Obras del AVE al ralentí mientras riegan los olivos
Del tirón inicial de los trabajos en los tramos entre Los Arejos, Níjar y la capital a la desaceleración. Pequeñas estructuras se dispersan por un trazado sin apenas operarios
Jerónimo Parra se aproxima con resignación a uno de los paneles SOS del tramo nijareño de las obras del AVE en Almería, una señal de socorro internacional cuyas siglas significan “Save Our Ship” (salven nuestro barco) que bien podría ilustrar su llamamiento al Gobierno para desatascar el punto más negro del Corredor Mediterráneo porque, a juicio del presidente de la Cámara de Comercio, “está casi todo por hacer”. Con la excepción de los tramos construidos entre los años 2010 y 2012 a lo largo de 27,2 kilómetros, los tres que actualmente están en curso no han alcanzado ni un 5% de ejecución y el de acceso a la capital a través del minisoterramiento de El Puche acumula un retraso alarmante. El itinerario entre Pulpí y Vera, con una inversión de 146 millones y acta de replanteo en abril de 2019, debería estar finalizado en noviembre de este año, pero ni desplegando un operativo especial con 24 horas de trabajo se podrían cumplir los plazos.
Es la historia interminable del AVE de Almería, un eje prioritario de la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T) desde hace ya casi una década cuyo calendario perpetuo se eterniza sin que finalicen los trabajos. Los obreros y las máquinas aparecen y desaparecen como el Guadiana en un misterio sin respuestas del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). Con una trayectoria de más de 35 años y conocimientos profundos de la materia, el presidente de la Cámara y del Grupo Parra de ingeniería civil no encuentra respuestas para este misterio por el que las empresas no trabajan de manera permanente y las cuadrillas van y vienen a paso de tortuga dejando entre invernaderos, fincas y terraplenes un trazado sin continuidad salpicado de estructuras y pasos inferiores, señales y vallas.
Jerónimo Parra no admite más excusas y el empresariado retomará las reivindicaciones de inmediato porque es incompresible que a las puertas del verano no se hayan invertido aún ni 20 de los 586 millones consignados para el AVE y recorriendo el terreno se puede comprender que sería inviable ejecutar los 570 restantes antes de que acabe el año. El recorrido por los dos tramos que se entrelazan en Níjar es el mejor ejemplo de esta inexplicable situación constructiva. Con el mejor guía para este viaje al hastío, a través del esqueleto de la línea más lenta de la Alta Velocidad, se constata sobre el terreno que los trabajos son todavía muy incipientes con un ritmo de inversión insuficiente.
“Las obras tienen que llevar un ritmo, la ejecución requiere su tiempo y lo que tenemos es un engañabobos”, argumenta en un recorrido por el tramo más virgen del futuro AVE bajando desde Los Arejos. “Aquí clama al cielo, es la nada, en el último mes no se ha movido una piedra”. El presidente de la Cámara de Comercio explica que el tramo entre Níjar y Río Andarax comenzó con buen pie, las empresas le dieron un buen tirón inicial, pero actualmente avanza al ralentí. En el Camino del Maltés las ferrallas de acero se oxidan bajo el sol en la llanura esperando las máquinas y trabajadores que levanten las estructuras. Ni 20 operarios en un trazado de 25 kilómetros a través de Sorbas y Lucainena de las Torres, adjudicado a Convensa por 106 millones de euros, cuando en construcciones similares, sin salir del ámbito ferroviario, se pueden encontrar hasta 400 o 500 personas con la maquinaria más avanzada.
Ni si quiera se ha completado los desmontes y desbroces. Sin entrar en el desarrollo de la plataforma, hay montañas de entre 15 y 20 metros que se tienen que rebajar, tuberías de regantes que desviar y torres de alta tensión que deben apartarse del eje, además de un túnel que pasará por debajo del polígono de La Juaida y cuatro viaductos que cruzan la Autovía del Mediterráneo y obligarán a reestructurar el tráfico. Pero esas actuaciones requieren esfuerzo inversor y un despliegue constructivo muy alejado de la fase actual de las obras que, según Jerónimo Parra, van a un “ritmo pésimo” que imposibilitará acercarse a los plazos contemplados en el contrato.
“Lo que más tiempo y dinero requiere está sin empezar, ahora sólo hay obras auxiliares, asequibles y sin esfuerzo, fáciles de ejecutar, como desbroces y pasos de drenaje”, añade. Un mochuelo se posa sobre el panel que marca el punto kilométrico 602+500 a la altura de Venta del Pobre. A escasos metros se encuentra encuentra una estructura edificada por Sacyr que visitaron los empresarios y medios de comunicación invitados por la Subdelegación del Gobierno de Almería a finales de julio del pasado año. Casi once meses después, nada ha cambiado en esta árida parcela que discurre en paralelo a la autovía. El paso inferior con obras de drenaje se ha culminado pero ni rastro de la plataforma ferroviaria.
Los arbustos han vuelto a crecer junto al hormigón y un par de operarios trabajan con una máquina de pilotaje en la cimentación de otra estructura menor a medio kilómetro. Todo lo demás se mantiene invariable por la maldición del AVE en una provincia cuyas obras son el cuento de nunca acabar. En el recorrido rambla abajo otras estructuras esperan el último remate, pero no hay rastro del personal. El acero para la ferralla permanece oxidado en lotes que esperan su uso. Un trabajador en solitario los custodia y toquetea, mientras que un par de operarios con una cuba de agua riegan los pocos olivos que se trasplantaron a las puertas de otro armazón.
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