La procesión del Corpus de hace un siglo

Almería

En 1923, las mujeres sacaban sus mantillas, pañuelos bordados, abanicos y mantones de manila para adornar sus balcones al paso de la Custodia

Celebración del Corpus Christi en la Virgen del Mar
Celebración del Corpus Christi en la Virgen del Mar / D.A.
José Manuel Bretones

11 de junio 2023 - 08:00

Almería/Hace un siglo, el día del Corpus Christi era fiesta religiosa y oficial. En 1923, la celebración cayó el 31 de mayo, aunque no se cumplió la tradición de ser uno de los jueves del año que relucían más que el sol. Aquel día fue desapacible y ventoso, pero no impidió que la tradicional procesión con la Custodia saliese de la S.A.I. Catedral. Lo hizo a las seis de la tarde, cumpliendo con el privilegio especial concedido a Almería en 1862 para evitar los calores del mediodía.

La celebración tenía en la capital un gran boato y grandeza; varios días antes, las mujeres sacaban de los baúles sus mantillas, colchas, peinetas, pañuelos bordados, abanicos y mantones de manila para adornar sus balcones y fachadas que, previamente, se habían enjalbegado, sobre todo con cal blanca. Por la mañana se celebraba una misa pontifical en la Catedral.

Antonio Iribarne Scheidnagel, alcalde de Almería en 1923
Antonio Iribarne Scheidnagel, alcalde de Almería en 1923 / D.A.

El alcalde de la ciudad, Antonio Iribarne Scheidnagel (1862-1924), envió por la mañana una cuadrilla de empleados de la limpieza para barrer y regar todo el recorrido. Luego, minutos antes del desfile se procedía a alfombrar la calzada con un manto verde y oloroso compuesto por tayicos y ramillas de hierbabuena, mastranzo, lirios, juncia o romero.

La de 1923 fue una procesión con un recorrido corto. Desde la Plaza de la Catedral, bajó por la de Eduardo Pérez hasta la calle de Real y por Santo Cristo, Mariana y Cervantes regresó al templo. A pesar de los escasos metros, en muchas esquinas y fachadas se montaron diminutas estructuras de culto junto a las que la Custodia se detenía y la banda municipal interpretaba marchas militares. Los sones del cortejo estaban interpretados por 48 músicos, entre los que se encontraban 7 instrumentos de viento. También salió a la calle la banda militar de la guarnición de la Corona, compuesta por cornetas, tambores y bombos.

De antiguo viene la traición de montar pequeños altares por los lugares donde la procesión iba a detenerse. Hace 145 años, el 23 de junio de 1878, el desfile de la octava del Corpus salió de la iglesia de Santiago Apóstol, organizada y costeada por la Hermandad de la Virgen de los Dolores. Un grupo de mujeres almerienses se dedicaron a adornar con flores y macetas diferentes puntos del recorrido. En aquella ocasión, asistieron una representación de concejales del Ayuntamiento de la capital y la banda municipal de música.

En la ocasión que recordamos, de hace un siglo, la prensa de la época hablaba de una asistencia enorme de personas (“…una compacta muchedumbre de fieles”), decía el diario La Independencia. Y es que la festividad del Corpus tenía rango de grandeza; tanto, que el gremio periodístico, que descansaba apenas tres días al año, lo gozaba de asueto y el día siguiente no salía la prensa local. La costumbre se mantuvo unos años hasta que desapreció. Las barberías, tan usadas, abrían solo por la mañana y cerraban por la tarde.

Desde 1862, Almería tiene el privilegio especial de poder sacar la procesión por la tarde
Obispo Bernardo
Obispo Bernardo / D.A.

El desfile de 1923 estuvo presidido por fray Bernardo Martínez Noval (1868-1934), de la orden de San Agustín, obispo de la diócesis. Iba vestido con capa pluvial acompañado por deán, Antonio Prieto Poupariña; arcipreste, Antonio García; arcediano, Diego Márquez y Méler y chantre, Cristóbal Fuentes González. Junto a ellos, los gobernadores civil y militar, Luis Merino Horodinski y Andrés Monedero. El alcalde y numerosos miembros de la Corporación iban bajo mazas y el Cabildo Catedralicio bajo palio, además de las bandas de música referidas. El resto de responsables civiles y militares completaban el nutrido grupo de autoridades como el teniente coronel de la Guardia Civil, Rafael Toribio, o el cura castrense y párroco de Santiago Apóstol, Juan Escoz Rueda (+1925). Las iglesias de la capital aportaron al desfile a sus coadjutores, monaguillos y párrocos que caminaban con su Cruz Alzada, como Antonio Amat Mazo (+1928), de San Pedro; Antonio Alonso Martínez, de San José Obrero; el catedrático del Seminario Manuel Campillo Jiménez, de San Sebastián; Diego Martínez Torres de San Roque o el cura ecónomo de San Antonio Rafael Román Donaire (1891-1936), ya beato desde 2017. Del mismo, modo, todas las órdenes de la ciudad se sumaron al festejo santo. Significar que durante el pontificado del P. Bernardo se abrieron en la diócesis de Almería nuevas casas religiosas.

Las velas eran otro elemento que daba esplendor a la procesión. El Ayuntamiento entregó un buen número de ellas a los fieles que, días antes, había adquirido en la cerería de la “Viuda e Hijos de T. Terriza” por 50,75 pesetas. Este negocio estaba en el número 1 de la Puerta de Purchena y era proveedor oficial de cera del municipio.

La parte final del cortejo la integraban grupos de niños cantores ataviados con sotanas rojas y de otros colores y los integrantes de la escolanía del seminario. Todos interpretaban laudes y motetes en honor del Altísimo. Durante todo el recorrido, las campanas de la Catedral, de la iglesia de San Pedro Apóstol, Santa María Magdalena, Sagrado Corazón, San Antón y otras parroquias cercanas no pararon de repiquetear.

La tradición marca que la Custodia debe regresar al templo antes de la puesta de sol. En aquella ocasión, se cumplió ya que el desfile duró dos horas y aún era de día cuando la comitiva enfiló la calle Cervantes.

Hace un siglo existía la costumbre de organizar otra procesión por la octava del Corpus. En 1923, fue el domingo 3 de junio, aunque en esta ocasión la salida fue desde Santo Domingo. Veinte soldados del Regimiento de la Corona acompañaron a la custodia. También se instalaron lo que hoy llaman “altares provisionales”, pero en menor número que el gran jueves festivo. En definitiva, el Corpus de hace un siglo en Almería fue muy distinto al de ahora, aunque la tradición iniciada en 1264 se sigue manteniendo.

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