Vamos de música (VIII). Ruperto Chapí, un músico universal
Música
Compositor de sólida formación musical y humanística, instruido en Francia y muy al día de las vanguardias
Vamos de música (VII). Instrumentos musicales
El nombre de este músico universal va asociado a la música de la segunda mitad del siglo XIX. Músico extraordinario con una amplia formación musical, dinámico y con una capacidad de trabajo nada común. Su azarosa vida, su tesón y constancia incidieron en su carácter franco y noble, sencillo y modesto, siempre dispuesto a defender sus intereses artísticos y económicos a cualquier precio.
Nace un Villena (Alicante), un 27 de marzo de 1851. Vive su primera infancia rodeado de un ambiente musical, por una parte su padre, de oficio barbero, que tenía gran afición a la guitarra y a solfear, por otra, la banda de música local, donde aprendió el flautín, y más tarde, el cornetín. Su madre había muerto cuando contaba con seis años. A los 16 años se traslada a Madrid y sufriendo toda clase de dificultades, entre ellas la económica, y mientras prosigue estudiando música. Con su inseparable cornetín se gana unas perras con algunas sustituciones en el Circo Price (1870), teniendo de compañero al gran músico Tomás Bretón.
Pero sus ahorros llegan a su fin y más de una noche duerme al raso en el conocido Paseo de Recoletos por no poder pagar una pensión.
Es ayudado por un compañero que le facilita algo de dinero y un pobre sacerdote le alberga en su casa a cambio de unas lecciones de guitarra. En 1872 obtiene el primer premio extraordinario de Armonía siendo segundo su amigo Bretón. Este mismo año realiza las oposiciones a director músico del Ejército obteniendo plaza en el Regimiento de Artillería de Madrid y, poco después, contrae matrimonio con Vicente Selva y Álvarez Ordoño.
Compone sin cesar y comienza su éxito y popularidad con la “Fantasía morisca”. En 1873 obtiene la pensión de Música de la Academia de Bellas Artes, mediante una oposición, trasladándose a la Ciudad Eterna con su mujer y su hija. Posteriormente se traslada a París, relacionándose con los maestros de la época.
A su regreso a Madrid, renuncia al cargo de director músico del Ejército, escucha los consejos del libretista Ramos Carrión y se dedica en cuerpo y alma a componer sobre el género lírico español, la zarzuela. Los éxitos se multiplican: “La Revoltosa”, “Las hijas de Zebedeo”, “Margarita la Tornera”, “El Rey que rabió”, “El tambor de granaderos”, “La tempestad”, etc. Abarca, además, la música sinfónica, camelística, sus bellos cuartetos de cuerda, y la ópera en su afán de crear una ópera nacional.
El maestro afrontaba su postrera hora de vida en la lluviosa madrugada del 25 de marzo de 1909. Yacía en el lecho de su domicilio cuando, súbitamente, empezó a tararear “Margarita la Tornera” en un delirio agonizante. Era su nueva ópera, basada en un texto de José de Zorrilla y estrena un mes atrás en el Teatro Real de Madrid. Su cuerpo abandonaba este mundo. No así su obra. Ni su legado intelectual. El maestro Chapí comenzaba su nueva existencia como mito para la eternidad. No es una hipérbole. Su funeral fue uno de los más multitudinarios de la capital del Estado. Escritores como Blasco Ibáñez o Pérez Galdós, cantantes, políticos, actores… También el pueblo que había soñado gracias a la imaginación musical del maestro Chapí. La profusa comitiva mortuoria se detenía en las puertas de algunos teatros donde orquestas ejecutaban las piezas más representativas del músico alicantino. Melodías que artistas, han transmitido a generaciones venideras y que, lejos de fenecer, renacen cual ave fénix. Sirva de ejemplo, “La Revoltosa”.
Si los espectadores estamos en deuda con su capacidad artística, escritores, músicos, pintores y creadores en general pueden dar gracias al carácter reivindicativo del maestro. Harto de abusos por parte de los editores más conocidos del momento, en 1890, el maestro Chapí, junto a Carlos Arniches fueron unos de los impulsores de la actual Sociedad General de Autores y Editores de España. En el monumento erigido en el Retiro madrileño se inscribió la siguiente dedicatoria: “A Ruperto Chapí, la Sociedad General de Autores, agradecida”. La Biblioteca Nacional adquirió en 1954 todos los originales de las obras del maestro villenense consistente en 75 tomos encuadernados y 15 por encuadernar.
En 2003 sus restos fueron trasladados desde el cementerio sacramental de San Justo, de Madrid, a su ciudad natal de Villena.
Una pequeña gran joya: “La Revoltosa”
“La Revoltosa” es un sainete lírico en un acto con libreto de López Silva y Fernández Shaw con música del maestro Chapí. Fue representada por primera vez el 25 de noviembre de 1897 en el Teatro Apolo de Madrid, que la sitúa en el panteón de nuestra zarzuela como uno de los monumentos más geniales del género chico, formando, junto con “La verbena de la paloma”, de Tomás Bretón y “Agua, azucarillos y aguardiente”, de Federico Chueca, la gran trinidad del género chico.
Esta producción está reconvertida en una zarzuela de dos actos y cuatro cuadros para recrear la vida popular madrileña de principios del s.XX.
La obra se desarrolla en un patio de vecinos en el interior de una corrala madrileña de finales del siglo XIX. Felipe, uno de los vecinos del patio, presume de ser el único que resiste los encantos de Mari Pepa, sin embargo, está totalmente enamorado de ella. Igualmente, Mari Pepa siente celos cuando ve a Felipe acercarse a otras y aunque ambos están enamorados mutuamente, simulan un desprecio que no sienten.
Cuando todos se marchan a la verbena, Mari Pepa y Felipe se acercan cariñosamente, pero su pasión no les dura demasiado, ya que poco después, Felipe le reprocha a Mari Pepa mirar a otros hombres y esto les lleva a una discusión, algo que se vuelve frecuente en su relación a partir de ese momento. Aun así, mantienen todo el asunto en secreto.
Entretanto, las vecinas, hartas del comportamiento de sus maridos hacia Mari Pepa, deciden escarmentarlos. Para ello les hacen creer, con la ayuda de Chupitos, que Mari Pepa los ha citado y cuando estos caen en la trampa, son descubiertos en el último momento por sus mujeres.
Finalmente, después de descubrirse el engaño, Felipe confiesa su amor ante toda la vecindad y Mari Pepa se arroja definitivamente a sus brazos.
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