Muere a los 97 años el teniente general Cassinello, precursor de los servicios de inteligencia y figura clave en la legalización del PCE
El almeriense jugó un papel decisivo en la transición y atesora alguno de los secretos de Estado mejor guardados con una dilatada trayectoria en la que asesoró a Carrero Blanco, Adolfo Suárez y Felipe González
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A los 97 años de edad ha fallecido esta madrugada en Madrid el teniente general Andrés Cassinello Pérez, maestro y precursor de los servicios de espionaje e inteligencia en nuestro país, figura clave para la legalización del Partido Comunista (PCE) y el descalabro del golpe del 23-F de Tejero y, en definitiva, uno de los hombres más importantes de la transición española que atesora los secretos más importantes de ese periodo tan convulso. Ha muerto el 20 de noviembre, como el general Franco al que sirvió, el "gran rubio", como lo conocían sus agentes de la Guardia Civil cuando protagonizó en el País Vasco de algunos de los episodios más importantes de la lucha antiterrorista contra ETA, siempre fue un hombre de Estado que se convirtió en la mano derecha de Adolfo Suárez con el que despachaba cada mañana a las nueve.
Hijo de José Cassinello Barroeta, uno de los mártires asesinados por la retaguardia republicana en Turón, y de Adela Pérez López, de la que heredó sus grandes ojos azules, Andrés nació el día de San Perfecto, el 18 de abril de 1927, muy cerca de la Catedral de Almería, en la calle Eduardo Pérez, dedicada a su bisabuelo que fue alcalde de la ciudad. El teniente general Casinello tuvo que cambiar su apellido para poder ir al colegio Ferrer Guardia y después pasaría al instituto Celia Viñas. Cassinello ingresó en la Academia Militar en 1945, obteniendo el despacho de teniente del Arma de Infantería en 1949, y comenzó a forjar una exitosa carrera que lo acabaría convirtiendo en un maestro de espías y precursor de la inteligencia española primero durante la dictadura y después con la democracia. De promover planteamientos netamente alineados con el régimen franquista, con padre y tío asesinados al estallar la Guerra Civil, pasó a convertirse en uno de los impulsores de transición. Sirvió a Franco, Carrero Blanco, Adolfo Suárez y Felipe González.
Su buen amigo el periodista y editor José Antonio Martínez Soler, que fundó el semanario Doblón y los diarios El Sol, La Gaceta de los Negocios y 20 minutos, siempre ha considerado que "los demócratas estamos en deuda con el teniente general Cassinello" y lo sitúa, sin dudarlo, como uno de los almerienses más ilustres de la historia contemporánea junto al que fuera presidente de la Primer República, Nicolás Salmerón Alonso, y la primera corresponsal de guerra y activista pionera en la defensa de la plena igualdad de derechos de la mujer, Carmen de Burgos que firmaba con el pseudonimo 'Colombine'. Cassinello volvía cada cierto tiempo a Almería y en alguna ocasión se sumó a las tertulias sobre pasado, presente y futuro de este país que celebran los viernes por la mañana oficiales almerienses ya retirados, entre los que estaba, hasta su fallecimiento en la época de la pandemia, su hermano que fue general de brigada.
Durante sus primeros años como militar, Cassinello estuvo destinado en el Grupo de Regulares del Rif, el Estado Mayor de la Capitanía de Madrid y el Alto Estado Mayor. Ascendió a capitán en 1958. Junto al diploma de Estado Mayor, que obtuvo en el año 1958, también cursó las especialidades de Cooperación Aeroterrestre y de Acción Psicológica e Información Contrasubversiva y en 1966 participó en un seminario sobre guerra revolucionaria y contrainsurgencia en la base militar estadounidense de Fort Bragg en California del Norte. Martínez Soler recuerda que su esposa, Pilar, también almeriense, reconocía a Martínez Soler que "cuando Andrés aprendió inglés, lo enviaron a estudiar a Alemania y a Estados Unidos y eso le abrió las puertas del mundo”.
En 1968 se funda la Organización Contrasubversiva Nacional (OCN) a la que se incorporaría Cassinello y en 1972 fue destinado al Servicio Central de Documentación (SECED) de la Presidencia del Gobierno, creado por el almirante Luis Carrero Blanco. En este organismo, el primero de inteligencia en nuestro país como embrión del futuro CESID y CNI, desempeñaba la Jefatura de la División de Operaciones y se entrevistaba con frecuencia con Fraga y Suárez, quien lo puso al frente del SECED en 1976 al conocer su informe 'Ante el cambio'. Con motivo de su nombramiento, Presidencia difundió una fotografía oficial de Cassinello y una copia fue encontrada en poder de los GRAPO años más tarde. También sería uno de los principales objetivos de ETA cuando años más tarde fue protector de Mikel Lejarza 'El Lobo' para conseguir que se infiltrara en la banda terrorista.
"El General", como le conocen sus amigos más cercanos, reconocía en las pocas entrevistas que ha realizado en las últimas décadas que su misión en el CESED era "saber, medir y cotar". Y así se fraguó su defensa de la legalización del PCE, uno de los episodios más relevantes de la transición. "¿Cómo se le controla mejor, legalizado o siendo clandestino? Mucho más fácil si era legal porque se sabe quiénes son sus líderes, dónde se reúnen, qué piensan y reivindican...". Tuvo que asumir ciertos costes al defender su posición. Un grupo de militares compañeros de su promoción, contrarios a la legalización del PCE, quisieron acusarle ante un Tribunal de Honor, pero los convocó a una cena y sus explicaciones diluyeron la contienda.
El del 6 de abril de 1977 en favor de la legalización del PCE no fue su único informe con un peso determinante en la historia de España. También fue decisiva su iniciativa para traer a España al president Tarradellas, a quien había visitado en el exilio, y su intermediación durante la noche del golpe fallido del 23-F en la que telefonéo a todas las capitanías generales. Desde 1978 a 1986, lideró los Servicios de Información de la Guardia Civil articulando grandes golpes en la lucha antiterrorista. En sus memorias publicadas en 2022 bajo el título La huella que deja el tiempo al pasar. (Memorias de tiempos difíciles), las únicas que ha escrito un teniente general, recuerda con resignación cuando iba solo a los entierros de los asesinados por ETA en el País Vasco. Luego ya acudirían más autoridades, pero al principio no les dejaban ni tocar el himno nacional. "En los ochenta cometía cerca de cien asesinatos por año. Yo estaba destinado en el País Vasco con el general Santamaría y un par de veces por semana tenía que despertarle para decirle que habían matado a otro", asegura en una entrevista publicada en El País en 2008.
En noviembre de 1978, Cassinello detuvo personalmente al teniente coronel Tejero e impidió que llevara a cabo el golpe de la operación Galaxia contra el Gobierno de Suárez. Y años más tarde avisaría al CESID de que tramaba una nueva intentona golpista poco antes del 23-F, pero no le hicieron caso. En declaraciones al diario ABC reconoce que hace cuarenta años, cuando todavía era Jefe de la 2ª Sección de Estado Mayor de la Guardia Civil, "si hubiera advertido a la Policía, en lugar del CESID, el 23-F se hubiera parado". Coordinó todas las unidades de la Guardia Civil en permanente contacto con el palacio de la Zarzuela. Llamó a todas las capitanías y solo se le resistía la del general Milans del Bosch en Valencia, quien se había unido a los golpistas y mandó sus carros de combate a recorrer las calles de la capital de su región militar. En su biografía hay una anécdota que no aparece, pero que sí recoge Martínez Soler en su libro La prensa libre no fue un regalo. Asegura que cuando Milans del Bosch no atendía su llamada, le dio este mensaje al telefonista: "Dígale a Quintiliano que, si no se pone al teléfono, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. El general asturiano Sáenz de Santa María, otra figura clave contra el golpe del 23-F y en la desarticulación de comandos de ETA dijo: “Este Cassinello es un genio”.
Padre de cinco hijos, el almeriense fue nombrado después comandante general de Ceuta y capitán general de Burgos. El 18 de abril de 1991, a los 64 años de su nacimiento, entraba en vigor la orden por la que se disponía su pase a la situación de reserva. El general Pedrosa le decía que no hay nada más reservado que un militar activo ni nada más activo que un militar en la reserva y así ha sido. Desde que no está en activo ha desarrollado una labor importante como historiador y conferenciante con cinco libros, entre ellos una biografía del biografía de Juan Martín El Empecinado o el amor a la libertad y la historia del ejército español destinado en Dinamarca al servicio de Francia (El Capitán General Marqués de la Romana), y también creó con los fontaneros nostálgicos de Adolfo Suárez (Aurelio Delgado, Manuel Ortíz, José Luis Graullera, entre otros) la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición de la que posteriormente fue designado presidente de honor.
Entre las múltiples condecoraciones que ha recibido el teniente general almeriense destacan cinco cruces del Mérito Militar y la del Mérito Naval, la Gran Cruz del Mérito Civil, la Cruz de Plata de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, la Cruz del Mérito Policial, la Orden de Cisneros y la Encomienda de Alfonso X el Sabio. En mayo de 1996 el juez Baltasar Garzón le imputó, junto al teniente general Sáenz de Santamaría y al general de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, en el sumario del “caso Oñaederra”, que investigaba cuatro de los primeros asesinatos de los GAL (concretamente los de Ramón Oñaederra, Ángel Gumersindo, Vicente Perurena y Christian Olaskoaga), así como otras acciones de la guerra sucia contra ETA. Años más tarde, en febrero de 2002, el mismo juez instructor levantó dicha imputación, abriendo auto de procesamiento exclusivamente contra los exguardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo, que posteriormente, en enero de 2003, la Audiencia Nacional archivaría por falta de pruebas. Nada pudo empañar la trayectoria de Cassinello como hombre de Estado que se ha llevado a la tumba algunos de los mayores secretos de la dictadura y la transición.
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