Empieza la transformación de La Hoya en el jardín histórico de la Alcazaba de Almería

Almería

El alcalde coloca la primera piedra de las obras que durarán 14 meses con más de 20.000 plantas y árboles

El alcalde ha celebrado un acto diferente de colocación de la primera piedra del parque de La Hoya / Rafa González

Después de décadas en el tintero –la idea de crear un parque en la explanada de La Hoya es tan vieja como el siglo pasado–, la llanura situada entre la Alcazaba y el Cerro de San Cristóbal se encuentra ya en obras para la transformación de sus 42.600 metros cuadrados en un jardín botánico, conformado por 21.000 plantas y más de un centenar de árboles, de estilo mediterráneo y arraigado en su pasado agrícola, que ofrecerá en 14 meses una imagen cuidada al entorno del conjunto monumental y, sobre todo, un espacio, el de las antiguas Perchas, a la ciudadanía para su disfrute.

Esta es la finalidad última, recuperar para el uso social una zona de la ciudad “tan cerca de todo y tan lejos” como “paradójicamente” ha descrito el alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, en el acto oficial de colocación de la primera piedra celebrada esta misma mañana ante la presencia de colectivos vecinales, a los que se han sumado comerciantes y el Colegio de Arquitectos, así como la delegada de Cultura, Eloísa Cabrera, los representantes de los grupos políticos municipales, además de los diseñadores del denominado Jardines Mediterráneos de La Hoya, Juan Antonio Sánchez y Vincent Morales, ganadores, en 2010, del concurso de ideas, la concejal de Urbanismo, Ana Martínez Labella, y directivos de la unión temporal de empresas adjudicataria de las obras, compuesta por las almerienses Jarquil y Copsa, consiguieron este contrato ofertando 2.671.648 euros.

Esta inversión posibilitará abrir al público en 2023 este jardín mediterráneo, de albercas y arbolado autóctono, respetuoso con el patrimonio, tanto con los restos arqueológicos del subsuelo como con las murallas del conjunto monumental que lo bordean. De hecho, ya en este acto de la primera piedra ha tenido sus variantes, puesto que no ha sido enterrada una urna con la prensa del día como suele ser lo habitual, sino que Fernández-Pacheco ha descubierto un pedrusco extraído de La Hoya sobre una peana con la placa de esta fecha celebrada como un hito para la recuperación del casco histórico y, en concreto, de este espacio que acabará por enlazar la Alcazaba con San Cristóbal con el fondo amurallado.

En ese “respeto absoluto hacia el patrimonio”, sobre el que regidor ha querido incidir en su discurso, los proyectistas han suprimido cualquier elemento que pudiera entorpecer la visión de las murallas y situado el arbolado en aquellos puntos libres de restos arqueológicos.

Imagen del proyecto ideado para la explanada de La Hoya

No habrá, por ejemplo, farolas, sino báculos en el suelo de color tierra camuflados, ni redes básicas de agua, sino que las obras recuperarán el sistema de riego de esta, en el pasado, zona agrícola con la reconstrucción de albercas y bancales situados en zonas estratégicas al objeto de que las plantaciones no entrañen impacto visual sobre el patrimonio.

El futuro parque divide su estructura de caminos –todos accesibles– en paratas, por donde discurrirá el sistema de canales de agua que conectarán dos albercas (alta y baja) del antiguo cortijo del cura. Ambas estructuras serán restauradas para su puesta en uso. Esta red completa los restos de la antigua instalación e incluirá elementos de agua singulares.

La vegetación para este parque, de naturaleza blanda y exento de asfalto -para la pavimentación de los caminos se utilizará terrizo y pequeños adoquines de piedra caliza- está diseñada como un tapiz que cambiará de imagen en función de las estaciones y la pluviosidad.

Se plantarán en total más de 21.000 unidades de herbáceas, arbustos y árboles, de más de un centenar de especies diferentes, entre las que se encuentran las chumberas de la ladera de la Alcazaba para cuya plantación se emplearán burros.

La distribución de la vegetación creará parterres circulares-ovoidales que, a su vez generan una red de caminos con 63 bancos, zonas de sombra (aportada por los 122 árboles de altura mediana), y un espacio central para actividades culturales y juegos a modo de plazuela.

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