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Cuando las novias depositaban su ramo de flores en la capilla de Las Jesuitinas

Sociedad

Desde 1961, y durante una década, tomó auge esta costumbre entre las muchachas almerienses que se casaban y estudiaron en el colegio 

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Capilla del Colegio Stella Maris de Almería / Colegio Jesuitinas Stella Maris

Hace sesenta años, en 1964, el colegio almeriense de Las Jesuitinas estaba ya consolidado como un centro educativo de referencia. Desde que varias monjas (Soledad Larrañaga Cebeiro, María del Rosario Sáez López, Elena Igartua Goya o Victoria Ugartemendía Escual) lo fundaron en el curso 1944-45, la escuela de las Hijas de Jesús ganaba prestigio social. Solo el primer año albergó a 260 alumnas.

Durante esas dos décadas, entre 1944 y 1964, se matricularon y estudiaron varios cientos de niñas de la capital y de numerosos pueblos, a pesar de que fueron años complicados por las limitaciones económicas y la escasez de recursos. Las autoridades de la época tampoco se lo pusieron fácil a las religiosas para que ejercieran su labor; sobre todo, en la primitiva escuela alquilada del Parque. Soledad Larrañaga Cebeiro, que llegó en 1952 a “Madre General de las Hijas de Jesús”, fue la superiora almeriense hasta 1950, que le sustituyó María Auxilio Tapia. Ésta se marchó en 1956 tras comprar junto al Cortijo de Los Picos varias hectáreas de terreno para ampliar el colegio, dejando el cargo a Purificación García de la Vega que estuvo durante tres cursos, hasta 1959.  

El caso es que en los años sesenta, en su actual ubicación de la Rambla desde el 12 de diciembre de 1948, Las Jesuitinas alardeaba de un merecido prestigio y entre sus alumnas suscitaba un inmodesto sentimiento de pertenencia. Un orgullo escolar que con tanta maña sabían generar las religiosas y los frailes, en los colegios de niños, de mediados del siglo XX.

Novias en el colegio

Era tal el grado de patrimonio moral de las antiguas alumnas con el colegio que el vínculo con las Hijas de Jesús lo seguían manteniendo y recordando incluso el día que contraían matrimonio. Y desde 1961 comenzó a extenderse la costumbre de depositar en la capilla del colegio –obra del arquitecto Antonio Góngora Galera- el ramo de novia que cada una llevó al altar el día de su boda.

La costumbre, que se tornó en tradición durante la década de los sesenta, comenzó poco después de que el obispo de diócesis, Alfonso Ródenas García (1895-1965), bendijera la capilla, a las siete y media de la tarde del sábado 6 de mayo de 1961. Ofició una misa concelebrada y procedió a dar lectura de un telegrama del papa Juan XXIII con la bendición a las monjas y a la totalidad de la comunidad educativa. Durante la ceremonia religiosa entronizaron en el Altar una estilizada imagen de La Inmaculada, obra del escultor de Granada Francisco López Burgos (1921-1996). Precisamente, a los pies de la imagen era donde las ya felices esposas recién casadas depositaban su ramo de novia.

Otras antiguas alumnas seguían manteniendo lazos con el colegio, aunque no pudieran depositar sus flores en la iglesia. Bien porque se marcharon a vivir fuera de la provincia o por otros motivos; el caso es que cuando eran desposadas comunicaban su nuevo estado civil a las monjas del colegio. Así lo hicieron en los últimos meses del año 1962 y primeros de 1963 Lolita Díaz Ruano, que se casó con Fernando Rodríguez Ruiz; Nardí Mesas; Antonia García Torrecilla; Josefina Reche; Rosario Ferré; Catiana Yenez; María Isabel Martín Gil; Paquita Reche Belmonte o Ángeles de Haro.

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Capilla de Las Jesuitinas / Colegio Jesuitinas Stella Maris

Flores a la Inmaculada

En cambio, otras ex alumnas que contrajeron matrimonio en diferentes parroquias de la provincia sí ofrecieron su ramo de novia a la talla de la Virgen. Por ejemplo, María Isabel Godoy; María Teresa Urbano, que se casó en la Navidad de 1962; Iluminada Rodríguez, que lo hizo en las fechas cercanas a la festividad de La Inmaculada Concepción; María Isabel Velázquez, que contrajo matrimonio el Día de San Esteban; Amparo Contreras, casada el 30 de marzo de 1963 con Enrique Amat Fenoy ; María Luisa Ortega; Alicia Vasserot Fuentes (1938-2014) casada con un hijo de la familia Aranda; Paquita Soler; Conchi Salas; Carmen Fábrega Bellver, casada con Juan Francisco Cruz Úbeda o Rosina Rojas Rojas, (que era hija de la presidenta provincial de la Comunidad Cristiana de Viudas) casada en junio con Antonio López Cuadra (+2024).

Las monjas de Las Jesuitinas, dirigidas por la madre Rita Martín Viñas, eran expertas en establecer vínculos con sus antiguas alumnas y por ende con los nuevos estamentos de la sociedad que éstas iban alcanzando. Por ello, se preocupaban de ensalzar y difundir los éxitos académicos y profesionales que las niñas –ya mujeres- obtenían.

Así, era cosa común que desde el colegio felicitaran efusivamente cuando egresadas de las Hijas de Dios aprobaban oposiciones o accedían a trabajos, sobre todo como profesoras de educación primaria. Las chicas que seguían estudiando y no cortaban su formación académica por atender a su marido e hijos solían matricularse en la Universidad de Granada, en alguna carrera de Ciencias, o en Magisterio en el propio colegio, habilitado para ello de forma oficial por el Ministerio. Así, un pequeño “ejército” de ex alumnas del Stella Maris se repartieron por las escuelas de pueblos, anejos, villas y barrios de la provincia al acceder a sus plazas provisionales o definitivas. Y las religiosas, siempre atentas, se encargaban de mandar su enhorabuena a las nuevas maestras formadas en sus aulas. Solo a mediados de 1963 cerca de 30 ex alumnas alcanzaron sus objetivos de acabar Magisterio.

Entre ellas, María del Carmen Ibáñez Sánchez, Antonia García Rodríguez (cuyo padre era maestro), Carmen Fábrega Bellver, María García Pérez, María Victoria Díaz López, Cecilia Font, Pilar Martín Salvador, Juana Yebrés, María del Pilar Calvache Martínez, Mercedes Martínez García, María Isabel López López, Julia Moral Giménez, Ana María Martínez Amo, Ángeles Martínez Siles, Mónica Reche Navarro, María Pastor, María del Carmen Molina Molina, María del Carmen Amate García, Encarnación Maturana, Ángeles Pérez Almansa, Mercedes Ruiz, Sol Sánchez, María Victoria Salmerón Salmerón o María Isabel Moreno Úbeda. Ésta, una vez concluido su ciclo profesional, llegó a la presidencia de Asociación de Docentes Jubilados de Almería (ADOJAL).

Se corría el riesgo de que cuando las nuevas profesoras se incorporaban a sus destinos la relación con el colegio podría entrar en una fase de abulia y distanciamiento. Para ello, las religiosas idearon la edición de una revista que, enviada por correo, mantuviera el lazo de unión entre las ex alumnas y el centro. La publicación se llamaba “Memorare”; fue creada a mediados de 1961 y su objetivo venía bien claro en sus líneas editoriales: “actualizar el tiempo pasado de tu vida colegial que fue formación y faro para tu conducta de hoy”.

En el modesto boletín de cuatro páginas, las religiosas lanzaban consignas vinculadas a la institución, pero, al mismo tiempo, se ofrecían para asesorar a las bisoñas maestras en sus primeros años como educadoras: “¿sentís la necesidad de recibir alguna orientación en materia de enseñanza sobre labores, trabajos manuales, lectura, escritura o preparación para las Primeras Comuniones? decía la revista.

Las religiosas de las Hijas de Dios, en los años sesenta, eran expertas en mantener el lazo afectivo entre el centro y sus antiguas alumnas

Una madre superiora química

Desde 1959 y durante los primeros cursos académicos de los años sesenta, el colegio estaba dirigido por la Madre Rita Martín Viñas, licenciada en Ciencias Químicas, y por la prefecta o jefa de estudios, la religiosa y profesora de literatura Plácida García García. Se da la circunstancia de que en el interior del propio colegio estaban las habitaciones de las alumnas internas, chicas que procedían de la provincia y que vivían allí al estilo de una residencia femenina.

En 1963-64, el Stella Maris tenía matriculadas a casi mil niñas entre Primaria, Bachiller Elemental, Bachiller Superior, Preuniversitario y Escuela de Magisterio. Existía la opción de entrar como parvulitas (“Jardines” se llamaba antes) y salir con el título de maestra.

Eran tiempos en los que en Primaria había clases por la mañana (de 9:00 a 12:00 y de 15:00 a 17:00) y se hacían festivales deportivos y folklóricos, a los que con gran estrategia de futuro se invitaba a las antiguas alumnas que ya eran madres o desempeñaban responsabilidades académicas en la provincia. Precisamente el 1 de mayo de 1964 tuvo lugar “La fiesta de la Estrella” al que asistieron entre otras autoridades de la época el obispo, Alfonso Ródenas, el presidente de la Diputación, Julio Acosta Gallardo (1913-1980) o el presidente de la Audiencia Provincial, Fernando Wilhelmi Castro (1909). En aquella fiesta con tómbola y sorteos para recaudar donativos para las misiones se bailaron danzas típicas de la provincia: el fandango de la Jauca de Serón; el fandango de Cuevas del Almanzora o los de Garrucha y Mojácar, ya que varias internas “remanecían” de esos pueblos.

Y, claro, las chicas que habían concluido su formación y pasaban a ser “antiguas alumnas” (AA como les decían las monjas) tuvieron un protagonismo especial. Entre aquellas mujeres almerienses que terminaron sus estudios en Las Jesuitinas en el curso 1962-63 estaban María Josefa Esteban, Rosario Gallego, Ana Sánchez, Josefa Góngora, María Luisa Velasco, Encarnación de Haro, Pilar del Águila, Mari Cruz Bretones, María del Mar Contreras, Dolores García Abad, Dolores García Valls, Ana Giménez, Daniela Padua, Carmen Puerto, Francisca Quesada, Juana Quesada, Adela Rivera, Consueto Ruiz, Mercedes Ruiz, Conchita Amérigo o Ana Buendía.

El curso que empezará en septiembre, Stella Maris cumplirá 80 años de presencia en Almería. Muchas felicidades.

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