Los nuevos fareros
Las nuevas tecnologías han cambiado este oficio que se considera en extinción De los 10 faros que hay en Almería, solo dos están habitados

El GPS, las nuevas tecnologías y los telecontroles han transformado por completo la navegación. ¿Es este el fin de la poesía? El litoral almeriense cuenta con diez faros: el de Adra, Punta de Baños, el Sabinal, San Telmo, Cabo de Gata, la Polacra, Mesa Roldán, Garrucha, el del Puerto de Almería y el de la Isla de Alborán. De todos estos, a día de hoy, únicamente dos están habitados: el de Mesa Roldán y el de Cabo de Gata.
Mario Sanz es Técnico de señales Marítimas y habita el faro de Mesa Roldán, en Carboneras. "Lo que más ha cambiado es la cantidad de personal", cuenta el farero. "Hace ya muchos años que los faros están automatizados. Antiguamente siempre tenía que haber al menos dos personas en cada faro, ya que había procesos de petróleo y había que vigilar. Pero a partir de la electricidad y la automatización, ya no hace falta estar toda la noche en vela, por lo que el personal ha descendido mucho", explica Mario.
El oficio de farero ha cambiado y está en extinción desde que en el año 1993 se les diera a escoger si querían ser funcionarios o pasar a ser técnicos de señales marítimas. Desde entonces ya no hay más oposiciones y cuando se jubilan ya no hay repuesto porque la tecnología hace parte del trabajo. Además, ahora la tendencia es contratar alguna empresa auxiliar que recorra los faros cuando ya no haya trabajadores.
La profesión de farero dista mucho de lo que algunos seguramente imaginarán. "Hacemos de todo, nos ocupamos del mantenimiento de los faros y también de las señales marítimas. Pero lo más importante es que no estamos únicamente en un faro. En la costa de Almería solo hay dos faros habitados, por lo que tenemos que hacer rondas por los demás y ocuparnos de todo. Pero los faros cada vez dan menos problemas, por eso cada vez hay menos trabajo y es necesario menos personal", añade Sanz.
De manera que el oficio del farero consiste hoy día en un trabajo, principalmente, de mantenimiento. "Nos ocupamos de cualquier avería, de la limpieza de los cristales, de la pintura... Hacemos de todo", explica Mario.
Pero este trabajo ya no tiene nada que ver con el tópico de la soledad, la vida en la torre, siempre pendiente de un apagón nocturno... Ahora los fareros tienen horarios, turnos, trabajan en instalaciones modernas y están rodeados de ordenadores y controles remotos. Por tanto, que los técnicos de señales marítimas ya no son vigías solitarios es cierto. Pero que sean oficinistas es una verdad a medias. Ya no están atados a los faros, pero deben hacer continuas inspecciones, y no solo visitan faros, sino que también inspeccionan centenares de señales marítimas. "También tenemos la responsabilidad de inspeccionar los puertos que no pertenecen a la Autoridad Portuaria para ver si las señales y demás funcionan correctamente", explica Sanz.
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