Seis narcolanchas vuelven a refugiarse del temporal en paradisíacas playas de Almería
Frontera Sur
Hasta seis planeadoras fondeaban este sábado en Cala Grande, entre San José y Los Escullos, bajo la atenta vigilancia de una patrulla de la Guardia Civil controlando cualquier movimiento desde tierra
Hasta siete narcolanchas se resguardan de la climatología adversa en la playa de Genoveses
"No podemos abordar una narcolancha a 60 nudos, somos guardias civiles, pero no suicidas"
La Guardia Civil y la Policía no pueden más: las narcolanchas campan a sus anchas por Almería
Las narcolanchas de las mafias de la droga, petaqueo e inmigración ilegal han vuelto este fin de semana a las calas del parque natural de Cabo de Gata-Níjar para buscar refugio del temporal y condiciones meteorológicas adversas en mar abierto, con rachas de viento de hasta 45 kilómetros por hora. Diario de Almería ha localizado hasta seis embarcaciones agrupadas en Cala Grande, entre los núcleos urbanos de San José y Los Escullos, que se resguardaban de los fenómenos costeros y mal estado del mar con total impunidad, pero bajo la atenta vigilancia desde tierra de agentes e la Guardia Civil. Al menos una docena de ocupantes permanecían embarcados a la intemperie y bajo la lluvia protegidos con chubasqueros y con pequeñas tiendas de campaña impermeables instaladas en la parte delantera de sus planeadoras.
En una playa de extrema belleza que fue refugio de piratas, accesible sólo desde la cala de los Genoveses por un camino que cruza las montañas, pasaban las horas en tensa calma conscientes de que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil no puede intervenir por el fuerte oleaje, como ocurría hace tan solo una semana a muy pocos kilómetros de su actual emplazamiento, y de su supremacía náutica si decidieran abordarlas al contar con embarcaciones de hasta 15 metros de eslora que vuelan a 60 nudos con tres y cuatro motores fueraborda de 300 caballos de vapor. Dos agentes que se iban relevando a lo largo del día supervisaron desde lo alto de un acantilado durante toda la jornada cualquier movimiento de los tripulantes de las narcolanchas a los que trataron de identificar.
Estas unidades de seguridad ciudadana que se movilizan en la costa también tienen el cometido de evitar el avituallamiento de las embarcaciones desde tierra movilizando si fuera preciso a otros efectivos para una intervención policial. La Guardia Civil mantiene el rastreo de las narcolanchas con medios aéreos y los radares de la red del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), si bien no operan con las patrulleras del Servicio Marítimo cuando las condiciones meteorológicas no acompañan como ocurriera el pasado sábado con siete narcolanchas captadas en imágenes y vídeos mientras fondeaban en la playa de los Genoveses. Así lo reconocía esta semana el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, justificando la no intervención: "Las condiciones meteorológicas en modo alguno lo aconsejaban y podían poner en peligro, precisamente, la vida y la integridad física de los propios guardias civiles y ante eso, lógicamente, la decisión es que no se intervenga hasta que no lo permitan".
Fuentes de la Comandancia de Guardia Civil de Almería también confirmaban que no portaban droga, por lo que entendían que era un "riesgo innecesario" para combatir una infracción. Estas narcolanchas, con independencia de que en el momento de resguardarse no transporten ningún cargamento, son "género prohibido" y deben ser incautadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Las seis embarcaciones que ayer permanecían en Cala Grande portaban numerosas garrafas de combustible que podrían ser para autoabastecimiento o para suministrar a otras narcolanchas. Las organizaciones criminales están pagando hasta 300 euros por cada petaca de gasolina y han generado una nueva figura de la economía ilícita española que se denomina "petaquero" y se enfrenta a un delito de contrabando que cada vez está más presente en la agenda del Servicio de Vigilancia Aduanera en Almería.
Presión policial en otros puntos de la costa
La fuerte presión policial que los narcotraficantes están recibiendo en otros puntos de la frontera andaluza está desplazando a parte de su flota clandestina hacia el mar de Alborán, donde ya han sido captadas por algunos ferris que conectan Málaga y Almería con el norte de África. Cuando el tiempo no acompañan buscan refugio en determinados puntos del litoral almeriense aprovechando que no es temporada de baño. Aunque no se esconden y son perfectamente visibles desde la costa, suelen buscar abrigo agrupados próximos a la orilla en pequeñas calas con menor afluencia para que no se genere una alarma pública sobre todo después de lo ocurrido en una situación similar en el puerto de Barbate.
Tan sólo unos días antes del avistamiento de siete narcolanchas el pasado fin de semana en los Genoveses era localizada otra de las planeadoras de las mafias internacionales de tráfico de drogas y transporte de inmigrantes, que vienen operando a mar abierto entre el norte de África y el sureste peninsular, en la reserva natural de Punta Entinas-Sabinar, cerca de la Torre de Cerrillos. Una grúa de grandes dimensiones se encargaba de retirarla de la orilla en la que permanecía encallada tras una operación policial y subirla al camión para su transporte al depósito habilitado en Jaén ante el desconcierto generalizado de decenas de paseantes que frecuentaban ese privilegiado enclave de la costa almeriense.
Triple negocio de las mafias africanas
Las mafias están incrementando su medios y presencia en Almería ante el incremento de seguridad de los últimos años en el Estrecho. David contra Goliat se enfrentan cada día en el mar de Alborán en una batalla desigual en la que las mafias internacionales de tráfico ilícito de drogas y personas, cada vez más asentadas en la costa almeriense, cuentan con recursos ilimitados frente a un Servicio Marítimo de la Guardia Civil sin apenas medios aéreos, con personal bajo mínimos que sólo da para una tripulación y una flota arcaica. Las mafias africanas se lucran del triple negocio del transporte de inmigrantes, tráfico de drogas y logística (petaqueo). En cada trayecto de una planeadora de las que llegan desde Nador viajan entre 40 y 50 inmigrantes de media, que llegan a pagar hasta 15.000 euros por pasaje, o se cargan en torno a 3.500 kilos de hachís.
Los pilotos, encapuchados porque empiezan a entrar en escena las redes españolas, llegan a embolsarse hasta 50.000 euros por trayecto, 35.000 al 'gepero' que es la persona que controla el GPS. Cruzan el mar de Alborán en dos o tres horas, se acercan al litoral y descargan a los ocupantes en dos minutos, a veces de manera brusca y violenta, para internarse de nuevo en alta mar. Graban con el móvil el desembarco y envían los vídeos a los responsables para que se certifique que han entregado el “paquete” en Almería. La cadena de delincuentes tiene tres roles bien definidos: los que se encargan de labores de logística y gestión de embarcaciones, los que llevan a efecto las travesías y los que están en un plano superior y son organizadores y cabecillas.
"No hay forma legal de pararlas"
"No podemos abordar una narcolancha a 60 nudos, es como querer parar un camión que va descontrolado por una autovía infinita. Las perseguimos, pero si no se averían ni se quedan sin gasolina no podemos hacer nada, aunque nos pongan embarcaciones más grandes y rápidas, no se pueden detener a base de golpes, somos agentes de la Guardia Civil, pero no suicidas". Es el testimonio anónimo de uno de los efectivos del Servicio Marítimo del Instituto Armado en la provincia. Consternado por lo ocurrido en Barbate explicaba a este periódico las dificultades y riesgos que afrontan a diario en su lucha desigual contra el narcotráfico en aguas de Almería. "No hay forma legal de pararlas, son 'ferraris' con pilotos expertos que no tienen ningún miramiento y si tienen que pasar por encima ni se lo piensan".
De hecho, se han vivido varios episodios recientes de colisiones como la del pasado año cuando una patera taxi en el Poniente casi los tira al mar o cuando un sargento resultó herido en el pie a bordo de una zodiac y tuvo que ser evacuado en helicóptero en verano de 2020. La Asociación Unificada de Guardias Civiles viene alertando de la presencia creciente de pateras y narcolanchas "kamikazes" y ha recurrido a la Inspección de Trabajo, Riesgos Laborales de la Benemérita e incluso al Defensor del Pueblo para que se vele por unas unas condiciones de trabajo seguras que actualmente no tienen en la lucha contra el narcotráfico y la inmigración irregular. "Sabemos que las mafias van a ir a más, hay que destinar medios humanos y materiales y también tienen que endurecer las penas incluyendo el petaqueo para que se considere delito y no infracción administrativa", argumenta el portavoz de AUGC en Almería, Víctor Vega.
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