Vamos de música (I). Las ventajas del do, re, mi... en los niños

Música

Iniciar a los niños en el estudio musical favorece la creatividad, pero es imprescindible su motivación

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Partitura para piano de Mozart. / D.A.

El abigarrado calendario de actividades extraescolares que han tenido los niños a lo largo del curso lo lideran la práctica deportiva, el estudio de algún idioma e iniciación y familiarización con la informática. A una considerable distancia suena la música. Así lo confirma los últimos datos del Instituto Nacional de Calidad y Evaluación, que sitúa el aprendizaje de escalas, pentagrama y partituras, con el Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si a la cabeza, como la cuarta enseñanza más demandada entre los alumnos de Primaria y Secundaria.

Iniciar a los niños en el estudio musical favorece la creatividad, pero es imprescindible su motivación, mejora la memoria y las habilidades lectoras, entre otros efectos positivos. Para ello el estudio musical debe representar disfrute, juego, divertimento; no sufrimiento.

Los expertos en salud recuerdan que es elemental que los niños se diviertan mientras aprenden a tocar y que no deben considerarlo una obligación o una imposición de los padres.

El fútbol, el judo, la natación, el ballet… el ejercicio físico reina en las actividades extraescolares. A menudo, las actividades extraescolares son la tabla de salvación para que padres y madres concilien trabajo y familia.

La formación musical, curiosamente, ha sido hasta no hace muchos años la nota discordante. Son innumerables los estudios, investigaciones y tesis que certifican que el aprendizaje musical potencia entre los estudiantes una larga lista de capacidades: destreza manual y visual, memoria, creatividad y habilidades del lenguaje. Por eso mismo, cada vez más especialistas la recomiendan para mejorar las habilidades lectoras y de escritura.

 Con la música a otra parte

Además de los beneficios fisiológicos, también influye en el carácter del niño y en su relación con los demás. En general, se vuelven personas metódicas y disciplinadas que cuidan los detalles, tienden a planificar las tareas y destacan por su capacidad de atención. A menudo, quien se inicia en esta disciplina de la música debe hacerlo delante de profesores, examinadores o de público. Esto enseña a los jóvenes a vencer el miedo escénico, la timidez y les aporta seguridad y autoconfianza.

Ahora bien, todos los beneficios que aporta la práctica habitual con un instrumento se puede ir al traste por dos motivos recurrentes. El primero, que el estudio y el aprendizaje musical lleguen por imperativo paternal y sin que termine de convencer al principal interesado: el niño. Craso error. Si es así, es probable que la práctica con el instrumento se convierta en una condena y deje de atraer el interés y la atención de los pequeños. Y el segundo, que se olvide su faceta lúdica mientras aprenden y practican. Si esto ocurre, se corre el peligro de que piensen que la música es una tarea obligatoria, no disfruten de ella y sus efectos positivos se diluyan.

Unas maracas y un tambor. Suelen ser los primeros instrumentos musicales, antes de su aprendizaje musical, la percusión se cambia por las negras, corcheas, semicorcheas y los pentagramas. Es la etapa en la que estudia lenguaje musical o solfeo. Esta etapa es la más árida y fría y en la que se decide seguir o deshacerse de los pentagramas y partituras. Es el menor el que se debe de inclinar por un instrumento u otro. Es el propio “intérprete” quien debe elegir qué es lo que quiere aprender a tocar. Los padres y profesores pueden asesorar y encauzar la elección, pero el menor deberá tener la última palabra.

Como todo supone un desembolso económico y para no lamentar gastos innecesarios, antes de comprar el instrumento “elegido”, es conveniente esperar a que el niño muestre un verdadero interés hacia el determinado instrumento, así se pueden evitar un gasto aún recurriendo el mercado de segunda mano.

Música, maestro

 Me hacen llegar la copia de un examen: se trata de un examen de música realizado por un alumno algo despistado y con falta de estudio y constancia.

Aunque alguien piense que es un invento, les aseguro que nadie tiene tanta imaginación para idear esto. El examen existe de verdad.

Como comprenderán, después de tan interesante introducción es difícil abstenerse a la lectura del texto. No viene al caso reproducir todo el ejercicio. Aquí tienen un par de preguntas y sus respectivas respuestas (con faltas de ortografía incluidas), para que se hagan una idea.

Pregunta 1.- La orquesta: Definición y esquema de distribución de los instrumentos.

Respuesta: La orquesta es cuando se juntan mucha gente que toca, y toca la música. Los instrumentos se colocan unos delante y otros detrás y eso depende del tamaño, por ejemplo, la gaita se coloca siempre delante.

Pregunta 2.- Beethoven.

Respuesta: Este era un señor sordo que compuso la letra de Miguel Ríos o sea el Himno de la Alegría. Pero cuando la izo no era de rock. Daba muchos conciertos en la época de Franco y hizo también “Para Luisa” que no tiene parangón en la historia de la música.

Hay varias preguntas más, cada una de ellas contestada de “oído”, pero no sin falta de ingenio. Por ejemplo: el alumno da la definición de tenor diciendo que es un cantante como Plácido Domingo; dice que un villancico es lo que se canta en Navidad cerca del árbol y que la música barroca es la de los moros de Marruecos.

¿Tiene derecho el profesor a difundir el examen, aunque sea de forma anónima? ¿Podría tener el alumno problemas de aprendizaje, o cualquier otro que le impida ir al ritmo de los demás? Podríamos seguir haciéndole preguntas a este profesor sobre: motivación, pedagogía, desarrollo, procesos de aprendizaje, situación social y entorno familiar del alumno, etc.

Total, lo que hizo fue un intento de supervivencia digno de aplaudir. ¿Les gustaría que este tipo fuese el profesor de sus hijos? A mí tampoco.

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