Los orígenes de la ermita de Aguadulce y la festividad de la Virgen del Carmen

Fiestas de Aguadulce

Su capilla data de la década de 1890, cuando la demografía del municipio comienza a tomar una notable relevancia ante el desarrollo de la actual N-340

Antón López: el hombre que dio nombre a un marchal hace 350 años

Procesión de la Virgen del Carmen, patrona de Aguadulce / Familia José Cano Medina
Julia Hernández Salmerón

14 de julio 2024 - 08:00

La década de 1890 es muy importante para la historia de Aguadulce. En estas fechas se dota al lugar de una modesta capilla. Hasta entonces no contaba con un espacio donde celebrar los sacramentos: bautismos, confirmaciones, eucaristía, desposorios y sepelios se desarrollaban en la Iglesia de San Judas Tadeo de Enix, iglesia matriz y parroquia a la que Aguadulce pertenecía, o bien en las parroquias de donde la persona era originaria. Así lo hicieron Francisco Perales Rivas y Antonia López Lirola. El roquetero y la daliense se dirigieron desde Aguadulce hasta Enix y, tras dos horas de camino, se desposaron en el templo enixero.

En aquellos años de fin de siglo, la dinámica demográfica de la zona había cambiado como consecuencia del desarrollo de la carretera de Málaga, la actual N-340. Personas procedentes de otros lugares comenzaron a asentarse en Aguadulce ya para trabajar como carabineros, peones camineros, albañiles, carreros, ya para buscar trabajo. Como Diego Cañadas, que se había trasladado de Níjar a Aguadulce porque había sido contratado como peón caminero. Ahí nació su hijo Luis, quien se convertiría en el primer niño bautizado en la capilla de Aguadulce, el 7 de diciembre de 1891. Unos días más tarde, el catorce del mismo mes, José López Lirola, un jornalero natural de Dalías, y la enixera María Paniagua Ufarte contrajeron matrimonio en el mismo lugar de culto, y fue el primer desposorio que ahí se celebró.

Gracias a esta pequeña capilla las personas que vivían en Aguadulce recibieron su auxilio espiritual y los sacramentos sin necesidad de desplazarse a Enix, pues a la vez que crecía en población lo hacía en servicios. Francisco Perales y Antonia López, quienes se habían desposado en la Parroquia de San Judas Tadeo unos años antes, ya no tuvieron que ir nuevamente a la iglesia matriz: el 25 de diciembre de 1892 bautizaron a su hija Emilia en Aguadulce. Al bautismo acudieron sus familiares, entre los que se encontraban los abuelos paternos de la niña: Ginés Perales Andújar, natural de Roquetas, y Rosa Rivas Ruiz, de Vícar; los abuelos maternos: Francisco López Espinosa y Rosa Lirola Maldonado, ambos de Dalías, y los padrinos y tíos de la niña: Eduardo Martínez Vizcaíno y su mujer, María Perales, naturales de El Marchal de Antón López (Enix). Estos últimos, a su vez, también se habían desposado en la Iglesia Parroquial de San Judas Tadeo en 1883, probablemente por el mismo motivo que Francisco y Antonia.

La asistencia espiritual era necesaria no solo para los residentes en Aguadulce. La población permanente se incrementaba de forma periódica. Según la prensa de la época, como La Crónica Meridional, en periodo estival se les unían “familias distinguidas” procedentes de la capital, que llegaban en carruajes, “para tomar los baños y aspirar las deleitantes brisas marinas”.

Aunque ya disponía de capilla, Aguadulce no tenía campo santo. Por esta razón, los niños vicarios José, Manuela y Domingo, al igual que los enixeros Juan y Francisco, fueron enterrados en el cementerio de Enix entre los años 1889 y 1891, aun cuando sus padres residían en Aguadulce. Esto pronto cambiaría: el Ayuntamiento de Enix aprobó la construcción de un cementerio en el lugar. Así pues, el treinta de marzo de 1892 se ofició el sepelio del carrero de Berja José Rincón Sánchez, el primero que se realizó en el cementerio de Aguadulce. Gracias al cual se posibilitó que las personas pudieran ser aquí inhumadas, lo que significaría también un mayor uso de la capilla y el arraigo de los nuevos vecinos en Aguadulce.

La actividad religiosa que había comenzado a experimentar la capilla aumentó poco después. En 1896, se adquirió la talla de la Virgen del Carmen gracias a los donativos de vecinos y veraneantes. Sin embargo, la construcción religiosa se consideró pequeña para albergar la imagen. Ese mismo año, el procurador José Luque cedió un local para que funcionara como ermita y acogiera la talla recién llegada hasta la construcción de una nueva que pudiera responder a las necesidades de la población. Esta ermita, cuya localización fue provisional, se situó en un emplazamiento muy próximo a la que tiene la actual: en la carretera de Málaga, concretamente en su lado sur. 

Entrada de Aguadulce / Familia de Emiio García Capilla

El 23 de febrero de 1896 fue bendecida la imagen y proclamada patrona de Aguadulce. La Crónica Meridional describió el acontecimiento de la siguiente manera:

“A las diez de la mañana, un alegre repique de campanas y disparo de voladores, anunció a los vecinos que daba principio la bendición de la referida imagen, que ha sido llevada a cabo por el digno capellán de esta ermita D. Rafael Gutiérrez, por delegación del Ilustrísimo y Rdmo. Sr. Obispo de esta Diócesis. Verificada esta primera ceremonia, el digno capellán dirigió la palabra a los fieles, pronunciando con este motivo una bonita y sentida plática ensalzando las glorias y virtudes de la Virgen del Carmelo, y seguidamente se dijo una misa solemne con gran concurrencia de fieles. Por la noche se rezó el Santo Rosario y se cantó una solemne salve”.

 

Una vez bendecida la patrona, fueron celebradas las fiestas en su honor unos meses después, concretamente los días quince y dieciséis de julio, con un programa muy completo: el primer día, “brillantes iluminaciones, fuegos artificiales, bailes y música”, y para el día de la Virgen, “gran fiesta religiosa con sermón por el presbítero don Francisco Oña, procesión y el capeo de un novillo”. En definitiva, en 1896 había nacido el patronazgo de Nuestra Señora del Carmen de Aguadulce, que pronto cumplirá su CXXX aniversario.

A partir de 1896, la actividad religiosa de la ermita de Aguadulce aumenta al mismo ritmo que la población. En respuesta a esta realidad, en 1900 la diócesis de Almería, en la nueva división parroquial, reconoce que la Parroquia de san Judas Tadeo tiene una iglesia filial en la costa. En el auto en donde se aprueban las modificaciones, Aguadulce es descrita de la siguiente manera: “A ocho kilómetros del pueblo [de Enix] hay una extensa barriada nombrada Agua-Dulce con capilla y cementerio, la cual se erige en anejo de esta parroquia”.

Talla de la Virgen del Carmen, patrona de Aguadulce / D.A.

La patrona de Aguadulce, Nuestra Señora del Carmen, y sus fiestas patronales tenían cada año una mayor difusión en la sociedad almeriense. En 1908, La Independencia recogía el acontecimiento. La programación de las fiestas se había consolidado durante esos años. El disparo de cohetes y la banda de Rioja con su diana a lo largo de la carretera anunciaban el día grande para Aguadulce. A las diez fue celebrada misa solemne cantada por el cura Francisco García Soria, acompañado de dos sacerdotes de la capital. Como era ya costumbre, por la tarde tuvo lugar la procesión que terminó entrada la noche. Se sucedieron tanto bailes públicos como privados, y dio fin a los festejos un castillo de fuegos artificiales. Dos días después, el obispo Vicente Casanova y Marzol visitó el lugar acompañado por sus familiares y escoltado por una pareja de la Guardia Civil montada. Fue recibido entre vítores a su llegada a la ermita, en donde ofició una misa y administró el sacramento de la confirmación.

La ermita actual fue alzada un poco más tarde, a mediados de los años veinte, según investigaciones de Juan Miguel Galdeano Manzano. Su construcción, que probablemente seguiría el austero diseño del arquitecto diocesano Enrique López Rull, se realizó muy cerca de la antigua ermita. Si se toma como referencia la carretera nacional, la antigua estaba emplazada al sur, mientras que la nueva (o actual) se ubicó al norte.

La capilla, el cementerio y sendas ermitas, así como la patrona la Virgen del Carmen y sus fiestas, están unidas indisolublemente al desarrollo de Aguadulce: de origen enixero, terminó convirtiéndose en un lugar donde vivir y buscar nuevas oportunidades para tantas generaciones de personas que procedían tanto de la provincia de Almería como de fuera de ella.

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