Arranca el juicio que determinará si Palomares fue foco de cientos de casos de cáncer
La justicia de Estados Unidos decidirá las ayudas que deben recibir cientos de veteranos que viajaron a Almería para ‘limpiar’ las bombas
Estados Unidos ha hecho los deberes. Tarde, pero al menos se ha implicado. Algo que en España no ha sucedido ni, probablemente, sucederá. Tras el dictamen del Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos del pasado mes de diciembre, los veteranos que han desarrollado enfermedades tras estar expuestos a la radiación ionizante mientras limpiaban el desastres tras la caída de cuatro bombas nucleares en Palomares (Cuevas de Almanzora, 1966) comienzan ahora un juicio reclamar beneficios por discapacidad por sus enfermedades. Previamente, y durante las últimas décadas, a todos ellos se les negaron los beneficios por discapacidad e incluso se falsearon los diagnósticos para impedirselo.
Pero la demanda colectiva encabezada por el veterano Víctor Skaar, un sargento jefe de la Fuerza Aérea retirado que participó en la limpieza, tuvo éxito en el Tribunal de Apelaciones y ahora será un juicio (esperamos justo) el que determinará si deberán recibir compensaciones. Skaar desarrolló leucemia y entiende que está relacionada con la exposición a la radiación. En su momento, le dijeron que su nivel de exposición estaba uy por debajo del nivel requerido para causar una discapacidad y la Junta de Apelaciones de Veteranos negó su reclamo.
“Estoy feliz de que la resolución del tribunal signifique que puedo seguir luchando por el reconocimiento junto a mis compañeros veteranos de Palomares, muchos de los cuales están demasiado enfermos para luchar solos. He estado luchando en esta batalla desde que tenía 45 años y espero que la decisión del tribunal finalmente me permita, a la edad de 83 años, recibir beneficios por mis numerosas enfermedades relacionadas con la radiación, incluido el cáncer”, explica Skaar.
Decenas de soldados estadounidenses que viajaron hasta Palomares han sido diagnosticaron de cáncer. En un detallado reportaje, el diario New York Times identificó a 41 hombres que trabajaron en la zona, de ellos, 21 tenían la enfermedad a causa de los altos niveles de plutonio a los que se expusieron. En 1966, acudieron a la zona para ‘limpiar’ la tierra contaminada por las bombas nucleares que cayeron tras la colisión de un avión cisterna y un bombardero estratégico norteamericanos. No estaban activadas, pero dejaron un rastro de radiactividad que se ha extendido hasta la actualidad.
En aquella época, el ejército norteamericano tenía vía libre para realizar todo tipo de ejercicios sobre el espacio aéreo español. Años después, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una serie de leyes con el objetivo de otorgar beneficios a los veteranos que fueron expuestos en determinadas situaciones o conflictos, como la Guerra de Vietnam o las pruebas atómicas en Nevada. Sin embargo, esta legislación no era aplicable a los soldados que limpiaron Palomares. Los veteranos sostienen que pasaron meses trabajando entre polvo tóxico con apenas una vestimenta de algodón.
En 2017, los supervivientes trataron de obtener cobertura de atención médica completa y la compensación por discapacidad del Departamento de Asuntos de Veteranos. Pero el departamento se basaba en los registros de la Fuerza Aérea estadounidense, y dado que los archivos dictaminaban que nadie resultó afectado en Palomares, el organismo rechaza las afirmaciones. La causa ha resurgido con fuerza, ahora con más apoyo. Con el respaldo de la Facultad de Derecho de Yale y de militares retirados, el oficial de la Fuerza Aérea Víctor B. Skaar ha solicitado al tribunal federal de apelaciones la presentación de una demanda colectiva contra el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos para conseguir una indemnización.
“No se habló sobre la radiación o el plutonio o cualquier otra cosa”, explica Frank B. Thompson, un trombonista de 22 años, que pasó días buscando campos contaminados sin equipo de protección o incluso sin ningún cambio de ropa. “Nos dijeron que era seguro, y que eran lo suficientemente tonto, supongo, creer en ellos”. El testimonio está publicado íntegramente en el reportaje que el diario norteamericano New York Times.
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