país de origen.
- Mata a su hijo y esposa con un cuchillo para salvarlos del fin del mundo (junio de 2010). El 5 de junio de 2010, Cristóbal mató a su esposa e hijo de cinco años con un cuchillo de cocina en la capital almeriense. Este vigilante de seguridad señaló ante la justicia en los tribunales que los asesinó porque tenía que “salvarlos del fin del mundo”. Una enajenación mental muy difícil de encajar, sobre todo porque sólo le hizo daño a su familia y además fue detenido en su intento de fuga al caerse desde el balcón. Nunca se llegó a sentir culpable y planteó en su defensa que “en ese momento sufría un brote psicótico” que no convenció a los magistrados.
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