El ocaso del pabellón del salto a la modernidad

Complejo deportivo Rafael Florido

En el Rafael Florido triunfaron en su día Unicaja Voleibol y balonmano Almería 2005 y hoy presenta una imagen tercermundista con goteras, excrementos en los asientos, desconchones y puertas rotas

El ocaso del pabellón del salto a la modernidad

El pabellón del complejo Rafael Florido fue la instalación del salto a la modernidad del deporte de pista almeriense, el recinto en el que conocieron sus primeros grandes éxitos clubes como Unicaja Voleibol o Almería 2005 en balonmano en las máximas categorías del deporte español. Antes había sido inaugurado por todo lo alto en abril de 1981 con la disputa de la Copa del Rey de baloncesto (del 8 al 29) que ganó en la final el FC Barcelona al Real Madrid. Con un graderío para más de 2.000 espectadores y una pista central de parqué, esta instalación situada en la avenida del Mediterráneo entre la calle Emilio Campra Bonillo y la carretera del Doctoral se convirtió durante décadas en el referente deportivo de la ciudad, además de ser el primer pabellón de deportes hasta que llegaron las grandes obras de los Juegos Mediterráneos.

Pero el lento pero infatigable rodillo de los años, unido a los estragos de la falta de mantenimiento, ha convertido a este símbolo de la modernidad en un pésimo escaparate para el deporte local. En abril cumplía 42 años de historia y es muy probable que, si no se revierte su actual situación de abandono, cuando llegue al medio siglo sea una instalación cerrada a cal y canto. El pabellón del complejo deportivo Rafael Florido no pasaría hoy ninguna 'ITV' de edificios, mucho menos siendo un recinto deportivo público al que acuden cientos de niños con sus familias, al ofrecer una imagen tercermundista y preocupante por la desidia de sus gestores. Cualquier ciudadano puede documentar este declive de las estructuras e higiene del recinto nada más cruzar la puerta trasera por la que se accede hoy a los entrenamientos y partidos de clubes de fútbol sala, balonmano, kárate o judo, entre otras disciplinas.

Desconchones y agujeros en paredes, destrozos en el mobiliario

El acceso principal frente a la Comisaría está cerrado y detrás de su portón de cochera se acumula el mobiliario abandonado (armarios y estanterías desmontadas). Pasillo adentro puertas rotas, suciedad y humedades en las paredes hasta llegar a la pista central donde se pronuncia aún más el ocaso de la instalación. En las gradas de los fondos, los excrementos y plumaje de los pájaros que se han colado a través de las cristaleras rotas y otros agujeros de la cubierta se acumulan sobre los asientos que desprenden un olor insoportable. Estos residuos llevan años incrustados sin rastro de los servicios de limpieza o desinfección. A pocos metros, en la parte alta cerca del marcador, las láminas y placas de escayola del techo se han desprendido por las filtraciones de agua.

En lugar de arreglar las goteras en varios puntos del recinto se han colocado varios cubos que recogen el agua y se han puesto algunos precintos para impedir el paso de niños o aficionados. También hay desconchones y agujeros en algunas paredes como las de acceso a vestuarios y los ventanales acumulan inmundicia de tiempo atrás. Los síntomas de abandono son muy evidentes, pero el pabellón se mantiene abierto al público y recibe a cientos de menores y jóvenes cada tarde para realizar prácticas deportivas. El riesgo es palpable, aunque la imagen es mucho peor.

Las gradas: asientos rotos, con excrementos de pájaros y goteras

El recinto en el que ganó Unicaja su quinta Superliga con un gran Cosme Prenafeta ante el Numancia en abril de 2004 hoy no debería albergar ninguna competición por pequeña que fuera. Una instalación que se inauguró con el triunfo en Copa del Rey de baloncesto de un Barça para la historia con jugadores como Epi, Chicho Sibilio, Creus o Solozábal en el quinteto y que sufre un deterioro agigantado por el déficit en la conservación. El Ayuntamiento de Almería, a través del Patronato Municipal de Deportes, debería tomar buena nota y actuar de manera urgente para frenar la agonía de un recinto que se proyectó en 1975 por el Consejo Nacional de Deportes en lo que en su día era Vega, sin urbanizar, para dotar a la ciudad de la instalación que no tenía.

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