El medio siglo del Edificio Goiânia
Almería
La gran mole de viviendas y locales de Obispo Orberá, esquina con la Rambla, se comenzó a ocupar en 1974
Almería/En los años setenta, los almerienses definían como “muy lejos” cualquier vivienda o comercio situado más allá de la Rambla. Aquel cauce lleno de moreras, piedras, pistas de autoescuelas e inmundicias era la frontera entre el centro y el extrarradio; la raya imaginaria que dividía la ciudad. Hasta las líneas que instalaba Telefónica entre el cauce y la Carretera de Ronda comenzaban por un número distinto al que designaban a los usuarios del corazón de la capital.
Las calles Altamira, Tirso de Molina, Hermanos Pinzón o Azorín se iban poblando de habitantes, de familias enteras, a pesar de su etiqueta de distantes, de apartadas. Porque en las tertulias de los cafés Tívoli, Colón, Los Espumosos y en el chateo de Los Claveles o el Imperial los clientes, sentados en aquellas incómodas sillas de hierro, sentenciaban con rotundidad que “el centro es el centro y siempre lo será”. Y aquel polígono residencial nuevo estaba “muy alejado”. Quienes poseían en pleno casco urbano un trocico de terreno, un solar o una casilla estilo almeriense que derribar y levantar una mole de hormigón, era un afortunado. Le había tocado la lotería.
Así de agraciadas fueron las religiosas propietarias del Colegio de la Compañía de María, en la Rambla del Obispo Orberá. Las monjas, siempre necesitadas de cuartos para desarrollar su labor social, le dieron un pellizquito de 923 metros cuadrados a la inmensa parcela de la orden, que daba a cuatro calles. Nada más y nada menos que en la esquina con la Rambla. Y aquel lugar también era considerado “el centro”. Y lo pusieron en manos de la constructora “Hermanos Martínez S.L.” para que levantara un inmenso y altísimo bloque.
Los primeros planos del edificio estaban disponibles para los clientes en diciembre de 1972, aunque fue hace medio siglo, en 1974, con el inmueble ya construido, cuando verdaderamente comenzó la labor comercial de venta de viviendas y locales. El nombre con el que bautizaron el edificio, Goiânia, (incluso con su acento circunflejo y todo) era sugerente, extraño y de evidentes connotaciones brasileñas. En sí mismo, un reclamo de calidad. Hasta 115 bienes inmuebles registró el Catastro, entre oficinas, plazas de garaje, espacios comerciales y viviendas.
“Hermanos Martínez S.L.” confió en la agencia de publicidad “Garcia Ridao” la promoción de lo que definió “Galería Comercial Goiânia en el centro de Almería”, que no era más que los quince locales comerciales de los bajos del edificio. Había disponibles desde 25 a 80 metros cuadrados y se pretendía ofrecer una imagen de espacios abundantes con frases como “un local por cada planta de viviendas”.
Muebles Goiânia
El negocio que terminó por aportar el halo de calidad al edificio fue la gran tienda “Muebles Goiânia”, de José Martínez Gómez. En agosto de 1976, la empresa se presentó en sociedad con saludos en los medios de comunicación a sus clientes potenciales de mobiliario clásico: “nos ofrecemos aportando algo interesante en muebles que usted puede descubrir” decían sus cuñas en la radio. Más tarde, en 1978, sorteó un Ford Fiesta entre sus compradores y participó con aportaciones económicas en diferentes campañas sociales y reivindicativas, como la de apoyo al equipo de fútbol A.D. Almería en su lucha por subir a Primera División. Ese año, allí podías adquirir un dormitorio de soltera por 18.000 pesetas o uno de matrimonio por 35.000. Además, tenía un decorador profesional, Manuel José Guerrero, a disposición de los clientes.
Pero la inmensidad del edificio daba para mucho. Poco a poco se pobló de vecinos y los espacios comerciales de oficinas, tiendas, negocios y sociedades. Aunque ahora es el número 55 de la calle, entonces tenía el 37. En octubre de 1977 se inauguró en la décima planta la “Academia Fleming”, que impartía, sobre todo a mujeres, cursos de auxiliar de clínica apoyándose en métodos audiovisuales. Luego, en 1979, se llamó “Centro de estudios Isla Alborán” y amplió su oferta educativa a la fotografía y ya en los ochenta se denominó “Centro de Estudios Profesionales”.
El Colegio Oficial de Delineantes tenía en 1980, en la cuarta planta, su sede y, más tarde, en la séptima, el de Agentes y Corredores de Seguros. En 1994, se trasladó a Goiânia la Asociación Profesional de Informáticos de Almería. El médico especialista en anatomopatología, Carlos G. Vidal Puga, pasaba consulta en la quinta planta y a finales de los setenta, el partido de Ginés de Haro Rossi, Fuerza Nueva, montó su sede en la segunda. La escuela de azafatas y relaciones públicas “Tua Internacional” formaba a su alumnado en 1993 en la sexta y “Adeslas” también montó su oficina comercial a mediados de los noventa en los bajos.
En marzo de 1981 inauguraron “Superzapato”, donde podías comprar unos tenis “Paredes” por 999 pesetas y unas sandalias de vestir de señora por 599 pts. Poco después abrió una segunda tienda en Maestro Padilla, 2, esquina con Artés de Arcos. También tenía una sucursal “Ferretería Vulcano”, además de la central en la Rambla Alfareros y otra en Juan Lirola. Durante muchos años, Cajamar Caja Rural tuvo en el local de la esquina una oficina muy grande, traslada luego unos metros más abajo. A mediados de los ochenta, el metro cuadrado de oficina, en los pisos superiores, estaba cifrado en algo menos de 30.000 pesetas.
Durante las décadas siguientes, hasta hoy, fueron innumerables los negocios que se instalaron en la vieja “Galería Comercial Goiânia en el centro de Almería”, como dijeron sus promotores: Ibercaja, Fashion, Tecnitasa, Viajes Orberá, La Jaula, The Phone Shop, Don Cabello, OsteoKine, Ordenación Patrimonial Metropolitana, Prosenasol SL, Correduría Vera Palmero, los abogados Antonio D. Gómez Ponce, José María Martos Boluda e Isabel María Baños Rubio, La Tremenda, los psicólogos Diego Díaz Gutiérrez o Belén Hernández Rodríguez, la dietista Sara Vercher …
Sus innumerables residentes han visto, desde los 144 balcones y ventanas que dan a Obispo Orberá o a la Rambla, la transformación de la ciudad resumida en el parking subterráneo o la urbanización de la avenida Federico García Lorca.
La comunidad de propietarios, en 2015, procedió a beneficiarse de las ayudas municipales para adecentar las medianeras de los bloques de edificios y Goiânia recibió, según el Boletín Oficial de la Provincia (BOP), 96.723,08 € para decorar la fea y gran pared colindante con un patio del colegio. Hoy, medio siglo después, el edificio Goiânia ya pertenece al paisaje urbano almeriense. Del centro de la ciudad, por su puesto.
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