Una playa marrón, al sol del 18 de Julio en Almería

Una extensa playa marrón, conformada por más de medio millar de contenedores, cubre desde hace meses el solar del antiguo edificio del 18 de Julio. Son el mobiliario esencial de la nueva era de la basura, que aguarda su implantación en la capital almeriense. El Ayuntamiento tiene pendiente instaurar, de modo ya generalizado, la contenerización marrón, solo apta para los residuos orgánicos y restos de poda domiciliaria, que traerá consigo considerables cambios en las rutinas de los hogares con respecto a cómo seleccionar y tirar la basura. La previsión municipal es sacar estos contenedores a la calle este mismo mes junto al lanzamiento de una campaña de concienciación ciudadana.

Estos contenedores marrones, que sustituirán a los grises como receptores de residuos orgánicos, no son del todo desconocidos para los almerienses. Tres barrios cuentan con ellos desde 2021 en una experiencia piloto que repartió medio centenar de contenedores en Cortijo Grande, Nueva Almería y Vega de Acá, a los que le siguieron después otros 23 en la Plaza y en los mercados de Los Ángeles y La Cañada.

El Ayuntamiento adquiría este año en una sola licitación 560 contenedores (500 de carga lateral y 60 de carga trasera), a repartir por toda la ciudad. Son los que almacena el Consistorio en el solar del 18 de Julio sin que haya pasado desapercibido por ciudadanos, algunos cuya sorpresa ha sido compartida en redes sociales ante los meses que llevan estos contenedores expuestos al sol y más marrones que antes por efecto de la calima.

No estarán mucho más tiempo sin salida, pues la planificación municipal trazada por el área de Sostenibilidad Ambiental y Energética apuntaba al mes de septiembre para extender la contenerización marrón a todo el término municipal, según adelantó la propia alcaldesa, María delMar Vázquez, durante la presentación de los nuevos camiones de la basura a principios del pasado mes de agosto.

La idea es lanzar una campaña informativa y concienciación ciudadana. Entre otras cosas porque estos contenedores marrones conllevarán un obligado cambio de hábitos en su relación cotidiana con la basura pues los hogares deberán disponer de una papelera de separación más y será necesaria la compra de bolsas compostables (biodegradables), para estos restos de comida, que acabarán transformándose en compost. Ya la alcaldesa lleva tiempo haciendo declaraciones en este sentido al objeto de que el marrón cale en la sociedad y no sea, como su color, una pesadilla.