La odisea de Ítaca para dignificar un barrio

Primeros cuatro años de trabajo de una asociación que promueve la convivencia, la superación de estigmas y el cambio en la zona más desfavorecida de la ciudad

La odisea de Ítaca para dignificar la vida de un barrio

En los poemas homéricos, Ítaca es la patria del eterno viaje de Ulises, el destino imposible al que logró regresar después de una odisea en el mar de diez años. Pero Ítaca no era sólo la isla griega en el mar Jónico a la que quería llegar. Ítaca es el camino, es la vida misma. Un periplo mitológico que se ha convertido en la mejor alegoría de lo que hoy representa en el barrio de El Puche la asociación con el mismo nombre. Ítaca acaba de cumplir cuatro años de trabajo para cambiar y dignificar el barrio más pobre de Almería que se comenzó a cimentar hace ya casi medio siglo. Se han volcado con los vecinos y colectivos para darle un giro radical a la zona cero del riesgo de exclusión social en la provincia y son conscientes de que será una odisea que requiera tantos o más años que el retorno de Ulises.

El barrio de la capital con los mayores índices de desempleo, absentismo y fracaso escolar, inmigración y enganches ilegales para las plantaciones de marihuana requiere de una vuelta de tuerca tanto a nivel estructural y urbanístico, con reformas y mejores equipamientos y servicios públicos, como en la mentalidad de sus propios vecinos y la percepción de una ciudadanía que lo ha estigmatizado sin piedad. Mientras llegan esas anunciadas inversiones de las administraciones públicas para su regeneración urbana y socioeconómica, como los planes millonarios de la Junta que se vienen demorando durante décadas o el diagnóstico que ha encargado el Ayuntamiento con fondos europeos, un equipo multidisciplinar de siete profesionales de Ítaca se organizaba desde principios de 2019 para dar una respuesta real a las necesidades de los habitantes de la zona más vulnerable de la ciudad a través de su participación.

Equipo multidisciplinar de profesionales que forman la asociación Ítaca

“Todas las actividades y proyectos surgen del interés de los vecinos y van en el misma línea: la del cambio. El barrio arrastra prejuicios del pasado y carencias que le impiden evolucionar y hay que actuar y alejarse de la simple queja”. Lo cuenta el responsable de la asociación, Oscar Bleda, que acumula más de una década de trabajo en El Puche, inicialmente con otros colectivos y desde hace cuatro años al frente de Ítaca. Y uno de los ejes de su intervención son los más pequeños, mayoritariamente hijos de inmigrantes y gitanos. “Son los líderes del futuro y si vamos sumando jóvenes que quieren otro barrio, que tienen inquietudes y no se van a resignar, cuando sean mayores conseguirán el cambio”, argumenta.

Uno de los proyectos de Ítaca se llama ‘Made in Puche’ y permite visualizar trayectorias de vecinos que han cumplido sus aspiraciones profesionales y personales y pueden servir de referente para los niños dele barrio. Un policía, una opositora a Guardia Civil, una periodista, un enfermero, un deportista... diez historias como la de Bilal Homami, Juan Antonio Cortés Montoya, Kevin Gil o Hind Faribi que contribuyen a echar por tierra estereotipos erróneos que condenan injustamente a la población al paro y la delincuencia. “No hay inseguridad, ni tampoco conflictos ni problemas de convivencia. Aquí el mejor amigo de Moha puede ser Javi porque lo vemos cada día. Lo que sí hay son problemas de alumbrado, limpieza, déficit de parques infantiles, zonas verdes y servicios públicos como los autobuses que no vuelven a su recorrido inicial y eso se consigue con más recursos e implicación de las instituciones”.

Una iniciativa de Ítaca pone en valor perfiles académicos y profesionales de éxito entre los vecinos del barrio

En estos cuatro años Ítaca ha contribuido a paliar esas carencias del barrio con jornadas de trabajo codo con codo con los vecinos para crear, entre otras intervenciones directas, una zona de juegos y mejorar, rehabilitar y limpiar espacios verdes e infantiles, además de pintar murales como el que recuerda a los residentes y visitantes que están “Unidos por el cambio”. En sus actividades, que se financian con programas como el ERACIS de la Junta y otros del Ayuntamiento y Diputación, han enrolado a más de un millar de personas en el último año y van mucho más allá de la concienciación sobre determinados problemas. Este año inician el proyecto 'Aljadid 2.0, seguimos haciendo camino' gracias a un convenio con la Obra Social de la Caixa. Ítaca ofrece asesoramiento, grupos de trabajo y apoyo académico, con horas para el estudio en sus instalaciones y ordenadores en los que imprimir tareas del cole e incluso portátiles que se prestan para seguir en casa.

Están a la disposición de los vecinos de lunes a viernes en mañana y tarde y cuentan con grupos segmentados como uno de mujeres con Save the Children, otro para los niños (Ítaca kids), un grupo del cambio con jóvenes del barrio, otro para orientado a la capacitación y promover la participación del colectivo gitano, punto de conexión a internet, clases de cultura y lengua española, así como actividades deportivas y juegos en la calle de forma permanente y talleres específicos como el de romper la brecha digital, drogadicciones o realizar trámites y gestiones con las administraciones. Todos los programas con lista de espera, lo que evidencia el grado de penetración que han conseguido entre los más de diez mil residentes. “Huimos del power point porque queremos que nuestra intervención sea participativa. El educador se tiene que adaptar a las situaciones del barrio”, explica Oscar Bleda.

Uno de los grupos de trabajo con jóvenes del barrio

De ahí que haya innovado con iniciativas poco habituales en la sensibilización y prevención como escape room, gincanas, el cortometraje Farrucas y hasta un documental que pone nombre y apellidos a personas de distintas generaciones bajo el título ‘¿Y si es verdad?’. En Navidad se celebró una Zambomba Flamenca que se había preparado durante meses con especial protagonismo de inmigrantes y gitanos. Una mezcla cultural y gastronómica con un espectáculo flamenco, migas y dulces marroquíes. “La ciudad tiene que empezar a mirar de otra manera al barrio, entender que está cambiando y aparcar los estereotipos, los jóvenes de El Puche están cansados de que los señalen y quieren tener las mismas oportunidades”, añade.

Ítaca quiere forjar una auténtica comunidad vecinal con la integración de todas las culturas y poblaciones sin discriminación, sin olvidar el papel de los centros educativos, y ejercer a su vez de “bisagra” con las administraciones para dar confianza a todos los implicados. Que los vecinos entiendan la política como aliada y se acerquen a las instituciones porque son fundamentales para evolucionar. La odisea de esta asociación para dignificar y salvar un barrio, el que surgió en la década de los 70 como vivienda provisional para las familias afectadas por las riadas que se produjeron en La Chanca y zonas colindantes, requiere un trabajo permanente sobre el terreno, no una actividad o visita ocasional. Nada de proyectos cortoplacistas sin resultados de futuro. Mucha dinamización e intervención directa en la calle. Y ya son cuatro años rompiendo los estigmas, eliminando etiquetas y favoreciendo la inclusión social.

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