La niña Matildita Morales
Crónicas desde la Ciudad
Matilde Milagros Cristina Morales Navarro asombró a España por su precocidad en el arte declamatorio. Nieta de uno de "los últimos de Filipinas", su familia desapareció de Almería al concluir la guerra incivil
UNA hijuela importante heredada de los Juegos Florales decimonónicos, en los que la burguesía trataba de imitar los esplendores de Palacio al son de poemas, pianos, valses, polkas y rigodones, fue el creciente interés prestado al Arte de la declamación. Numerosas ciudades españolas rivalizaron en lujo y boato con el que asombrar a autoridades e invitados: nombramiento de reina de las fiestas y corte de honor, decoración del local, premio en metálico a la "flor poética" vencedora y a las distintas modalidades literarias en liza. Pero donde realmente se superaban era en la contratación de su mantenedor oficial; generalmente, una personalidad de las Letras o de la Política. Entre los celebrados en Almería (teatro-circo Variedades, teatro Apolo) hallamos a Miguel de Unamuno, al primer ministro José Canalejas o a García Alíx.
Otra explicación a la popularidad alcanzada -década de los treinta a los cincuenta del pasado siglo- por estas convocatorias de verso y prosa lo justifica la sólida implantación desde antiguo de trovos y troveros en la provincia (Alpujarra y Levante), con el pechinero José Castillo a la cabeza. De tal variante artística participa la canción aflamencada, alternando el cante con frases recitadas (Caracol y Lola Flores, Niño de Marchena o Pepe Pinto). Tanta expectación alcanzaron los rapsodas teatrales que las figuras consagradas organizaban tournés recorriendo el país; atendiendo simultáneamente los requerimientos de la Radio para actuar, gratis et amore, ante sus micrófonos. Si José González Marín es el divo nacional (se cuenta que, posiblemente por su excesivo protagonismo, García Lorca le prohibió que recitara "La casada infiel"), Matildita Morales es nuestro particular ídolo local.
Matilde Milagros Cristina Morales Navarro vino al mundo en la calle Regocijos nº 31 la mañana del 24 de julio de 1924. Hija de Matilde (por línea materna todos eran de Almería) y de José, natural de Manila, sargento retirado del Cuerpo de Inválidos (de su actuación en la guerra de Melilla con el batallón de La Corona se trajo una niña de distinta pareja sentimental y una visible minusvalía). Hijo a su vez de un motrileño que sentó plaza durante la campaña colonial de Filipinas y de una sevillana de Utrera. Tras nacer Matildita y su hermana Georgina, se trasladaron al número 20 de la calle "Primero de Mayo" -nombre de la rambla de Alfareros durante la II República Española-, donde el padre, "don José el Cojo", abrió un parvulario al que asistía nuestra protagonista (en la fotografía grupal de esa escuela de los "cagones" se le distingue junto a mi amigo Alberto Díaz). Su educación prosiguió en la Compañía de María donde despertó su vocación por la poesía narrativa, intermedia entre la declamación y el canto, recibiendo a un tiempo clases de solfeo impartidas por monjas del centro. Aunque su formación fue totalmente autodidacta, con cuatro fuentes de inspiración folclórica: Estrellita Castro, Antoñita Colomer, Luisita Esteso e Imperio Argentina.
DESCRIPCIÓN Y DEBUT
Risueña, de mediada estatura, morena, de ojos enormes y pelo negro adornado por un lazo, simpatía cautivaba allá donde fuese. En el programa de Feria de 1935 unas breves líneas trazan su perfil:
"… Llena de inspiración, ingenua, instintiva, todo lo que hace es personalísimo, pues cuando se lanzó a dar públicos recitales no había visto ni oído a ningún recitador que le diera las primeras nociones de un arte que ya domina con soberana maestría. Paso a paso observamos como va rectificándose, depurando y perfeccionando su dicción, con nuevos matices, gestos naturales, modulación más en consonancia con la emotividad del verso… ". Glosa encendida a una niña de tan sólo once años de la que "Almería puede sentirse orgullosa por haber nacido en esta tierra, por haberse educado en ella y dado a conocer". Y aún cabe añadir que cantaba la Copla andaluza divinamente .
En enero de 1933 la encontramos en Sevilla participando en la cabalgata de Reyes Magos que organiza el Ateneo hispalense y en un espectáculo (Coliseo España) del que son artistas principales Pilar López y el bailaor gitano Rafael Ortega Monge (aunque no me consta que Matildita participase). En palabras suyas a la prensa su debut se produjo en enero de 1935 en una fiesta organizada en el teatro Cervantes por los estudiantes de Bachillerato del Instituto. A partir de esta fecha sus actuaciones fuera de Almería son continuas. Por suerte, El Liberal, ABC, Heraldo de Madrid, La Crónica Meridional o Diario de Almería dieron cuenta de sus éxitos, lo que nos permite ahora recordar los más sobresalientes.
Tras la colaboración escolar, su presentación real tiene lugar en mayo del mismo año y coliseo: "Ante selecta concurrencia se celebró anoche el anunciado recital de poesías de la gentil y discreta Matildita Morales. Sus encantos infantiles, su desenvoltura y, sobre todo, la expresión y riqueza de matices le valieron nutridos aplausos". Nada sabemos todavía de su repertorio. Sorpresivamente aparece el 26 de enero de 1936 sobre las tablas del Teatro Principal de Valencia al finalizar la actuación del genial González Marín: "Y esta pequeña recitadora de diez años, natural de Almería, cantó con suave elegancia el romance barroco de Tomás Borrás "Loa a González Marín"… ". A su regreso de Valencia, Alicante, Cartagena, Melilla y Granada concede una entrevista a La Crónica Meridional en la que se muestra muy satisfecha de los resultados obtenidos en tan importantes plazas y anuncia otra tourné por Sevilla, Málaga, Córdoba y Madrid. En Madrid entabla conversaciones con las productoras cinematográficas Cifesa y CEA para intervenir en distintas películas; desgraciadamente, la sublevación militar frustró el proyecto que debía iniciar en septiembre y, lo que es más lamentable, arruinó su carrera de actriz y rapsoda. También debió cancelar los contratos firmados para julio en teatros Gijón, Oviedo y Avilés.
El 30 de mayo el Círculo de Bellas Artes madrileño organiza en sus salones una atractiva velada de música y versos. A continuación de la soprano Trinidad Carreras y de la pianista Carmina Abad, leemos: "Matildita Morales justificó la denominación de niña prodigio como recitadora de verso, dando calor y expresión de vida a algunas de las bellas poesías de Cavestany, Machado y Olmedilla (añádanle Alberti, Blasco Alarcón, Juan R. Jiménez, Pemán y Sotomayor)". Entre los congregados en el Bella Artes se hallaban numerosos escritores y poetas alrededor de García Lorca, "que entusiasmado por el arte de nuestra pequeña paisana la felicitó efusivamente, entregándole una poesía que Matildita declamó primorosamente". ¡Algo tendría el agua cuando la bendijo el mismísimo Federico!
Sus cuatro últimas comparecencias fueron en otras tantas funciones benéficas: 11 de enero y 26 de junio, teatro Cervantes, y los días 18 y 19 de diciembre en Berja, "Pro-campaña de Invierno". Después nada supimos de ella, salvo el rumor de que con su familia se trasladó a Valencia.
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